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Tan sólo le bastó escribir un libro para situarse en la esfera de los escritores más interesantes del país. Y lo hizo cuando ya se había jubilado, cuando había decidido dar terminada su carrera como abogado laboralista y hábil negociador de convenios sindicales. Fue el momento en el que dio rienda a su gran pasión y demostró que dentro llevaba un literato de altura. Felipe Romero llevó a la imprenta El segundo hijo del mercader de sedas (Comares) una magistral obra sobre la Granada del siglo XVII que de inmediato atrapó al lector y se convirtió en todo un fenómeno. Pero no pudo continuar. Un fulminante ataque al corazón se llevó su vida en agosto de 1998. Este mes se cumplen diez años. Fue un inmenso escritor inconcluso.
De El segundo hijo del mercader de sedas la editorial Comares, que actualmente ostenta los derechos sobre el libro, ha publicado más de siete ediciones y sigue sumando. La obra continúa siendo demandada en las librerías. "Hemos vendido 16.000 ejemplares desde que en mayo del 1999 hiciéramos nuestra primera edición", dice Mario Fernández, gerente de la editorial. "No obstante el libro ya llevaba en el mercado varias ediciones con la editorial Osuna. Todavía nos quedan existencias. El libro es, sin lugar a dudas, en su materia, el que mas hemos vendido en nuestra editorial. Solamente hemos tenido alabanzas y satisfacciones con él."
El segundo hijo del mercader de sedas, publicado por primera vez en 1995, narra la historia de Alonso de Granada Lomellino, hijo del mercader veneciano Esteban Lomellino, que se establece en Granada en 1576 y se casa con María de Granada, descendiente de una princesa nazarí. Alonso es testigo de una época en que España arde inflamada por el fervor religioso católico y comete uno de los actos que cambiarán el curso de su historia: la expulsión de los moriscos.
A través de la narración, Felipe Romero (1929-1998) , pone sobre la mesa el verdadero trasfondo de aquel hecho: la desaparición de toda una cultura de coexistencia. En Granada, escribe, "sus campos quedarían abandonados, sus ganados sin pastores, las fraguas sin herreros, sin posibilidad de construir nuevas iglesias por la carencia de alarifes, las maderas se pudrirían en los cobertizos al no haber quien las tallase, las huertas de la Vega sin buenos hortelanos que sepan llevar el agua por acequias y atarjeas, y los tejedores, los tintorero, los tundidores, expulsados de la ciudad de la que ya no habría ni lana ni seda". Es decir, Granada era despojada de los hombres que la habían creado y tomada por hombres que no la entenderían nunca. Sería una ciudad, por tanto, condenada al fracaso y la miseria que llegarían en los siglos venideros.
La novela le sirvió a Romero para recrear la ciudad en aquel tiempo, describir sus calles, y presentar a personajes históricos de gran transcendencia, como Alonso del Castillo, el morisco que traduciría los Libros plúmbeos.
"El segundo hijo del mercader de sedas tuvo un enorme éxito que se debió al boca a boca", comenta la pintora naïf Maripi Morales, esposa de Romero. "Él disfrutó del éxito del libro y comenzó a escribir lo que sería el segundo libro de una trilogía, El mar de bronce, que estaba dedicado a los judíos granadinos. El tercer libro que tenía en mente era uno sobre la Guerra Civil, de la que él había sido testigo cuando era un niño. Quería escribir una trilogía sobre las grandes tragedias de Granada".
La muerte borró de un plumazo todos aquellos proyectos. "La noche del 14 al 15 de agosto de 1998 regresábamos de Huétor Santillán", recuerda Maripi Morales. "Estábamos estupendamente. Subimos a nuestra casa, que estaba en un tercer piso, y lo dejamos todo cerrado. Él dijo que la casa estaba muy caliente. Se fue al cuarto de baño. De pronto sentí un fuerte golpe de cristales. Cayó fulminado. No sufrió. No tuvo ningún rictus de amargura. Tenía una sonrisa. Dejamos su cuerpo en casa toda la noche, porque él no quería ser velado en el tanatorio y al día siguiente lo incineramos. Sus cenizas están esparcidas en Valparaíso, cerca del Sacromonte, donde pueden contemplarse la Alhambra y la catedral".
Su siguiente novela, El mar de bronce, quedó inconclusa. "A él sólo le dio tiempo a escribir la primera parte. Se trata de una obra que está inacabada", señala Maripi Morales. "Sin embargo, Comares, tras editarlo Ubago, pensó que tenía la suficiente entidad y decidió publicarlo. Se completó con más cosas que había en su ordenador".
Felipe Romero tenía la profunda convicción de que tanto la expulsión de los judíos, en 1492, como la de los moriscos, en 1568, fueron terribles para Granada. "Para él, aquello fue un golpe histórico terrible", comenta su viuda. "Era de la opinión de que Granada perdió muchísimo con la expulsión de los moriscos. La expulsión, años después, sería una tragedia para Granada. La ciudad fue muy rica cuando vivía de una mezcla de culturas". Luego se iría degradando paulatinamente hasta que comenzó una lenta recuperación a finales del siglo XIX.
Romero, que fue elegido entre los 100 personajes más importantes del siglo XX por votación popular en el diario Ideal, era un hombre muy implicado con los asuntos granadinos. Fue uno de los principales impulsores en la creación del colectivo Manifiesto 2 de Enero, que abogaba por unos actos distintos en la conmemoración de la Toma de la ciudad por los Reyes Católicos y la recuperación del papel de los musulmanes en el esplendor de la ciudad.
Pero no sólo eso. Como abogado laboralista fue uno de los más respetados tanto por empresarios como por sindicatos. "Felipe tiene una calle con su nombre gracias a Fermín Camacho, que era uno de sus amigos de la infancia, y que valoró siempre mucho su faceta negociando convenios entre empresarios y trabajadores".
Romero era, precisamente, el abogado que negociaba el convenio entre los trabajadores de la construcción y la patronal en julio de 1970 cuando se produjeron los terribles sucesos que culminaron con la muerte de tres albañiles a disparos de la policía. "Ese fue uno de sus momentos más amargos", recuerda ahora Maripi Morales. "Él llevaba ese convenio. Nosotros estábamos veraneando en Lanjarón cuando se produjeron aquellos hechos y para él fue algo tremendo".
La calle Escritor Felipe Romero está hoy ubicada en las proximidades del Circo del Arte, cerca del Parque Rafael Fernández-Píñar. "Todo ese barrio está lleno de calles con nombres de autores de cuentos, como Andersen, Hermanos Grim o Perrault. A mí aquello me hizo gracia porque él era también muy fabulador, muy cuentista", dice Maripi Morales.
El segundo hijo del mercader de sedas está hoy traducido al inglés y al francés. La productora granadina Ático 7 lleva un tiempo barajando la posibilidad de llevar la historia al cine y ya ha dado los primeros pasos para adquirir los derechos de la novela, una novela que cada vez atrae a más gente, incluso de otros países, que desea conocer la historia de aquel Alonso de Granada que terminaría siendo un fraile en el Carmen de los Mártires. Romero se ganó con ella, de un solo golpe, un lugar entre los grandes autores del país. Y lo continúa siendo.
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