Cristina Campos: "Con esta novela he sublimado un deseo oculto"
Cristina campos: Escritora, guionista y periodista
Granada/Cristina Campos (1975) es una escritora, periodista y guionista barcelonesa, finalista del Premio Planeta 2022 por su nueva novela Historias de mujeres casadas, que recientemente presentó en Granada coincidiendo con su la Feria del Libro. El volumen indaga en la relación matrimonial entre hombres y mujeres desde su diferencia biológica y la exploración en la psicología femenina y cómo esta afecta a la vida conyugal. Pero más que una historia de infidelidades es una ficción basada en la experiencia, personal y ajena, de mujeres casadas. En ella se refleja el deseo femenino, la amistad inquebrantable, la maternidad y la salud femenina en el espacio de la literatura, el periodismo y el arte.
Es una obra en la que abunda el diálogo, que proviene de su faceta como guionista, y en la que presenta un mundo contemporáneo (“algo burgués”-cuenta-) y a unos personajes muy verosímiles, que facilitan la empatía y la identificación del lector. Historias de mujeres casadas conversa con películas como Maridos y Mujeres de Woody Allen y Secretos de un matrimonio de Ingmar Bergman. Junto al cine independiente y al hollywoodiense, la novela nos remite también a grandes himnos musicales de la cultura pop, como Candy de Iggy Pop, Mother de Pink Floyd o el clásico Feeling Good de Nina Simone.
La autora se presenta desde la figura del autor-artesano del siglo XIX, uno que no contempla su escritura como el flujo de un don natural sino como el resultado de un largo y duro trabajo, el cual ha concluido con una novela de casi 500 páginas en la que se enfrenta al pudor, al miedo y a la catársis, y presenta, desde la libertad, una dimensión importantísima de la mujer que merece ser más explorada y explotada en la literatura.
-¿Cómo surge la idea de escribir esta novela?
-A raíz de la infidelidad de una amiga casada, que me explicó desde el amor, que había decidido separarse de su marido porque se había enamorado de otro hombre.
-Entonces, ¿fue a partir de ahí cuando empezó a reflexionar sobre la diferencia entre las infidelidades masculinas y femeninas? ¿Por qué, como revela su novela, un hombre es capaz de amar a dos mujeres a la vez, pero una mujer a dos hombres no?
-Creo que es algo biológico, pero no puedo contestarte certeramente. Amamos con el cerebro y no con el corazón, eso es algo muy importante. Para escribir he leído a una neuropsiquiatra, Louann Brizendine, que ha escrito las obras El cerebro masculino y El cerebro femenino y ella explica que amamos con el cerebro. Ya solo rozándole el pezón a una mujer, esta genera oxitocina y ellos no, ellos generan testosterona. La oxitocina es la química del amor, es lo que segrega una madre cuando pare a su hijo, esa química del amor hace que amemos de forma diferente. Eso es muy bonito. Estoy haciendo un podcast ahora, que saldrá pronto, en el que hablo con neuropsiquiatras y ellos lo explican mejor.
-¿Escribir esta novela le ha ayudado, entonces, a comprender o aclarar las diferencias entre hombres y mujeres en la vida matrimonial?
-Más que aclarar o comprender, creo que he sublimado un deseo, esto ya lo decía Freud cuando hablaba de la sublimación de un deseo a través del arte, que se viene haciendo desde la biblia.
-En su novela plantea la historia de tres matrimonios contemporáneos desde el punto de vista de las mujeres y cómo la rutina conyugal y el tedio de la vida cotidiana pesa. Entonces aparece esa “sed de aventura”. ¿No cree que eso ha ocurrido siempre?
-Sí, la sed de aventura está en cualquier matrimonio contemporáneo y no contemporáneo, pero es un privilegiado siempre. Está tanto en hombres como en mujeres, pero ellos las aventuras las saben vivir de una manera más serena que nosotras.
-Eso lo refleja bien en la novela ya desde la primera página, cuando Gabriela piensa: "Creo que Pablo no se da cuenta de la carga dramática que tiene en mi vida cada frase que dice".
-Sí, yo generalizo pero hablo desde las mujeres que me rodean... El tedio de la vida cotidiana, el peso de la rutina... Es una sed de romper con ello y las ganas de sentirte amada por otro hombre que no sea tu marido, me parece bonito explorar esa cuestión.
