"En los Goya, los documentales somos los hermanos pobres"

Rafael Linares Palomares. Productor

El granadino opta hoy a un premio Goya como productor ejecutivo de 'La primavera rosa' en México, un corto documental dirigido por Mario de la Torre

El documental narra el drama que vive el colectivo LGTB en México. / G. H.
Belén Rico

03 de febrero 2018 - 02:38

Granada/"Estoy ya quitándole el polvo al traje de ceremonias", bromea sobre los preparativos para la gala de los Goya de hoy Rafael Linares, productor ejecutivo de la cinta La primavera rosa en México, que opta al mejor cortometraje documental. No es la primera vez que el granadino se sentará en el patio de butacas en la entrega de premios más importantes del cine español: ya ha estado en dos ocasiones anteriores, en una de ellas junto al director de este último título, el onubense Mario de la Torre.

Eso fue en el año 2009 y competían con Hárraga, otro corto rodado en Granada sobre los niños inmigrantes que llegan solos a España, pero el tándem cinematográfico llevaba funcionando desde 2003. El documental por el que están nominados al galardón este año se enmarca en una serie de cortos con el mismo título, La primavera rosa, pero situado cada uno en un país diferente y que llevan rodando a razón de uno por año desde 2013. Primero fue en Túnez, después Rusia, México, Brasil y ahora en España, que se estrenará ya el próximo año.

El académico tiene que votar entre cuatro que a veces no conoce y dice: ¿A cuál? Pues a este que me suena""Nuestro objetivo no es tanto llegar a más público como que se hable más del tema de la homosexualidad allí"Profesionalmente hay otros premios con más prestigio, pero por los Goya todos te felicitan y por los otros no"Nosotros vamos, hablamos y documentamos pero los que se quedan dando la cara son ellos"

Rafael Linares, afincado en Madrid desde hace años donde ejerce como profesor de Producción de la Universidad Rey Juan Carlos, explica que cada sitio tiene un problema diferente. "En España por ejemplo, el enfoque no es tanto la violencia física como sucede en otros países, (aunque ha habido algunos casos de agresiones), como el bullying, sobre todo con menores y el tema de la transexualidad".

Además de enseñar Producción, ha ejercido como profesor de marketing de cine en numerosas universidades y escuelas, algo que seguro ha podido poner en práctica de forma intensiva en la campaña previa de promoción de la cinta para los Goya. "En este caso es diferente porque aquí los que votan son los académicos. En total serán unos 1.400 los que quieres que vean tu cinta. No haces una promoción de cara al público final, así que no te interesa tanto por ejemplo salir en prensa. A pesar de eso, sobre todo en categorías pequeñas como la nuestra, el que es más conocido es el que lo tiene más fácil. El académico tiene que votar entre cuatro que no conoce, porque igual la mayoría de las cintas no las ha visto, y dice: "¿A cuál voto? Pues a este que me suena. Muchas veces pasa eso".

Reconoce que en los Goya, "la ficción es la reina y los documentales somos los hermanos pobres", pero son unos premios que dan "mucha proyección mediática". "Profesionalmente hay otros con más prestigio que te permiten entrar en festivales y que te hacen más fácil llegar al público al que nosotros nos dirigimos. Pero por los Goya todo el mundo te felicita y por los otros no te dicen nada".

Al final lo que importa es llegar al público, y ese objetivo en principio el documental no lo tiene fácil, y más en el género de corto. "Como documental hay menos, moverlo siempre cuesta más, pero con independencia de que sea corto o largo. A nosotros nos da igual, lo que hacemos es contenidos. En nuestro caso son cortos muy activistas y muy enfocados para que sean educativos. Por eso en la página web de La primavera rosa también hemos ido desarrollando herramientas de educación no formal que acompañen a los visionados. Se utilizan mucho para dar sesiones formativas en asociaciones, congresos, para institutos...".

Pero su objetivo no es tanto llegar a más publico como "que se hable de ese tema", un problema en el que decidieron trabajar a partir de la Primavera Árabe. "A raíz del bombardeo mediático que teníamos en ese momento, nosotros decidimos hacer algo pero fijándonos en los pequeños detalles en los que los medios no tienen tiempo para detenerse. No había ningún comentarios sobre los gays en Túnez, a pesar de que la homosexualidad es delito en la constitución del país. Mario tenía contactos que nos informaron que lo que contaban los telediarios no era lo que se estaba viviendo allí, y así surgió el planteamiento de todo esto".

El productor cuenta que antes de las dos o tres semanas de rodaje que invierten en el país para cada documental, hay casi un año de trabajo previo para hacer contactos. Primero hablan con los conocidos de ese país y, si no es suficiente, con asociaciones LGTB. Comenta que ahora les resulta más fácil porque cuentan con varios documentales previos como carta de presentación. "Hay que ir con todo muy bien definido porque en algunos sitios nos hemos vuelto amenazados de muerte o cerca del secuestro. Y eso que nosotros vamos, documentamos, grabamos, estamos con los activistas pero luego nos venimos a casa y los que se quedan dando la cara son ellos allí".

Uno de ellos es Alberta, un chico que aparece vestido de esperpéntica novia por las calles de México y que se termina convirtiendo en la estrella del documental que hoy opta a los Goya. "Él vino a Madrid para contar la situación que se estaba viviendo allí, sobre todo los que están más abajo, los que tienen menos recursos económicos porque sufren una doble discriminación: la pobreza, el machismo o el racismo. El peligro es de ellos porque el documental se está proyectando allí por muchas asociaciones y festivales", dice sobre el drama, que hoy gozará de mayor atención.

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