GARCÍALORCA Crimen, literatura y música
El Festival recuerda someramente el 80 aniversario del asesinato del poeta, cuando cada año debería estar junto a las vanguardias, no sólo apoyando el flamenco
En este periódico escribí -como tantas otras veces, recordando el asesinato del poeta más universal que ha dado España, después de Cervantes-, coincidiendo con el 75 aniversario de la muerte de Federico García Lorca, que "hasta en ese acto fracasaron los criminales. Porque si lo que importa e importaba en un poeta era su voz, más que su propia vida, que para sus asesinos carecía de importancia, como todas las que inmolaron, en un festín de sangre, hoy podemos decir que 75 años después suena más poderosa, desafiante, conmovedora y universal. Hay dos cosas esenciales, no sólo en las dictaduras, sino también en los localismos: silenciar las voces y olvidar a las personas que hayan podido significar algo o que, sencillamente, se hayan desmarcado de la mediocridad o la vulgaridad. Lorca ha desafiado ambas barreras. La primera, como he dicho antes, y la segunda, la del olvido de los suyos -quizá la más enraizada entre nosotros- con idéntica intensidad".
Un Festival Internacional como el de Granada no debería olvidar en sus ediciones a dos figuras esenciales como Manuel de Falla y Federico García Lorca. El compositor arraigado en la ciudad, en la etapa quizá más innovadora de su creación, y el poeta, con idéntica capacidad de universalidad y, en muchos aspectos, con paralelismos en el tratamiento de lo popular, en el sentido más alto en el que se encuentran sonidos y poemas, música y palabra, capaces de elevarse sobre la vulgaridad localista o los clichés estereotipados, con una capacidad innovadora que en el músico se plasma desde La vida breve o El amor brujo, al Concerto para clave y cinco instrumentos o la inacabada Atlántida, en la que todavía cabe preguntarse cómo llegaría si le hubiese quedado tiempo al maestro de la Antequeruela para no necesitar los póstumos apoyos certeros de Ernesto Halffter. En el caso del poeta, el 'éxito' de los asesinos fue truncar el futuro de una creación, cuyos límites ni paisajes, tras el horizonte de la muerte, no podemos adivinar, tras la evolución que reconsigna desde antes del Romancero gitano hasta su inconcluso El Público, pasando por Poeta en Nueva York y todas sus grandes tragedias, desde Bodas de sangre a La casa de Bernarda Alba.
Y digo que, aunque estamos en un Festival de Música y Danza, ni la poesía ni el teatro por sí mismo, deberían estar excluidos. Obras propias, en versiones diversas, pero, sobre todo, lo que han sugerido a músicos y coreógrafos los textos lorquianos. Y ahí sí que se encuentra un pozo de sugerencias, creaciones, aproximaciones, en todos los géneros: desde el apasionado mundo del flamenco, en el que los temas lorquianos han ejercido siempre gran predicamento -Camarón, Enrique y Estrella Morente, Poveda, La Argentinita, Gades…-, hasta la influencia que en autores y cantantes como Leonard Coen y los maestros del rock, el jazz o la música joven han tenido esos textos bellísimos que pueden convertirse en lieders de todas las tendencias, incluida la música que Ángel Barrios preparó para el poema Preciosa y el viento. Y en este aspecto universal la música clásica -por llamarla de alguna manera, aunque nunca me ha gustado el término limitativo, en los que se incluyen canciones, poemas sinfónicos, óperas, etc.-, ha buscado caminos luminosos para convertir en sonidos o en ballets las palabras de un poeta, un dramaturgo o escritor, como ha ocurrido con Shakespeare o Cervantes, a los que me he referido en el IV centenario de su muerte.
Pero vuelvo a Lorca y la obligación de tenerlo presente no sólo en fechas conmemorativas ni en el exclusivo apartado flamenco. No he estado solo en la petición reiterada desde que me acerqué críticamente al Festival -lamenté que en el cincuentenario de su asesinato se hubiese perdido la oportunidad de incluirlo como referencia del certamen, incluyendo su obra teatral-, sino que lo han hecho otros maestros de la crítica como el desaparecido Enrique Franco que en la reseña del estreno mundial de Cante, in memoriam García Lorca, de Gonzalo Olavide, inspirado en el soneto de Federico -Yo sé que mi perfil será tranquilo/ en el musgo de un norte sin reflejo,/ mercurio de vigilia casto espejo/ donde se quiebra el pulso de mi estilo-, escribía en El País el 8 de julio de 1980: "La producción musical basada en textos de Federico García Lorca aumenta cada año…Pienso que no estaría de más la programación, en los festivales granadinos, de las mejores partituras lorquianas".
Por cierto ese mismo año Victoria de los Ángeles interpretaba en el Patio de los Arrayanes las Canciones populares españolas que el propio poeta transcribió, sin otras pretensiones que recoger sones directos del pueblo, en su apasionamiento musical, producto de su primera formación artística. El homenaje de la cantante al poeta-músico -desde Anda jaleo, a las Sevillanas del siglo XVII, desde Los cuatro muleros a La tarara, pasando por El café de chinitas o El Zorongo- quedará como unos de los recitales para el recuerdo, no sólo del crítico, sino de un público emocionado.
