José Carlos Rosales presenta nuevo poemario, 'Alguien lleva una piedra escondida en la ropa'.
José Carlos Rosales presenta nuevo poemario, 'Alguien lleva una piedra escondida en la ropa'. / Archivo
Pablo J. Calvo

29 de noviembre 2023 - 14:23

Granada/-Alguien lleva una piedra escondida en la ropa… ¿De dónde nace esta idea?

-Una intuición poética no nace por un solo motivo. Además, las primeras ideas de este libro sufrieron múltiples ramificaciones, se ampliaron de una forma dispersa y tuve que acotarlas hasta lograr un equilibrio entre las diversas significaciones poéticas de ese alguien que lleva una piedra consigo; entonces seleccioné tres o cuatro líneas temáticas: la orfandad de la piedra, la orfandad del que la lleva escondida, el tránsito constante de los que han perdido su origen o la hostilidad de un clima que no permite atender a los que huyen. También, para ser más exactos, te diría que empecé a pensar en este tema en el año 2005, cuando Ernesto Páramo nos pidió a Milena Rodríguez y a mí colaborar con el Parque de las Ciencias para que hiciéramos una selección de poemas sobre este tema de las piedras con el objeto de que acompañaran una exposición centrada en estos asuntos geológicos.

-Se hacen muchas referencias a la piedra, a su tamaño, a cómo tratarla, pero realmente no se sabe mucho sobre ella. ¿Es una piedra real o algo que se le parece?

-Bueno, pienso que se trata de una piedra real, tan real como esas que vemos cuando vamos andando por la playa o el campo. Las piedras de las que se habla en este libro, sin dejar de ser piedras tangibles, también pueden ser algo más, pero eso tendrían que decidirlo los lectores; son ellos los que, partiendo de sus propias vivencias, deberían de precisar su sentido suponiendo que eso sea necesario, ya se sabe, la comunicación poética es poética porque es intuitiva, ambigua o polivalente y cada lector debe hacerla suya, orientarla según sus necesidades.

-En las dedicatorias, se menciona a Beckett como fuente de inspiración para la escritura del libro, un hecho que se puede rastrear por la cantidad de veces que se menciona la palabra “piedra” a lo largo del mismo, ¿cuánto de absurdo hay en el poemario?

-No hay nada más sensato que reconocer lo irracional o caótico del mundo que nos rodea: lo que haya de absurdo en este libro no procede de mí, procede del mundo circundante, un mundo que, a veces, es irremediablemente absurdo, como ya mostraron Beckett, Ionesco o Kafka. Tengo que reconocer que ese desgarro existencial al se refieren estos autores es uno de los distintos soportes sobre los que se apoya mi trabajo como poeta.

-Los poemas cuentan cada uno con su propio título, pero la estructura es claramente episódica, estando estrechamente ligados el primero con el segundo y así sucesivamente, ¿por qué tomar esta decisión para escribir poesía?

-Todos mis libros son así, son libros organizados alrededor de una trama más o menos visible, están centrados en un tema o en una situación. Hay otros poetas que también trabajan de ese modo y estructuran sus libros como un todo orgánico, pensemos en Pedro Salinas y en La voz a ti debida; en Blanca Varela y en su Concierto animal; o en Antología de Spoon River, del estadounidense Edgar Lee Masters. Me gusta que los libros de poesía sean algo más que una serie de hojas encuadernadas, sus páginas deben tener una razón común y cada uno de sus poemas tendría que obedecer a un mismo propósito, claro y constante.

-El libro, además, de pronto se divide en dos partes, ¿qué hay en cada una de ellas?

-Sin eludir un cierto salto temporal, entre la primera y la segunda parte hay una evidente continuidad, no sólo narrativa, sino también reflexiva, una continuidad que busca un desenlace, una conclusión, aunque sea provisional. Cada una de las dos partes pone el acento en cada una las dos caras de una realidad escurridiza: por un lado, el deterioro de un mundo que, como se indica en el título de la primera sección, comienza a estar Fuera de servicio; y por otro, el propósito de salir de ese mundo averiado donde cada cual avanza puliendo o afilando las aristas de la piedra que lleva consigo: creo que la segunda parte insinúa una salida, de ahí que se titule Playa sin nadie.

-Parece no haber personajes en el texto; pero, de pronto, sorprende la aparición de algunos nombres propios: Hijo Menor, Hijo Mayor... ¿Quiénes son estos chicos?

-Esos personajes son adultos, incluso Hijo Menor ya es un adulto en las páginas finales; esos personajes funcionan como primeros planos, son planos de detalle que sirven para acercarnos los perfiles de algunas de esas personas desatendidas que se mueven bajo una lluvia incesante que está asolando un mundo en declive. Esos personajes sirven para ponerles nombre, nombre propio como tú bien dices, a esas personas anónimas que buscan una respuesta, un motivo, una escapatoria.

-Otro hecho que puede llamar la atención del lector es la aparición de una voz poética que habla en segunda persona, que se dirige a alguien, ¿tiene esto algo que ver con los temas que toca el título?

-Hay muchas personas verbales en este libro, no sólo la segunda del singular, que puede servir para crear un clima de confidencialidad; pensemos que esa segunda persona no tiene por qué funcionar siempre como transposición del yo poético. Pero, si no me equivoco, creo que en este libro están las seis personas de verbo; y pienso que la más significativa -al menos para mí- sería la segunda del plural, entre otras razones porque alude a un auditorio, tal vez imaginario, al que la voz poética se dirige en más de una ocasión, como ocurre ya desde el segundo poema: “como todas las piedras que habéis visto / sin daros cuenta de que estabais viéndolas”. De alguna manera, estas personas del verbo creo que guardan una cierta relación con la multiplicidad temática del libro y sobre todo con su planteamiento poliédrico: de lo individual a lo colectivo, de lo público a lo privado, de lo visible a lo invisible.

-Dicho esto, ¿cuánto de José Carlos Rosales hay en ese alguien que lleva la piedra escondida en la ropa?

-Pues no lo sé, entre otras razones porque nunca intento expresarme a mí mismo cuando escribo poemas, sólo hablo de lo que he visto, de lo que he averiguado o conocido. Pienso que muchas personas, en algún momento de nuestra existencia, hemos llevado una piedra escondida, una piedra ambivalente que funciona como tabla de salvación, como amuleto, pero también como incómoda carga, como residuo. Supongo que tendrían que ser los lectores lo que se preguntaran qué hay de ellos en estas páginas. Si no fuera así, si los lectores no pudieran encontrar algo de sí mismos en el poema que leen, el trabajo de los poetas no tendría sentido.

-¿Qué viene después de Alguien lleva una piedra escondida en la ropa?

-Estoy trabajando en un libro de frases encadenadas, frases que se cruzan y enlazan, se llamará Vida aparte. Llevo más de un año a punto de terminarlo, lo empecé en 2012, pero soy muy lento, ya ves, todo lo pienso demasiado…

stats