Francisco Ayala y Damián Bayón: cuando la amistad es Historia
El Palacio de los Condes de Gabia acoge esta tarde la presentación de la correspondencia privada entre los dos autores que guarda el Instituto de América de Santa Fe
La de Damián Bayón (Buenos Aires, 1915-París, 1995) y Francisco Ayala (Granada, 1906-Madrid, 2009) fue una amistad que sobrevivió al tiempo y la distancia aunque no se pusieron de acuerdo en cómo se conocieron. Según Ayala, se encontraron en 1946, en Buenos Aires, en el velatorio de Pedro Henríquez Ureña, que presidía una tertulia literaria a la que, entre otros, acudía de manera estable Jorge Luis Borges. Sin embargo, Damián Bayón retrasa este primer encuentro hasta 1953 y comenta que fueron presentados por Julio Cortázar en Nueva York.
Son algunas de las curiosidades con las que se ha encontrado Salvador Ariztondo al recopilar el epistolario entre Bayón y Ayala que se conserva en el Instituto de América de Santa Fe y que se recogen en el libro 49 cartas (1955-1990) (Eug y Fundación Ayala), que esta tarde se presenta en el Palacio de los Condes de Gabia.
Damián Bayón pasaba por ser un hombre extremadamente ordenado, tanto que hacía una copia de todas las cartas que enviaba. Gracias a esta dedicación se ha conservado la correspondencia entre ambos intelectuales, aunque Ariztondo, a través del estudio de las misivas, eleva a más setenta el número total de cartas. "En estos textos se muestra la visión de la vida de estas dos personas, el entramado de amistades, filias y fobias personales y literarias...", explica Ariztondo, que cita como curiosidad la opinión que ambos tenían de Los Premios, de su amigo común Julio Cortázar: una novela demasiada larga.
El responsable de documentación del Instituto América de Santa Fe ha tenido que hacer una inmersión en las cerca de 1.600 cartas del archivo de Bayón para recuperar a través de los años una amistad basada en la profunda admiración que Bayón profesaba al intelectual granadino. Y no sólo ha investigado la correspondencia directa, también las menciones que de Ayala hacían amigos comunes como Cortázar o Aurora de Albornoz en su correspondencia con el crítico de arte argentino.
Ariztondo, que toma como cierta la versión ayaliana del primer encuentro, cuenta que, en 1953, Ayala estaba en Nueva York supervisando traducciones en la ONU y Bayón forzó un encuentro porque quería trabajar en la Universidad de Puerto Rico, donde el granadino era ya un renombrado profesor. Así fue como entre 1953 y 1958 ambos compartieron clases en el país centroamericano, que por entonces negociaba su ingreso como estado asociado de EEUU con el asesoramiento de Francisco Ayala, que tenía hilo directo con el presidente a través del rector de la Universidad de Puerto Rico.
Aquí se forjó una amistad que perduró a través de las cartas, pero que tuvo también encuentros personales de relevancia para ambos. Años después, en el 63, fue el granadino quien se dirigió a Bayón para pedirle un gran favor: que lo acompañara para cruzar la frontera y volver a España más de 20 años después. "Hemos podido incluso reconstruir el itinerario que siguieron y cómo llegaron a Granada", explica Ariztondo, que ha localizado en el archivo una fotografía de Ayala y su primera mujer, Nina, durante este viaje.
En las cartas recopiladas en el libro se muestra a dos intelectuales que no huyen la actualidad, pero que no pisan demasiados charcos; entran en las habituales disputas literarias de manera "comedida", con elegancia, tratando con sutileza enfrentamientos tan enconados como el de Cortázar y Héctor A. Murena.
A través de esta correspondencia, que aparece como el número 8 de los cuadernos de la Fundación Ayala, también queda claro el posicionamiento de Ayala ante la Historia de España, con su enfrentamiento con la oficialidad representada por Sánchez Albornoz. El autor granadino guía a Bayón en estos temas con unos textos que hablan "de pluralidad, de crítica a los nacionalismos, de convivencia y de librepensamiento", subraya Ariztondo. "No hay demasiadas discusiones porque hay un desequilibrio en esta relación, Bayón tiene una admiración ciega por Ayala, ya que incluso era 10 años mayor que él". Con todo, 49 cartas (1955-1990) incluye al final una "valiosa" semblanza que Bayón trazó sobre Francisco Ayala, "que resume de alguna manera el contenido de las cartas".
En cuanto al estilo literario, el autor de El fondo del vaso era "más fino, más fluido y más comprensible", frente a algunos "atropellamientos" de su amigo argentino.
Además de darse cuenta de las ilustres visitas que ambos recibían y de sus últimas inquietudes, el libro recoge con detalle la colaboración que mantuvieron en la revista Cuadernos del Congreso por la libertad de la Cultura, dirigida por exiliados republicanos españoles en París que, pasado el tiempo, se ha demostrado que estaba sufragada con dinero de la CIA. "Eran trotkistas, la gente que sufrió la persecución comunista", aclara Ariztondo ante el desconcierto inicial. "Bayón escribía sobre arte y cultura, Ayala sobre todo de sociología, y este último, en la recta final de la revista, le da su opinión sobre distintos aspectos de la publicación porque Bayón formaba parte del consejo editorial", explica Ariztondo para mostrar una vez el ascendiente del granadino sobre el boanarense. De hecho, una de los consejos que deja caer Francisco Ayala en estas cartas es que no hay que atarse a las teorías anteriores. Una de las máximas de un librepensador que respetaba los semáforos.
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