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La 'culpa' de que en Granada haya lugares como la Abadía del Sacromonte o los Jardines del Triunfo la tienen unos documentos falsificados: los Libros Plúmbeos, aquellos que, en el siglo XVI, se presentaban como una revelación sincrética entre el islam y el cristianismo. Esos mismos libros son ahora objeto de un documental, El enigma de los Libros Plúmbeos, del cineasta afincado en Granada Óscar Berdullas. La película, dedicada al arabista Miguel Hagerty, será presentada por todo lo alto en el teatro Isabel la Católica el próximo día 30, a las 21.00 horas.
En 1588, mientras se demolía la Torre Turpiana de la Mezquita Mayor de Granada para construir una nave de la catedral, apareció una caja de plomo con unas reliquias y un pergamino que anunciaba la inminente aparición de unos libros sagrados. Unos años después, en 1595, dos exploradores encontraron en la colina de Valparaíso una tira de plomo enrollada y huesos que se atribuyeron a San Cecilio, un discípulo árabe de Santiago que llegó a Granada antes que los musulmanes. Sucesivamente, fueron apareciendo pequeñas galletas de plomo de diez centímetros de diámetro, escritas en latín y con extraños caracteres árabes que pretendía ser un quinto Evangelio revelado por la Virgen María. Los libros fueron enviados al Vaticano, que en 1682 decretó que eran falsos, pero que declaró que los huesos eran verdaderos y pertenecían a San Cecilio. La colina de Valparaíso pasó a llamarse Sacromonte y en ella se estableció una abadía para venerar al santo.
A lo largo de los siglos, la controversia ha acompañado a las 22 planchas de plomo encontradas en el Sacromonte. Sus textos parecían una revelación divina que aunaba las verdades del islam con el cristianismo. También como en el islam, se hablaba del carácter inmaculado de la Virgen María. La devoción que aquella idea despertó en Granada fue tal que llegó al Vaticano. En el siglo XVII, la Santa Sede daría carta de validad al dogma de la inmaculada concepción de María, aquella idea que había partido de Granada y de sus Libros Plúmbeos. Para celebrar aquella victoria religiosa se construyeron los Jardines del Triunfo.
Todo ello aparece recogido en el documental de Óscar Berdullas quien, valiéndose del argumento de que una estudiante, Griselda Qamar, acude a Granada para hacer una tesis sobre los hallazgos del Sacromonte, hace desfilar ante la cámara a los mayores expertos en la materia: Miguel Hagerty, que no aparece por decisión personal, pero que estuvo asesorando a Berdullas hasta poco antes de su muerte; el teólogo Francisco Javier Martínez Medina, el catedrático Luis Bernabé, el historiador Manuel Barrios o la filósofa Mercedes García-Arenal.
"A pesar de ser una falsificación, el misterio de los Libros Plúmbeos ha llegado hasta nuestros días", explicó ayer Óscar Berdullas. "Hay más de 60 investigaciones que se han hecho sobre ellos. Nuestra intención era divulgar su historia, porque hay mucha gente en Granada que no sabe lo que son".
"Detrás de los Libros Plúmbeos está el intento de dos culturas de salir adelante", explicó por su lado Francisco Javier Martínez Medina. "También estaba la iglesia, que tenía sus razones políticas y económicas, porque los Libros pusieron a Granada en la cumbre de la cristiandad. Si Umberto Eco hubiera conocido su historia, no habría escrito El nombre de la rosa, sino algo sobre los Libros Plúmbeos. Esta película es el primer gran intento de hacer de forma seria y divulgativa la historia de los Libros para darla a conocer al gran público. Es un trabajo serio y con rigor científico".
Respecto al dogma de la Inmaculada Concepción, que partió de los libros plúmbeos, Martínez Medina explicó: "Parte de una idea islámica, la de que a María no tocó el pecado primero, como asegura el Corán". Ese concepto no se había barajado en el cristianismo hasta la aparición de los libros, y pese a la consideración de falsos.
"En los Libros, hay más de cristianismo que de islamismo", señaló Martínez Medina. "Esos documentos no intentaban imponer el islam a la cultura cristiana", sino lograr evitar la expulsión de los moriscos o su conversión forzosa. Fue nobles moriscos quienes los escribieron.
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