Ibn Yayyab, “el otro poeta de la Alhambra”

En los márgenes

Tres poetas plasmaron sus versos en los muros de la Alhambra, Ibn Yayyab, Ibn al-Jatib e Ibn Zamrak

Ibn al-Jatib (1313-1374)

Ibn Zamrak el gran poeta de la Alhambra

Muhammad V y las fiestas de la Alhambra

Palacio del Partal en donde se encuentran decoraciones con versos de Ibn Yayyab
Palacio del Partal en donde se encuentran decoraciones con versos de Ibn Yayyab / R. F.

Emilio García Gómez se ocupó de la traducción y estudio de los versos de Ibn Zamrak denominándolo como "el poeta de la Alhambra" y es verdad que fue el de mayor inspiración y brillantez. Trata por primera vez este personaje en su discurso de ingreso en la Real Academia de la Historia en 1943. Por eso María Jesús Rubiera Mata (1982) en su libro sobre Ibn Yayyab lo titula "el otro poeta de la Alhambra", que además fue objeto de su tesis con la que obtuvo el Premio Extraordinario de Doctorado en 1972, continuando las investigaciones sobre este autor su discípula Mariana Kalaitzidou.

He dedicado artículos anteriores a las figuras de Ibn al-Jatib, polígrafo e historiador, e Ibn Zamrak, el gran poeta, por lo que estás líneas están dedicadas a la divulgación de Ibn Yayyab, que es además el primer poeta conocido cuyos versos decoran los muros de la Alhambra y el Generalife.

La fuente principal de Ibn Yayyab (Granada 1274-1349), de las noticias sobre su vida y su Diwan poético, es su discípulo Ibn al-Jatib.

Según las investigaciones de María Jesús Rubiera Mata su familia era originaria de Granada, posiblemente alfaquíes. Su padre le enseñó el Corán y posteriormente estudió las ciencias coránicas, formándose también como alfaquí (experto en derecho islámico al conocer el Corán y la Sunna, dichos y aprobaciones del Profeta y sus compañeros).

Portada del libro de Rubiera Mata 'Ibn Yayyab, el otro poeta de la Alhambra'.
Portada del libro de Rubiera Mata 'Ibn Yayyab, el otro poeta de la Alhambra'. / R. F.

También estudió la lengua árabe en sus vertientes de poesía, prosa y retórica, fundamentales en la formación de un poeta. Fue alumno de Ibn al-Zubayr, que enseñaba en la Mezquita mayor de Granada y del místico Abu al-Hasan Ibn Fudayla (m. 1299) de la cofradía sufí de los Sidi Bunuh del Albayzín.

La ascética y la mística, presentes desde los inicios del Islam de forma individual o de grupos de personas selectas, durante el agitado período de los selŷuqíes y a lo largo del siglo XII tomará la forma de movimiento organizado y masivo adquiriendo carta de naturaleza en la ortodoxia. El místico y filósofo al-Gazzālī (Algazel) (1058-1111) recomendaba la utilización de la música como medio de piedad y ascensión del alma a la verdad suprema: Alá. Así, se constituyeron las ṭarīqa (plural ṭuruq) voz que significa vía, camino, y por extensión: cofradía, hermandad, asociación de sufíes. Importantes han sido los llamados ribāṭ o residencias fortificadas de los que se dedicaban a ampliar los dominios del Islam en tierras de infieles; o la zāwiya, cenobio, residencia de un anacoreta o tumba de algún morabito, y por extensión cualquier lugar en donde los sufíes tienen sus juntas. En el reino nazarí de Granada, aunque de forma no oficial, se desarrollaron diversas prácticas del sufismo y la mística del islam, incluso en ambientes cortesanos.

Se trasladó por un breve periodo de tiempo a Málaga donde continuó su formación en la Mezquita Mayor. Posteriormente, Abu 'Abd Allah al-Sahili, maestro de la cofradía sufí de Málaga, construyó una madraza y varias mezquitas, lo que Ibn Yayyab celebrará en un poema. También tendrá poemas dedicados a la fiesta del mawlid, o nacimiento del Profeta, al que le dediqué un artículo recientemente: Muhammad V y las fiestas de la Alhambra.

Todo joven pota aspiraba entrar en el Diwan al-Insa', que era la oficina de redacción oficial del reino, encargado de redactar la correspondencia y los documentos oficiales. También escribían las casidas sultaniyyas, dedicadas al sultán, a los acontecimiento familiares del reino, bodas, nacimientos, viajes, campañas bélicas, victorias, o funerales, así como los epitafios de las tumbas. Ibn Yayyab ingresa en esta institución en 1295, con poco más de 20 años. La forma de funcionar era como un taller con varias personas de diferentes edades, unos hacían de aprendices mientras el maestro era el que coordinaba y revisaba todo. Ibn Yayyab será a su vez, con el paso del tiempo, el maestro de Ibn al-Jatib. Con 34 años ascenderá a Jefe de la Chancillería o del Diwan al-Insa’, en 1309. Con Yusuf I unirá el puesto de la dirección de la secretaría con el de primer ministro o wazir (visir) siendo así el de "los dos visiratos" [de la pluma y de la espada].

Vivió 75 años y se mantuvo al servicio de la corte nazarí con Muhammad II, Muhammad III, Nasr, Isma'il, Muhammad IV y Yusuf I, sin embargo murió sin ser asesinado a diferencia de sus sucesores, Ibn al-Jatib e Ibn Zamrak. Ibn Yayyab va a narrar en los versos de sus casidas los acontecimientos más importantes del reino nazarí desde 1295 con Muhammad II hasta su último poema dedicado a Yusuf I en 1345. Tiene un interesante poema dedicado a 'A'isa, Fatima y Maryam. Tubo al menos dos hijos y uno de ellos murió en plena juventud.

Cuenta Rubiera Mata la anécdota de que en una ocasión y sobre la incursión de Alfonso XI en la Vega de Granada en 1340, delante de toda la oficina de la secretaria de redacción real, Ibn Yayyab comenzó un poema y después de los dos primeros versos se dirigió a su discípulo predilecto y le dijo: "Sigue improvisando tu" sabiendo que era capaz de hacerlo con el mismo pie métrico y rima. Esa práctica de improvisación poética de al-Andalus nos evoca a los troveros de la Alpujarra que improvisan sobre un tema obligado o actualmente a los torneos dialécticos de los raperos.

La muerte del hijo de Ibn Yayyab y la muerte del padre de Ibn al-Jatib hizo que se adoptaran espiritualmente mutuamente. Ibn al-Jatib nos muestra también a Ibn Yayyab como de un agudo ingenio, amante de las bromas y los chistes, aficionado a retruécanos y adivinanzas y de reírse de sí mismo.

Fue enterrado en el cementerio de la Puerta de Elvira y acudió el propio sultán, dedicándole trenos Abu Bakr ibn al-Hakim, los Banu Yuzzay e Ibn al-Jatib.

Torre de la Cautiva, una de las joyas del arte nazarí en la Alhambra, decorada con poemas de Ibn Yayya
Torre de la Cautiva, una de las joyas del arte nazarí en la Alhambra, decorada con poemas de Ibn Yayya / R. F.

Sus poemas decoran en la Alhambra El Partal, como estudiaron Dario Cabanelas y Antonio Fernández Puertas, en la Torre de la Cautiva, en el reinado de Muhammad III y Yusuf I, así como en el Generalife en tiempos de Isma'il. También encontramos un breve fragmento poético de este autor en un jarrón elogiando a Isma'il.

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