Es verdad que ha habido destacadas programaciones dentro de este contexto, pero no con la asiduidad y relevancia que la memoria y actualidad del poeta hubiese merecido. Entre otras recreaciones -al margen de las numerosas en el cante jondo y el flamenco, con un memorable Morente a la cabeza- mencionaré, como símbolo de lo tarde que suelen llegar algunas obras, la audición que comentaba el 24 de junio de 1992, de Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, de Maurice Ohana, interpretada por el Ensemble Coro y la Orquesta Musicatreize, con solistas y narrador, bajo la dirección de Roland Hayrabedian. Titulé la crítica 'Llanto en familia', por el escaso público asistente, tras el traslado del concierto desde Carlos V al Auditorio. Recordaré alguna frases: "Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, increíblemente, llega al Festival más de cuarenta años después de su composición, cuando una de las ideas que deberían estar presentes en el Festival son estas referencias al más grande poeta de Granada…Llanto es una pieza magistral llena de fuerza y emoción, sustentada sobre una base orquestal en la que el ritmo externo y, sobre todo, interno, rubrica los momentos más esenciales del poema, sin que nunca se diluya en una referencia folclórica o intrascendente". Fue un Llanto pleno de fuerza y sensibilidad, como he subrayado tantas otras versiones relacionadas con el poeta, como ocurrió con las Elegías a la muerte de tres poetas españoles, de Cristóbal Halffter, en 1977, "una desgarrada denuncia musical", como titulaba la crítica el 30 de junio, al comentar los recuerdos musicales de la muerte, en el exilio, de Antonio Machado; la de Miguel Hernández, en la cárcel, y la de Lorca, vilmente asesinado en "su Granada". Algunas cosas más que recordar, como ocurrió en 1998 con el espectáculo Lorca en escena, con los estrenos en España de El rey de Harlem, de Hans Werner Henze, y Don Pirlimplin, de Bruno Maderna, que contó con la versión escénica del cineasta Manuel Gutiérrez Aragón. Tampoco habrá que olvidar la ópera Aynadamar, del argentino Osvaldo Galijov, con tres referencias a Lorca -Mariana Pineda, Margarita Xirgu y el propio asesinato del poeta- presentada en la 60º edición del certamen, ocho años después de su estreno, y que constituyó todo un revulsivo a la memoria histórica de los personajes y los hechos.
Me pregunto si llegará algún día al Festival granadino la ópera de Mauricio Sotelo, sobre la obra incompleta y más enigmática de Lorca como es El Público, que se estrenó el pasado año en el Teatro Real, bajo la dirección musical del granadino Pablo Heras-Casado, uno de los valores más destacado internacionalmente. Tampoco nos ha llegado la versión operística de La casa de Bernarda Alba, que Miguel Ortega estrenó en 2009 en el Festival de Santander y a la que este periódico le dedicó una gran foto en su primera página e informaciones interiores. Hay infinidad de autores a los que no nos hemos acercado.
Pero todavía es más inexplicable -salvando los requisitos escénicos que exige la anteriormente mencionada ópera- que aquí no hayamos escuchado los Cuatro perfiles de Yerma, que otro granadino, José García Román, estrenó en Madrid, el 27 de diciembre de 1984, por encargo del Teatro Español que conmemoraba, con diversos actos, el cincuentenario del estreno, en el citado teatro, de Yerma, a cargo de Margarita Xirgu. Una obra para solista -la soprano Esperanza Abad daba voz a Yerma-, coro y un grupo orquestal, dirigidos por Arturo Tamayo. De aquella composición se publicó un disco que completaba los actos dedicados a la memoria del cincuentenario de la obra lorquiana. En las páginas que arropaban la edición discográfica, Carlos Gómez Amat escribía: "Nos encontramos ante una magistral amalgama de sencillez y complicaciones, que produce un singular efecto en el momento de la escucha atenta. El nutrido grupo instrumental, el conjunto de voces femeninas, la voz protagonista, en un rico esfuerzo de expresión, comienzan a desplegar las muchas posibilidades de García Román como compositor dramático o escénico".
El Coro RTVE se acercará, mañana, en el Centro García Lorca, en horario coincidente con la segunda actuación del Bolshoi, a algunas obras inspiradas o sugeridas sobre versos del poeta, de Manuel Oltra, Einojuhann Rautavaara, Dante Andreo y Mario Castelnouvo-Tedesco. De este último el coro interpretó, en Madrid, Romancero gitano, en febrero de 2011, con Baladilla de los tres ríos, La guitarra, Puñal, Procesión, Memento, Bailey Crótalo.
Se ha reservado, para cerrar la 65 edición, un concierto flamenco de Miguel Poveda, conocido por sus aportaciones a versos de Lorca, en los que tan vital y cercano suena el flamenco. Pero aunque sea popular esta jornada de clausura, que seguro interesará más a un público determinado que otras incursiones musicales -los críticos especializados en el tema analizarán la actuación de Poveda-, creo que no justifica plenamente una programación insuficiente e incompleta para lo que exigiría un Festival Internacional en 'su Granada', en el 80 aniversario del asesinato del poeta.
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