Historia de un lento asesinato

Ciencia abierta

No gritan, no huyen, no lloran, no derraman sangre, solo dejan la ausencia de su sombra perdida

melia o cinamomo que cayó en el lateral de la plaza R. Guillén.
melia o cinamomo que cayó en el lateral de la plaza R. Guillén.
Francisco González

24 de octubre 2023 - 05:13

Hace unas semanas fue noticia la tala de un árbol junto al Muro de Adriano, al norte de Inglaterra próximo a la frontera escocesa, un espécimen de una especie de arce (Acer pseudoplatanus) cuya edad estimada variaba según fuentes consultadas, al menos 150 años y quizás alcanzara los 300. El acto se atribuyó en un principio a un joven aunque posteriormente parece se detuvo a un hombre de unos 60 años como sospechoso del acto vandálico, pareciera que lo de la edad era lo esencial del hecho junto a que el árbol estaba situado junto a la muralla romana y que había aparecido en imágenes de películas de Robin Hood. Alguna crónica lamentaba la pérdida paisajística y que iban muchos turistas por allá para hacerse el conseguido retrato para la inmortalidad pasajera. Desconozco si está aclarada la autoría del vandalismo, aunque para suavizar el drama se apunta a que quizás el árbol pueda rebrotar y en unos años, se dice, podría tener un cierto porte y que en unos 150 años podría recuperar el porte perdido. Desde luego nadie de nosotros podrá contemplar ese nuevo porte.

No imagino que ningún titular hubiera escrito que un árbol había sido asesinado o fuera víctima de un crimen premeditado, talarlo de forma precisa y con habilidad, como había sido el caso, solamente ganaba el apelativo de acto vandálico o barbaridad o quizás atentado ecológico. Nadie piensa que un árbol pueda ser asesinado. Asesinar se define como matar a alguien con alevosía, ensañamiento o por una recompensa, nos dice el diccionario; asesinato es la acción y efecto de asesinar. Y continuando con definiciones académicas, matar es quitar la vida a un ser vivo, derivándose del latín mactare (inmolar, sacrificar).

Ciencia Abierta ha dedicado más de una página al mundo vegetal y sus asombrosas características, como la de rebrotar, ¿podríamos decir que resucitar en términos metafóricos o casi reales? Así, Su majestad el árbol (Ciencia Abierta nº 40), La oculta red del mundo vegetal (Ciencia Abierta nº 110). La psicología nos dice que el ser humano tiene una tendencia a ignorar, se conoce como ceguera hacia el mundo vegetal, el mundo de las plantas, viéndolas solo como un fondo de paisaje, inmóvil, no amenazante para su supervivencia y por tanto nuestro cerebro evolutivamente las ignora. Los niños y niñas tienen dificultad para clasificarlos como seres vivos pues no se mueven, característica vital primaria que usan los pequeños para considerar algo como vivo; tampoco respiran, ni se quejan, ni lloran. Y en el lenguaje parece que no podemos decir que mueren, solo se secan; y claro tampoco los podemos asesinar, ni matar, solo los talamos.

En estos últimos días, las lluvias tan ansiadas han venido acompañadas de fuertes vientos que han derribado varios árboles en nuestra ciudad. En el momento de escribir este Ciencia, tarde del domingo, he podido ver como otros árboles han sido derribados en las cercanías de mi casa, afectando a un colegio adyacente. En este fin de semana se han producido la caída de muchos árboles, con diversos daños y dos personas heridas al ser alcanzados por ellos. Esas caídas van a provocar que los árboles sean talados, podemos decir que esos árboles van a morir por causas naturales. ¿O quizás no?

La imagen que ilustra esta página es la de un melia o cinamomo (Melia azedarach) que cayó en la madrugada del 20 de octubre en el lateral de la plaza R. Guillén, junto a la zona que es excavada para recuperar los restos de una villa romana allí situada. La imagen que pude obtener de una de sus ramas más gruesas me viene a decir que ese árbol tenía al menos 30 años, probablemente llegara a los 40 años de edad. Ese ejemplar se situaba dando sombra a una zona de aparcamiento y tenía una rama de cierto grosor que fue talada una noche por dos jóvenes que no eran operarios municipales. ¿Qué razón pudo tener esa tala? ¿Una apuesta entre adolescentes? ¿En qué molestaba? ¿Era casualidad que bajo esa rama habitualmente estacionaba un vehículo de cierta altura, en un estacionamiento que era particularmente reservado para tal vehículo? Hago mía la hipótesis de que ese melia, que se fue doblando lentamente tras esa tala ocurrida hace unos cinco años, no habría caído si su estructura natural no hubiera sufrido aquella agresión.

No comparto ciertos extremismos de algunos movimientos ciudadanos y corrientes de pensamiento que llevan a caracterizar a los animales como seres 'sintientes' y a dotarles de derechos casi humanos (Qué es un ser vivo sintiente, Ciencia Abierta nº 229), pero me resulta contradictorio que nos olvidemos de proteger a seres vivos que son esenciales para la vida en nuestro planeta. De hecho como primeros elementos de los ecosistemas muchos vegetales podrían vivir sin la presencia del mundo animal y desde luego sin nosotros los humanos. Todas las especies arbóreas, por ejemplo, que usan el aire como medio polinizador ni siquiera requieren a los insectos para su reproducción.

También en esta página se ha denunciado que el trato por las autoridades de los árboles en Granada tiene mucho que mejorar (Arboricidios granadinos, Ciencia Abierta nº 129), recientemente asistimos a las protestas por unas talas en varias zonas de la ciudad. ¿Habrá que encadenarse a los árboles, recordando aquella famosa protesta de 1974 cuando, la entonces Avenida Calvo Sotelo, quedo tan pelada como un monje budista, al eliminar más de 400 árboles?

Hay muchas muertes naturales, sin duda, todo ser vivo muere por definición, pero el descuido en sus cuidados por las autoridades encargadas y el vandalismo de gente que los trata como cosas inertes, no son pocas las ramas partidas por colgarse en ellas, provoca lentos asesinatos de los que somos solo conscientes cuando una cinta blanca y roja marca el perímetro del lugar del crimen. Y luego solo queda la ausencia de la sombra que nos ofrecía, sin pedir nada a cambio, aquel hermoso árbol que ya no está.

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