García Roldán, un coyote de la imagen
El artista expone en Espacio iicono la muestra 'Tote Kojoten', una revisión contemporánea del ecce homo
Ángel García Roldán sabe mejor que nadie que Facebook no tiene corazón artístico. Desde hace años viene sistemáticamente censurando las fotos que, pertinaz, cuelga en su muro para compartir su trabajo con sus amigos. Son desnudos en los que, lejos de postularse para ser fotógrafo de Playboy, indaga en la ficción de lo cotidiano y el coleccionismo de lo íntimo, antes que un deseo melancólico por reconstruir lo bello. Menos problemas con la tiranía de las redes sociales tiene con la serie Tote Kojoten (Coyote muerto), retratos desde el espacio del realismo, la tragedia e ironía del sacrificio. "Cuestionan la evidencia de un rostro deformado para acceder desde él a la evidencia de una estrategia del rapto y su consecuencia más dramática: el ecce homo contemporáneo", señala el autor sobre las imágenes que conforman la exposición que se puede visitar hasta el 20 de mayo en Espacio iicono de la calle Santa Bárbara.
Son fotografías en las que Ángel García Roldán se sitúa a los dos lados de la cámara, demacrado, agonizante y con los flecos de la capucha de una cazadora como una corona de espinas. "Ese animal que habitamos niega cualquier suerte de conciencia y de espiritualidad", señala el artista sobre un espacio en el que la sangre que derrama -o su simulacro- es el desenlace físico de toda la presión acumulada. "El destino del coyote es su muerte en la cuneta de cualquier carretera", reflexiona el especialista en videocreación contemporánea, que ha sido premiado en numerosos concursos de creación artística con un trabajo que forma parte de numerosas colecciones públicas.
El carácter performativo de estas imágenes "seducen al mismo tiempo que ofrecen la sospecha del artificio". Nada es real salvo en el instante justo de su transformación. "Cuando me planteo una fotografía en la que me voy a situar a ambos lados de la cámara, necesito despojarme de todos los atributos e ideas que puedan conducirme a controlar la propia situación. Por eso prescindo del artilugio y solo me muestro, o más bien me presento, intentando escapar a la idea de ser representado. No actúo, solo me dejo llevar por la acción de lo físico", afirma el creador que forma parte del nuevo equipo del Vicerrectorado de Extensión Universitaria de la Universidad de Granada. "Mi cuerpo, mi rostro es acorralado ante los límites necesarios que consensúan lo que podríamos denominar como una 'realidad auténtica'. A pesar de ello sigo pensando que cualquier acto humilde de fotografiarme se convierte finalmente en una farsa, porque las certezas son tan intangibles que cuando me veo como un otro ya no puedo considerar propia mi verdadera imagen", continúa el artista para terminar de explicar su exposición con una pregunta: "¿Por qué tanto dolor?".
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