La Granada romana: la ciudad anterior al islam
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La Universidad de Granada ha elegido como libro del mes ‘Florentia Iliberritana’, una obra publicada por la catedrática de arqueología Margarita Orfila
Granada/Margarita Orfila, catedrática de Arqueología de la UGR, es una de las personas que mejor conocen la Granada Romana. Considerada una eminencia en la materia, en la actualidad se encuentra jubilada en su Menorca natal y ha recibido con sorpresa y alegría la noticia de la elección de su obra Florentia Iliberritana como libro del mes de noviembre de la Universidad.
Aunque el libro vio la luz en 2011, las investigaciones de Orfila comenzaron mucho antes. Prácticamente desde que puso el pie en la ciudad. “Yo llegué a Granada a finales del 90, cuando aprobé las oposiciones. Desde el primer momento empecé a investigar la época romana porque me he dedicado siempre a trabajar en este periodo”.
Reconoce que a la hora de abordar la historia de Granada “el peso de la Alhambra es muy fuerte”. Pero también que la construcción del monumento fue posible porque “detrás había un pasado” que “es importante y suma”. Y a su vez, tuvo mucho peso en época romana, “porque también tenía un pasado de época ibérica”.
En concreto, Florentia Iliberritana. La ciudad de Granada en época romana abarca un amplio periodo que transcurre desde inicios del siglo II a. C. hasta el final de la Antigüedad Tardía. El libro también hace un repaso exhaustivo de esta época a partir, principalmente, de lo que la autora denomina “los documentos obtenidos en el archivo histórico que subyace en el subsuelo de esta ciudad”.
En realidad, Orfila se refiere con ello a la “serie de hallazgos arqueológicos” que han quedado al descubierto a partir de las remociones de tierra y cambios urbanísticos tras la toma de Granada por parte de los Reyes Católicos y hasta la fecha de la publicación de la obra.
Esos descubrimientos, explica Margarita Orfila, analizados conjuntamente “con las otras fuentes históricas, como son las referencias literarias”, le han permitido reunir en esta obra una completa información de la historia de la ciudad: “De nuestra herencia”.
Además del trabajo con estos materiales, Orfila hace suya la máxima de Newton que achaca el éxito del conocimiento científico a la posibilidad de subirse a los hombros de otros gigantes que estudiaron la materia previamente. Así, la arqueóloga cita algunos nombres propios: “Tuve suerte porque había gente que trabajó en ese periodo y me facilitó entender lo que había significado Granada en el periodo romano. A finales del XIX, los Gómez Moreno, tanto padre como hijo, ya habían tenido un interés por la Granada romana. En el momento de expansión urbana y de trazar la Gran Vía, habían recuperado y ensalzado ya ese periodo”. A mediados del XX cita “otra figura muy importante, el religioso Manuel Sotomayor, fallecido este mismo año y artífice de unos importantes trabajos de excavaciones en el Albaicín. También otra profesora que trabajó con él y continuó su labor, Mercedes Roca.
Orfila asegura que cogió el testigo en un buen momento. “Tuve suerte porque se dio un boom urbanístico antes de la crisis del 2008 y eso generó un gran movimiento de tierra en la ciudad”. Para canalizar los resultados de todas las excavaciones que se llevaban a cabo con cada nuevo hallazgo se creó el proyecto Arqueología Urbana, que lideró Francisco Contreras y que contó con Antonio Malpica y Fernando Molino, junto a la propia Orfila.
¿Qué es fue lo más destacado de ese trabajo?. “El Albaicín es el inicio de la ciudad de Granada ya desde la Edad del Bronce, tuvo una gran importancia en la Época ibérica, de ahí el nombre de Ilíberis, denominación de esa etapa”. A partir del siglo II antes de Cristo esta zona entra dentro de la órbita romana y empieza a generarse la administración típica de sus territorios.
Pero Orfila explica que la investigación de este periodo ha chocado con el handicap de las falsificaciones que hizo Juan de Flores. Aunque su idea eran ensalzar que Granada había sido muy importante antes del islam, se provocó lo contrario: “Eso hizo que durante el XVIII y XIX la realidad de lo que había sido Granada en época romana siempre estuviera en tela de juicio. Se siguieron identificando bienes de época romana y siempre había un punto duda”.
Las evidencias de la excavaciones sistemáticas del XX y XXI no permiten dudar de la importancia que tuvo esa ciudad, la sociedad romana que se creó y que La Vega de Granada fue base la económica de esta ciudad. Por eso se han ido identificando también numerosos establecimientos rurales, porque una parte importante del trabajo en el campo era la creación de aceite.
Villas como la de Salar ocupan ahora las últimas excavaciones, pero todavía queda mucho. Un trabajo de inventario de los hallazgos posteriores a la fecha de publicación de esta obra que Orfila deja ya a los nuevos y “excelentes” arqueólogos que siguen desentrañando los retos ocultos bajo la tierra de la ciudad.
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