José Mujica, la utopía de carne y hueso

Premiado con el Laurel de Plata

El expresidente de Uruguay da una lección de ética vital al recoger el Laurel de Plata en la Zubia

Apela a la cultura como motor de cambio en una sociedad dominada por el consumismo y el odio

El expresidente de Uruguay dio un discurso magistral antes de recoger el Laurel de Plata.
El expresidente de Uruguay dio un discurso magistral antes de recoger el Laurel de Plata. / Álex Cámara
Isabel Vargas

22 de agosto 2018 - 07:02

Granada/"¡Usted es Pepe Mujica! Es la única persona en la que confío como político", le confesó ayer un extraño al expresidente de Uruguay. Acto seguido, le estrechó la mano y se fue. La anécdota, que tenía lugar ayer en la estación de tren de Antequera, la contó ayer el director del Festival Poesía en el Laurel, Pedro Enríquez, antes de hacerle entrega del Laurel de Plata al exmandatario. "Un día descubres la voz potente de José Pepe Mujica y todo cambia. Legalizó la marihuana y el matrimonio homosexual. Para él, "la única adicción que vale la pena es el amor; todo lo demás son plagas". Sus palabras sorprenden", señaló Enríquez, que dijo que Mujica "hace de su propia vida un manantial de poesía y reflexión; y una fuente de certeza donde acercarse con alegría".

Más de 500 personas de todas las edades hicieron cola anoche, algunos con la bandera de Uruguay en las manos, en la puerta del convento de San Luis El Real. "¡Queremos ver a Pepe Mujica", espetó una docena de vecinos -incluida una anciana- que se quedaron sin entrar porque no tenían entrada. No venían a ver una estrella del rock, ni un influencer, ni siquiera el Papa, pero generó, como bien definió Enríquez, "un entusiasmo religioso".

Vestido con una camisa azul, vaqueros y unos crocs -sandalias con agujeros de queso gruyère-, Mujica tomó asiento en el escenario para dar un soberbio discurso contra el sistema capitalista y sus fallas. El expresidente de Uruguay apeló a la cultura -"Si no cambia la cultura, no cambia nada", defendió- como motor de transformación en una sociedad dominada por "el consumismo, el odio, la conciencia puritana y la palabra ahorro". El cambio, la revolución, sólo es posible, reflexionó, cuando surgen "nuevos parámetros culturales que guían a la gente".

"Mi agradecimiento una vez más a España. A las dos Españas que han convivido siempre: la de la rabia y la idea y la de la charanga y la pandereta. Cada vez que vengo a aquí hay un afecto en todas partes. Soy descendiente de emigrantes. Mi apellido paterno es vasco. Huyeron de la Guerra Civil. Mi apellido es la historia de algo que empezó en la meseta castellana con tragedia", explicó el expresidente. Mujica recordó su época de juventud donde fue "un raro que enamoraba y le gustaba la poesía", y en el que "la República española se desangró y sembró gente por América Latina". "Muchos vivieron en mi país. Recuerdo con cariño a José Bergamín. Es uno de los hombres más finos que conocí", rememoró.

Mujica prosiguió su discurso aludiendo a España, que "resembró cultura que se desparramó por las venas del continente". "Las fronteras son las cicatrices de las historia. Una lengua permite otro sentir, otro decir. Pertenecemos a una comunidad que anda por el mundo", defendió.

Subrayó que lo más "fuerte" no son los ejércitos ni los gobiernos, sino una cultura "funcional" de un sistema en el que la humanidad vive la fiebre de "destrozar un planeta" por acumular ganancias, siendo "impotentes" por no poder frenar eso. En este sentido, Mujica aseguró que los seres humanos son animales con determinadas características, por lo que quien quiera cambiar el mundo ha de tener en cuenta lo que son los humanos primero, pues "conocerse a sí mismo es lo más difícil", aunque es una aventura, invitó, en la que profundizar.

El verdadero peligro, manifestó, es que se desaten cosas con un nivel irreversible, como el hecho de que las masas de hielo se disuelvan o aumente el nivel de los mares, lo que hace que los humanos estén en la puerta de construir "una gigantesca sartén".

El uruguayo, que animó a "cultivar la poesía, la poesía de pensar", reconoció que si tuviera que vivir fuera de su país, se iría a España porque se siente "identificado" con nuestra cultura. Entre risas y aplausos, Mujica pidió que no se le tuviera tanto respeto y soltó una broma: "Me agarraron 14 años en la cárcel porque me falló la atlética".

Para el expresidente, que no hace "apología de la pobreza, sino a aprender a vivir con sobriedad", "vivir siempre es un acto de creación y de compromiso". Mujica se despidió con una frase magistral: "Hay una libertad que hay que ganar en la cabeza y depende de cada uno". Busquémosla.

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