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Juan Carlos Ortega, humorista y divulgador
Granada/Dotado de un excepcional oído para el habla de la calle y una imaginación pasmosa para recrear situaciones comunes llevadas al absurdo, Juan Carlos Ortega bien podría haber sido escritor al estilo de sus admirados Mihura o Jardiel Poncela. Pero la radio se cruzó en su camino muy pronto, cuando siendo un niño su madre escuchaba a Luis del Olmo y él soñaba con ser locutor. Ahora, convertido en una estrella con Premio Ondas incluido, con millones de seguidores que intercambian en redes sociales sus gags como si fueran piezas de coleccionista, sigue conservando tanto su capacidad de escucha como ese aire entre lúdico y soñador del que parece jugar grabando sus diálogos a varias voces. En realidad, cada uno es una pieza de orfebrería tejido con su singular e inimitable humor, como podrá corroborarse en su último espectáculo, 'Cosmos', con el que este sábado 26 recala en el Centro Medina Elvira de Atarfe.
-Después de Relatividad General y La Radio de Ortega, este es su tercer show. Para sus muchos incondicionales, ¿qué diferencia encontrarán entre este y los otros dos anteriores?
-En el fondo, lo que lo hace diferente no se puede comentar porque es una sorpresa. Digamos que es un show basado en el universo, el cosmos, la ciencia y en el que tal vez pase algo que entorpezca su realización normal.
-Antes de Cosmos, durante cinco años fue el responsable de la sección de ciencia del programa No es un día cualquiera y en La noche en vela, ambos en RNE, y también presentó el programa cultural La mitad invisible, de La 2. Además, ha publicado el libro de divulgación científica El universo para Ulises. ¿Cuánto hereda el espectáculo de todo esto?
-Mi interés por la ciencia hizo que escribiese ese libro de divulgación y parte de lo que en ese espectáculo habrá tiene que ver con ese interés que trasladé al libro.
-Su interés por la radio viene de Luis del Olmo. ¿Y por la ciencia?
-Empezó con una serie de televisión. Yo tenía 12 años cuando emitieron Cosmos, de Carl Sagan, que es un clásico. Y a partir de ahí empecé a leer libros de divulgación Isaac Asimov. Y me enamoré tanto de la materia, que yo quería ser físico mucho antes que humorista. También estudié Informática y me gustaba mucho la programación. Las ciencias me han interesado.
-Sin embargo se decantó por una FP y se pasó a la radio.
-Sí, una FP de relojería, que es una cosa rarísima. Y cuando tenía 17 años me apunté a un curso de radio que había en Barcelona y al salir me fui a trabajar a Radio Nacional con Javier Sardá. Él empezaba y hacía un programa que se llamaba La bisagra. Comencé haciendo producción, guion y esas cosas.
-Salvo en la ciencia ficción, muchos escritores que muestran muy poco interés por cuestiones científicas tanto en sus textos literarios como en sus artículos de prensa. Y en el humor actual, casi centrado en relaciones de pareja, hábitos nocturnos y problemas cotidianos, es todavía más difícil encontrar cómicos interesados. ¿Se considera una rara avis?
-No lo había pensado, pero en fondo es verdad que no es habitual utilizar la ciencia como materia para la comedia aunque haya muchos científicos con sentido del humor. Yo creo que en el fondo, cada cómico utiliza para hacer el humor aquellos temas que le interesan. A otros, por ejemplo, les puede atraer mucho la política. Es cierto que no hay humoristas que hablen de ciencia, me acabo de dar cuenta que soy más raro de lo que pensaba.
-¿De dónde cree que puede venir ese ninguneo?
-De esa diferencia absurda entre ciencias y letras. Hay hasta un cierto orgullo entre las personas de letras de no saber de ciencia. Yo no conozco ningún científico que diga con satisfacción: "Ay, El Quijote, pues no sé quien lo escribió". En cambio nos parece normal que un escritor diga: "Oye, pues la Teoría Cuántica no sé de quien es". Y es equivalente aunque nos parece que una cosa sea más importante. Poco a poco eso se está corrigiendo.
-En el espectáculo estará todo guionizado, pero ¿en radio o televisión improvisa más? ¿De repente se mete en la piel de una señora mayor de sesenta años y habla como ella en una llamada o está todo cerrado y medido?
