Visto y Oído
Sonia
BEETHOVEN CON ACENTO ESPAÑOL
Intérprete: Alba Ventura. Programa: 'Sonata núm. 14 en do sostenido menor 'Claro de Luna', op. 27, núm. 2'; 'Sonata núm. 17, en re menor 'Tempestad', op. 31, núm. 2'; 'Sonata núm. 23 en fa menor, 'Appasionata', op. 57' Lugar y fecha: Corral del Carbón, 6 de julio de 2015. Aforo: Lleno.
He hecho un paréntesis en mi periplo crítico para asomarme a un concierto que bajo el epígrafe 'Beethoven con acento español' se desarrolla, con precios populares, en el Corral del Carbón para que jóvenes pianistas españoles y españolas aborden ese magistral monumento musical que son las 31 sonatas para piano que compuso el genial compositor alemán. Y lo he hecho porque me parece lamentable que pase inadvertido un ciclo como el mencionado, que ha promocionado el Centro Nacional de Difusión Musical y que el Festival de Granada le ha dado cabida. A lo peor el hecho de la coincidencia horaria con las principales ofertas programáticas en la Alhambra o en el Generalife, y la misma simbólica cantidad que cuesta asistir a estos recitales haya desviado el interés de los medios, que no precisamente del público que el día que acudí a la cita -y me dicen que todos los demás-, ha agotado las localidades.
No me voy a limitar a enjuiciar el recital de Alba Ventura, sino subrayar que el nivel demostrado por la joven concertista catalana está a la altura de los demostrados por otros pianistas que están abordando el monumento pianístico beethoveniano, no amparados en la iniciación de su carrera, sino que el currículo que presentan revela una formación y experiencia, en recitales en España y el extranjero, con orquestas y conjuntos internacionales de prestigio, que les coloca en primera línea de los nuevos valores pianísticos españoles.
El proyecto tiene, además, un carácter divulgativo muy interesante. No ya sólo por ofrecer las 31 sonatas, desde los comienzos del ciclo, a las tres últimas, en las que no sólo la técnica se complica, sino su pensamiento, dentro de un sentido filosófico y una renovación abismal inquietante, sólo al alcance de los grandes intérpretes, como en este mismo Festival hemos tenido ocasión de disfrutar, sino porque en cada actuación se ofrece un estudio breve, pero muy elocuente, de la totalidad de las sonatas y su época, de Rafael Ortega Basagoiti, junto a la ficha de los intérpretes y el programa que interpretan cada día.
Lógicamente no voy a hacer una valoración de cosas que no he oído, pero la idea general y las referencias solventes recibidas las creo suficientes para rubricar un hecho musical que no debe pasar inadvertido ni infravalorado, porque no son actuaciones de principiantes, sino de músicos muy preparados. Como reveló Alba Ventura en el único recital al que asistí, acompañado de mi nieta Candela que como jovencísima estudiante de piano busca ocasión, como tantos otros, para escuchar de primera mano partituras que, pronto, les serán familiares.
Tan familiares, como en este caso, la del Claro de Luna, La Tormenta o la Appasionata. Esa cotidianidad en el repertorio no puede relegar el interés de estas partituras inmortales. Alba, sin pretender hacer una crítica exhaustiva, como hacemos a las figuras relevantes del Festival, dio una lección notable -no en vano es profesora del Conservatorio del Liceo- de las tres sonatas, ahondando en la poesía del Adagio de la Sonata núm. 14, precisando los tiempos y las sonoridades de la Número 17 y, sobre todo, haciendo un alarde dominador de la Appasionata, que revela su técnica, su dominio de la digitación y un temperamento decidido que el calor que sufríamos en el Corral -no me atrevo a llamarle 'corralito', para no molestar a algún griego que se acerque por aquí- no le restó energía a su total entrega a la brillantez y dominio técnico que exige la partitura.
Bello recital, acogido con entusiasmo por un público que no es el que solemos ver en Carlos V, pero seguramente más capaz de sentir directamente la música y agradecer a los intérpretes sin aureola su verdad y su entrega a la empresa cotidiana. En este caso, la maravillosa empresa del monumento de las 31 sonatas de Beethoven, que nos muestran su biografía musical, su evolución y hasta su vida misma, con íntimas confesiones de amor o de amistad. Era justo que el crítico se asomase, al menos un día, al Festival más secundario, pero también más joven y más español, con el piano de Beethoven como protagonista.
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