-Es decir, que no tiene tanto que ver con la mujer contemporánea sino con la mujer universal.
-Hablo de la mujer blanca, europea y privilegiada (esas son mis protagonistas). Tienen tiempo para poder mirar a otro hombre, por eso siempre digo que esta es una historia algo burguesa en ese sentido, porque dudo que, si no llegas a fin de mes, estés pensando en seducir a ningún hombre. Es un poco como el mundo de la serie de HBO Big Little Lies Gabriela, Cósima y Silvia podrían ser las protagonistas de esa serie.
-¿Cuál es su intención respecto al lector con esta novela?
-Que se lo pase bien, busco entretener, pero también lo que busca cualquier persona a través del arte, que el receptor se conmueva, que ría y que llore.
-¿Podría ser su novela útil para matrimonios jóvenes, una especie de realidad ficcional que dé una pista real de lo que pueden esperar?
-Sí, claro, a los matrimonios jóvenes eso es lo que les espera. Teniendo claro que esta es una novela que defiende el matrimonio. A las novias jóvenes les va a encantar leerlo, pero sobre todo creo que a los hombres les va muy bien leerlo también, para que sepan cómo funciona el cerebro femenino. Al final esta mujer siente más cruzándose con un hombre que no conoce que con dos horas de galantería de su marido...
-¿Se podría considerar una historia de resiliencia y una apuesta por el matrimonio monógamo?
-Sí, defiende el matrimonio desde un punto de vista realista. Creo que las mujeres somos mucho más complejas, el deseo es infinitamente más complejo en la mujer que en el hombre y esta novela habla de eso, de la complejidad sexual y el deseo de sexo de la mujer. Al final, mi consejo es que, si tienes un buen marido a tu lado, que cualquier amante lo vivas a través de la ficción porque, además, aquí también está la idealización del amante, todo aquello que te da un amante en ese cuarto, en esa habitación de hotel o en esa buhardilla... Eso es idealización, luego en el día a día no es ese tío maravilloso que ves. En la primera página de la novela, que narra el último orgasmo de mi protagonista, Gabriela le pide más a su amante, Pablo, y aunque él le responde que la ama, le dice que no le puede dar lo que le pide porque si no todo se va a romper. Le dice: "Me convertiré en lo que ya tienes".
-¿Cómo es su proceso compositivo?
-Es un trabajo de oficina. Dejo a los niños en el colegio, me pongo a trabajar a las diez, como en 40 minutos y me levanto a las seis aproximadamente. Ha sido un trabajo de tres años, seis horas diarias.
-Las mujeres, salvo en la más estricta confianza, siempre han ocultado (o se han visto obligadas a ocultar) por los estereotipos, las convenciones y lo que se esperaba de ellas, incluso en la ficción, esa parte de su ser, esa necesidad de drama, de aventura y de sentirse amadas o deseadas, ¿Cree que es importante esta novela para, desde el punto de vista social, seguir reflexionando y comprendiendo la psicología femenina?
-Bueno yo es que vengo de una familia muy liberal, un padre bohemio, escritor, y una madre empresaria, son gente adelantada a su época. En mi casa el sexo nunca ha sido tabú. Con mis amigas descubro mi alma y si tu descubres tu alma y abres tu corazón, ellas también lo hacen. Porque al final todos queremos hablar de nuestra intimidad, creo que los secretos se enquistan.
-Su novela está plagada de referencias intertextuales e intermediales (no solo literatura, también música, cine, arte, etc.) pero, ¿a qué otros escritores, artistas o guionistas acude cuando necesitas inspiración?
-Leo mucha literatura hispanoamericana, como a Isabel Allende y a Gabriel García Márquez, porque hablan diferente a nosotros y escriben de una manera muy hermosa, utilizando mucho diminutivo, por ejemplo. Desde el punto de vista del lenguaje, los copio bastante, son mis maestros. Y luego para no sentir pudor, leo a escritoras francesas como Annie Ernaux o Delphine de Vigan, también para no tener miedo, porque en esta novela hay bastante autoficción... Gabriela es mi alter ego y a veces, me descubro tanto que pienso: “Bueno ya lo han hecho las francesas, no pasa nada, es ficción, ya está”.
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