José Manuel Darro, entre Oriente y Occidente

Arte

Aunque forma parte del entramado artístico granadino, su dimensión no se queda en la fronteras íntimas de su taller, es un trotamundos, no es producto de una única actividad

José Manuel Darro, en su estudio
José Manuel Darro, en su estudio / B. Palomo
Bernardo Palomo

17 de agosto 2020 - 06:00

Granada/La posición de José Manuel Darro en el mundo del arte no se reduce a un sólo estamento. Su dimensión creativa no podría entenderse sin ese apasionado poder que lo embarga para afrontar las más inesperadas y amplias propuestas.

Aunque forma parte del entramado artístico granadino, su dimensión no se queda en la fronteras íntimas de su taller. Darro es un trotamundos, la literalidad del término es, aquí, absolutamente cierta. Lo mismo está en Japón que en la India, en Méjico o Puerto Rico; o simplemente se encuentra en su casa que da a la Sierra pintando, dibujando, grabando, trazando esquemas de posibles acciones escultóricas... o simplemente leyendo, meditando o dejándose llevar por sus infinitas pasiones.

José Manuel Darro no es producto de una única actividad; es un volcán apasionado que expulsa lava vivificadora en torno a las más vastas experiencias que uno pueda imaginarse en torno a lo artístico.

José Manuel Sánchez Darro nació en Alcalá la Real; el pueblo jiennense más granadino que existe; Aquel que vio nacer a tantos grandes del arte: Pedro de Raxis, Pablo de Rojas,

Juan Martínez Montañés, Rafael Revelles, Manolo Vela, Paco Montañés, entre otros, que se acogieron después a los límpidos horizontes de una Granada universal que les concedió el status de su máxima identidad y trascendencia. Darro, afincado ya en Granada, se abrigó artísticamente muy bien con algunos de los máximos pintores del momento: Juan Manuel Brazam, Vicente Brito, Claudio Sánchez Muro, Julio Espadafor, aquel que fue muy importante y se fue demasiado pronto. Todos artistas de conciencias abiertas que inclinaron la balanza creativa granadina a favor de una Modernidad que en la ciudad era deseada y ansiada con fuerza.

La realidad artística de José Manuel Darro es, igual que su identidad como persona, llena de entusiasmo y abierta a todo cuanto de provechoso artísticamente exista y pueda generar un desarrollo creativo llena de contundencia formal y sentido conceptual.

'Puerta de la Justicia'
'Puerta de la Justicia' / B. Palomo

Lo hemos visto en muchas y variadas circunstancias estéticas, siempre con un sesgo de sensibilidad, poética y espiritualidad que se apartaba de las meras formas que abundaban en el arte del momento. Precisamente ese potencial creativo sin fronteras, descaradamente buscando nuevas aventuras que formalizaran un arte sin complejos, lo llevó a esa sempiterna realidad que yuxtapone varias circunstancias artísticas.

Su obra ha estado marcada por los vientos cambiantes y llenos de conciencia creativa que conjugaban lo oriental y lo occidental; aires de levante y poniente que mezclan sus esencias hasta desentrañar posiciones llenas de absoluta magnificencia. Se siente atraído por culturas extrañas y remotas que junto a su lúcida solvencia artística e íntima y personal espiritualidad, marcaban rutas por donde la emoción transcurría dejando su huella indeleble.

En todas sus muchas acciones, José Manuel Darro incide en un claro sentido de espiritualidad, de búsqueda de lo trascendente y esencial pero, al mismo tiempo, suscribiendo una realidad marcada por lo racional, por un sabio sentido de lo geométrico, por unas formulaciones fractales que inciden en circunstancias que trascienden más allá de lo simplemente matemático o puramente representativo. En su obra se mezclan posiciones, se argumentan postulados distintos, se combinan estructuras de diferentes planteamientos artísticos, plásticos y estéticos y se dejan abiertas mínimas compuertas por donde circulan esos vientos mágicos que sólo saben captar las mentes enamoradas de lo infinito, de lo trascendente, de lo espiritual.

En la obra extensa de José Manuel Darro, la pintura y el dibujo posibilitan guiños de complicidad al grabado, a la estampación pura de referencias orientales, a los mosaicos clásicos con propuestas llegadas de todos los confines y con esencias de culturas, mitos y simbología diversas. Pero, además, José Manuel Darro es constructor de bellos objetos, diseñador de poemas visuales, de marcas que registran realidades mediatas e inmediatas.

'Espacio Melancolía'
'Espacio Melancolía' / B. Palomo

He escrito largo y variado de José Manuel Darro a lo largo de estos años; he asistido a muchos de sus sabios proyectos, de sus lúcidas intervenciones llenas de espiritualidad. Siempre he asistido a la firme inquietud de un activo artista que no se para en dudas, que impone una entidad creativa, personal e intransferible a todo lo que hace. Porque José Manuel Sánchez Darro es pintor de diáfanos horizontes, es un grabador contundente donde la materia expande sus infinitos secretos de la forma; es un dibujante exquisito, un escultor vehemente que esculpe la forma sabiamente diseñada. Además, es poeta en ejercicio, visionario del fondo y de la forma, alquimista reflexivo a la búsqueda de identidades. José Manuel Darro es, ha sido, gestor de colecciones, filósofo varado en islas sin dudas. Es viajero incansable que busca horizonte nuevos. Es un inquieto hacedor de mágicas esencias.

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