Irene Sánchez, esa realidad que encierra una metáfora
Artistas de Granada
Muy joven, ya con un historial notable, la creadora se descubre a una pintora inmersa en un claro estamento creativo lleno de fortaleza, rigor y personalidad
Granada/El transcurrir del arte en Granada se cuenta por significativos episodios en los que tienen lugar hechos importantísimos patrocinados por grandes artistas que, desde ya hace casi cuatro décadas, desarrollan, sin solución de continuidad, una bella página de máxima historia creativa. A lo largo de estos años y de manera continuada, los artistas con mayúsculas se han ido sucediendo unos a otros posibilitando que aquello tan significativo que comenzó auspiciado por la Diputación Provincial y, poco después, aumentado y magnificado por la Facultad de Bellas Artes, tuviera una continuación y una salud que constata el lugar de privilegio del arte que se hace en la provincia.
Irene Sánchez (Granada, 1983) es una artista más en esa importantísima y excelsa cadena que sigue dando lustre a la creación contemporánea de esta ciudad. Muy joven, ya con un historial notable, se descubre a una pintora inmersa en un claro estamento creativo lleno de fortaleza, rigor y personalidad. Ella es producto, un ejemplo más, de la factoría Facultad. Como tantos otros, su paso por Bellas Artes culminó en una artista con poderío que, más tarde, con los pasos bien encaminados por la rutas seguras y adecuadas, daría su fruto en una autora consciente, dispuesta y con las fórmulas bien asentadas para afrontar una profesión con cierta seguridad.
La creadora, presente en centros artístico de interés
Así, muy pronto, Sánchez se ve instalada en los circuitos adecuados y marcando muy buenas posiciones en los complejos sistemas de lo artístico. Ha sido grande muy joven, con proyección certera y estando presente en los centros de mayor interés y trascendencia. De esta manera la hemos visto exponiendo en solitario en el Centro Damián Bayón; en el Palacio de los Condes de Gabia; en el CUC de Antequera con una exposición titulada Líneas onduladas para el agua y festones para las nubes, producida por las Ayudas Injuve para la Creación Joven; en la galería Cámara Oscura de Madrid; en la casa Sostoa de Málaga; en el Espacio Olvera de Sevilla; y en la Casa Pinillos de Cádiz, presentando aquella magnífica muestra Breviario de la Montaña, conseguida gracias a la Beca Iniciarte de la Junta. Muestras muy significativas que se completan con un número importante de presencias en colectivas, ferias, certámenes y colecciones, haciendo que su joven carrera sea, ya, un cúmulo de importantes acontecimientos muy a tener en cuenta.
La creadora es una artista que nos plantea los buenos desarrollos formativos que, desde siempre, han tenido los que han salido de la Facultad de Bellas Artes. A un desarrollo técnico poderoso, a los estamentos de la profesión artística, con sus argumentos productores bien sustentados, hay que unir los lúcidos parámetros artísticos de cada uno. La artista granadina responde, claramente, a todo esto. Su pintura, formalmente, no ofrece duda alguna; está muy bien acondicionada, plantea los desarrollos de un arte eterno sustentado conscientemente y sin dejar resquicios a la duda.
Pero no sólo se queda en eso. En su pintura hay mucho más que una cocina muy bien acreditada, con profundo conocimiento para poder realizar cualquier cosa. Hay, además, un patrimonio artístico personal, una idea muy bien acondicionada que, con los cimientos bien fraguados, permiten levantar un edificio lleno de registros, buenas formulaciones y, asimismo, con mucha entidad creativa.
La pintura de Sánchez plantea una realidad cuestionada; buscando infinitamente más lo que se presiente que lo que se ilustra; aunque esto esté muy bien suscrito y perfectamente cocinado. En sus representaciones, perfectamente relatadas plásticamente y con ese acentuado dominio de la técnica pictórica que posee, transcurre el planteamiento de un concepto que subyace tras cada manifestación. La idea aparece suspendida en una especie de foto fija que se adivina tras los esplendores máximos de una realidad sabiamente estructurada.
Lo que se vio perfectamente en su trabajo El breviario de la montaña. Allí nos encontramos el fuerte carácter pictórico de una realidad muy bien pintada. Tras un escenario natural de absoluto rigor plástico se presentían situaciones mediatas que nos transportaban a episodios de gran espiritualidad. La soledad, el silencio, la mística de la naturaleza se suspendía en cada una de las acertadísimas pinceladas.
Y es que, el concepto artístico de Irene Sánchez, plantea con todas sus argumentaciones, el resultado físico de una metáfora. La realidad queda suspendida en un sabio juego de complicidades, de presencias y ausencias, de sistemas intepretativos que dejan en absoluta quietud la lineal visión de lo más inmediato.
La artista granadina participó en estos días en Sombras, virus y diversidad, un proyecto del Centro José Guerrero, con motivo del Día Internacional de los Museos, en el que una serie de artistas hacían sus intervenciones con los efectos inexorables de la pandemia como asunto motivador. La obra de Sánchez, ocupa, asimismo, en estos momentos, las estancias expositivas de la galería Sevillana Espacio Olvera, una de las de más abiertas perspectivas que, actualmente, existen en Andalucía.
Estamos, pues, ante una joven que ha dejado los parámetros expectantes de artista emergente para situarse en los definitivos escenarios de una realidad artística que no tiene vuelta de hoja.
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