Hijos del desarraigo

Poco a poco, la editorial Mondadori está publicando en español la obra completa de V. S. Naipaul, Premio Nobel de Literatura de 2001, y uno de los mejores escritores vivos

José Abad

13 de enero 2011 - 05:00

Los encartes y descartes geopolíticos realizados por las antiguas metrópolis con sus respectivas colonias han originado, a lo largo del siglo XX, una serie de flujos migratorios ora hacia el Oeste, ora hacia el Este, ora hacia el Norte, ora hacia el Sur, que han alumbrado a generaciones enteras de desarraigados. V. S. Naipaul es hijo de estos vaivenes. De origen hindú, aunque nacido en las Antillas (En Puerto España, Trinidad), Naipaul tiene nacionalidad británica. En calidad de narrador y periodista, luego, se ha pateado medio mundo levantando acta de los conflictos sociales, políticos, religiosos y raciales que han encendido infinidad de hogueras y derramada no poca sangre en la segunda mitad de la pasada centuria. Merece destacarse, en este ámbito, la amplitud de miras del autor, quien, en un magnífico libro-reportaje publicado en 1981, Entre los creyentes. Un viaje por el Islam (Debate), supo ver las consecuencias a largo plazo de la entonces recentísima Revolución Islámica iraní, así como los derroteros que tomaría el fundamentalismo de matriz islámica.

En Guerrilleros (Mondadori), la desubicación iguala y enfrenta a tres personajes recién llegados a una innominada isla caribeña, antigua colonia inglesa, un paisaje desolado de estructuras a medio terminar, fábricas desmanteladas, almacenes vacíos, vastísimos vertederos y suburbios atestados por una multitud desahuciada, también desarraigada. Estos personajes son James Ahmed, un mestizo con apetencias de liderazgo que pretende llevar a cabo una revolución incruenta basada en la recuperación de la dignidad indígena a través del trabajo de la tierra; Peter Roche, un blanco con fama de paladín antirracista por haber sido encarcelado y torturado en Sudáfrica, que tiene el cometido de asesorar a Ahmed en su empresa comunal; y Jane, la amante del anterior, una mujer de ánimo antojadizo, que hace pasar sus rabietas por rebeldía, sus quejas por críticas, y que durante su estancia en la isla intentará consumar varias fantasías sexuales pequeño-burguesas a propósito de la proverbial virilidad de los hombres de raza negra: Jane aceptará el cortejo de Ahmed, aunque éste, en realidad, esté más interesado por los jovencitos a su cargo.

También el engaño hermana y encara a los tres protagonistas; una mentira instintiva, casi inconsciente. Sin haber reparado en ello, James Ahmed ha falseado su pasado para adecuarlo a lo que la gente espera de un líder, de ahí el rol de semental negro que interpreta para Jane. Peter Roche no termina de reconocer la verdad de sus acciones en Sudáfrica, probablemente improvisadas y temerarias, no calculadas y valientes, e ignora que la hora heroica raramente suena dos veces para el mismo individuo. Mientras Jane, para horror suyo y del lector, descubrirá demasiado tarde los peligros de la banalidad y las consecuencias de tratar a la gente como si fuera un pedazo de carne. Esta "imprevisibilidad" es la nota dominante del relato. Guerrilleros está plagada de giros inesperados, nunca arbitrarios, tanto de los acontecimientos como de las personas. Los hechos pasan de lo inocuo a lo terrible. Las personas se presentan a veces ocultas tras impecables fachadas de respetabilidad; otras, despojadas de la máscara que escondía su rostro.

En manos de Naipaul, el Caribe no tiene nada de idílico; el clima del trópico es sofocante, la foresta crece en desorden, las alimañas se agazapan en la espesura. Además de con el paisaje, el autor trabaja concienzudamente con el tiempo y la impresión de "relato vivo" es intensa. En la isla, el descontento es general y está avivando una intensa rabia que sólo espera la chispa que haga saltar todo por los aires. Naipaul construye una cotidianidad verosímil a estos personajes desplazados y la socava, con detalles de diverso calibre, según va enrareciéndose la historia. Una tarde, mientras regresa a casa, Roche es detenido y su vehículo registrado en un control policial. La anécdota carecería de relevancia, pero sucede que, en tanto hombre blanco y a pesar de sus ideas progresistas, Roche está acostumbrado a no rendir cuentas a nadie y a que nadie se las pida. Que de pronto ocurra esto, una nadería, demuestra que está expuesto a que le suceda cualquier cosa. Y así será.

V. S. Naipaul. Mondadori. Barcelona, 2010.

MANOS ROJAS. Stephen Woodworth. Roja & Negra, Barcelona, 2010.

En el año 2004, Woodworth consiguió un importante éxito con Ojos violeta, un híbrido de novela policial y ciencia ficción con una sugerente premisa argumental: la existencia de unos individuos de ojos de color violeta con capacidad para hablar con los muertos y que ayudan a la policía a resolver casos criminales. Manos rojas es la segunda entrega de una serie que cuenta ya con cuatro títulos.

ESTA NOCHE DIGO ADIÓS. Michael Koryta. Roja & Negra, Barcelona, 2010.

Esta novela supuso el debut de un jovencísimo autor que se está presentando como la gran esperanza blanca de la novela negra. El protagonista de este libro es un detective, cínico pero sentimental, perteneciente a la ilustre cuerda de Sam Spade y Philip Marlowe, los personajes creados en su día por, respectivamente, Dashiell Hammett y Raymond Chandler.

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