-Está todo cerrado y medido pero es una mezcla entre improvisación y guion. Yo todo lo grabo y, cuando estoy grabando, para hacer una pieza de un minuto puedo tardar 20: Grabo tres frases, paro, pienso, vuelvo a grabar. En mi caso es muy difícil separar una improvisación de un guion porque lo hago despacio: mientras estoy improvisando mi cabeza está haciendo el guion. Resumiendo soy más de preparación.
-En televisión, ¿eso se puede hacer?
-No se puede y esa es la razón por la que en la tele duro muy poco. Siempre me voy. He estado en varios programas y en todos he terminado marchándome: al año, los tres meses y los dos años... No soporto que una idea que uno tiene se convierta en otra cosa. Yo soy más de la radio.
-Cuando nació la tele muchos agoreros dieron por muerta a la radio como se profetiza ahora la muerte del papel con lo digital. ¿Cree que las nuevas tecnologías y la popularización de los podcast han hecho que la radio esté mas viva que nunca?
-Sí, totalmente. Al principio también se pensó que el podcast podría acabar con la radio pero es al contrario, mucha gente muy joven que no la escuchaba para nada se enganchó. Pero sin duda. Además, yo no diferencio entre radio y podcast: para mí la Cadena Ser y un podcast es lo mismo: gente hablando, haciendo cosas. Creo que está en el mejor momento desde la época de nuestros abuelos, antes de que llegase la imagen. Lo que sí que no soporto es la manía de colgar un Youtube el programa con una imagen".
-Muchos de sus audios se han convertido en virales circulando como piezas de colección. ¿Cómo se lleva con las redes sociales?
-Yo tengo solamente Facebook y me da igual que me digan que es de mayor. Y respecto a mis sketches que se viralizan, coincide que son siempre los que no me interesan. Yo cada semana hago cosas mejores y peores, y coinciden que las que más circulan son las que menos me gustan. Además hay cosas super antiguas. No sé, lo que se ha viralizado de lo mío, en mi opinión no es ni mucho menos lo mejor. Me da rabia que los gags más guais no sean los más virales.
-Entonces, ¿no los mueve usted?
-No, los que ponen las cosas mías por internet o es la Cadena Ser o gente anónima que me sigue, yo nunca. Y luego desde la emisora me mandan estadísticas de las audiencias, con las descargas de mis podcast por edades, clases económicas... Eso no lo he mirado jamás. No es una pose. Me da igual quien lo oiga, quiero que lo que haga esté bonito. Imagínate que lo miro y me doy cuenta que el 90% de los que me escuchan son hombres. O al revés. Yo ya quería cambiar para compensar eso y ya haría algo distinto.
-Siempre dicen que tiene un oído excepcional para el habla y sus lugares comunes. ¿De dónde viene?
-Me ha gustado desde pequeño tanto la radio que cuando veía la tele prestaba más atención al sonido que a la imagen. Una vez un periodista de El País que me escuchaba por la radio pero nunca me había visto me dijo: "Yo pensaba que eras ciego". Y sí que tengo una parte de eso, entiendo muy bien a las personas que tienen que centrarse en el oído.
-Ahora que tanto se lleva el humor manchego o por otras comunidades, ¿cree que hay un humor de orteguiano con sello propio e inimitable? ¿No hay nadie más así en todo el universo?
-Yo creo que lo mío es tan específico que es normal que no tenga secuelas, es muy artesanal: mi mundo, mis voces, mis cosas... Entiendo que no haya alguien que lo quiera hacer.
-A veces el humor puede resultar cruel pero sus personajes, tiene un punto de ternura. Recuerdan la inocencia naif de personajes de cintas como El milagro de P. Tinto, de Javier Fesser.
-Yo los intento hacer lo más realistas posibles, con todos los sentimientos buenos o malos que pueda tener un personaje. Lo que no es realista es lo que les ocurre. Pero creo que cada humorista crea personajes en función de la gente que ha conocido. Yo conozco a Javier Fesser y sé que su ternura tiene que ver con la gente que le rodea, su familia, las personas que ha conocido. Y seguramente en mi caso también. La familia mía del pueblo era así: personas humildes, tiernas, bondadosas. Al recrearlos, parodiarlos o copiarlos, queda eso. Mis personajes son como son por la gente que he conocido en mi vida.
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