"Lorca temía que le tomasen por marica, le daba pánico"

El hispanista Ian Gibson presenta 'Lorca y el mundo gay', en el que defiende la influencia sexual como motor en su obra

El autor recurrió a sus influencias sexuales como motor de su obra.
El autor recurrió a sus influencias sexuales como motor de su obra.

"Federico García Lorca era la pena misma, profunda, que siempre cantaba detrás de una sonrisa. Como en el flamenco, sabía transformar la pena en arte. Su obra no existiría sin esa pena". Así define el hispanista Ian Gibson la existencia de Federico García Lorca, a quien vuelve a analizar, ahora desde su condición de homosexual, en el libro Lorca y el mundo gay, que fue presentado el pasado martes y que arroja una nueva luz sobre el poeta. Para Gibson, la condición de homosexual influyó tremendamente en la obra de Lorca y en su angustia de sentirse como un "hombre marcado".

Gibson ha subtitulado su libro, en editorial Planeta, El drama del gran poeta del amor oscuro enfrentado a una sociedad machista e intolerante ya que se centra en la marginación que provocaba en la sociedad española de su tiempo el que alguien revelase su homosexualidad. Esa situación provocaría en Lorca, según Gibson, una gran angustia vital a lo largo de su existencia.

El libro surgió por una propuesta de su editor, Rafael Borrás. "Es un gran editor", dice, "y me dio ideas sobre el libro porque hoy es un tema candente. Hoy es otra época, pero los obispos siguen estando en la calle luchando contra los homosexuales. Por eso me decidir a escribirlo: para decir una verdad como una catedral, porque a Lorca se le ha negado durante mucho tiempo su condición de homosexual, que es hoy algo normal para cualquiera, pero no para los obispos".

Gibson define esta obra, de 460 páginas, como "un libro reivindicativo". "Yo vengo de una familia", explica, "que ha vivido el mismo drama. Tenía un hermano cinco años mayor que yo que era gay y que vivió un verdadero drama por eso. Él murió de pena por sus dramones. En mi familia, el hecho de descubrir su homosexualidad, en una Irlanda católica y ultraconservadora, era una tragedia. Por eso entiendo perfectamente la homofobia de Francisco García Lorca y el hecho de que no quisiera admitir que su hermano era gay. Para él era un problema inabordable. Lo ha dicho la propia Laura García-Lorca: en su casa no se podía hablar de ese tema".

"La familia Lorca siempre se negó a mencionar ese aspecto, y los críticos que querían investigar sobre la vida de Lorca tenían que obviarlo, porque corrían el peligro de que se les cerrara el archivo familiar. Durante décadas se negó la homosexualidad de Lorca. Ahora hay que ver eso como algo natural. Él nunca pudo vivir su vida plenamente. Y sin vida, no hay obra".

Para el hispanista, la condición sexual de Lorca influyó notablemente en sus escritor. "Totalmente", sentencia. "Ya lo decía Francisco Umbral en su libro Lorca, poeta maldito: Lorca es un maldito para su sociedad. He leído todos sus escritos juveniles y son importantísimos. Él, con 18 años, sabía que la cuestión sexual no iba como debería ir. Sus amigos se iban con prostitutas y disfrutaban, pero él no. Para él fue una tragedia cuando se dio cuenta".

El libro revela una gran primicia: el primer amor intenso de Lorca fue una mujer, una chiquilla de 14 años, llamada Maria Luisa Natera, a la que conoció en un balnerario, probablemente de Lanjarón, cuando él tenía 18 años. "Esa revelación me llegó cuando se estrenó la película de Juan Antonio Bardem Muerte de un poeta. Recibí una carta de una mujer diciéndome que uno de los personajes que aparecían en el filme, una muchacha de la que Lorca se enamoró en su adolescencia, era en realidad su madre. Tiempo después me contó que la madre había recibido una gran correspondencia por parte de García Lorca, pero las cartas fueron destruidas años más tarde, cuando se casó con un marido muy celoso. Al parecer, existe una foto de García Lorca con esa muchacha en el balneario".

El caso es que María Luisa Natera coincidía con un personaje recurrente en la obra juvenil de Lorca: el de una muchacha rubia de ojos azules por la que el poeta sentía verdadera pasión pero cuya familia se opuso a que mantuviesen relaciones porque Lorca no era un buen partido.

Ian Gibson está convencido de que, para Lorca, el amor homosexual era algo que lo marcó en todo. "Es un tema muy complejo, pero tenemos que tener en cuenta que el poeta vivía en una sociedad homofóbica. Temía que lo tomasen por marica. Eso le daba auténtico pánico. Era algo que él tenía muy interiorizado. Creo que incluso sentía auto-rechazo. Desde siempre nos han dicho que los homosexuales son guarros, sucios. A mucha gente de hoy incluso les cuesta salir del armario. Habría que ver lo que era eso en su época...".

"Ser gay en aquella Granada [la de la época de Lorca] era la peor tragedia que le podía venir encima a un joven de buena familia", escribe Gibson en el libro. "La ciudad siempre tuvo fama de brutal, desdeñosa y despectiva con los homosexuales. Era una lacra que había que ocultar sigilosamente, un calvario para las familias, para los amigos, los parientes. No hay claros indicios en los textos de 1917 [escritos por Lorca] de que se le hubiera ocurrido todavía al joven poeta la terrible sospecha, y menos la convicción, de pertenecer a la nefanda minoría proscrita. Al contrario, todo su afán 'consciente' va dirigido hacia las mujeres. Pero sí habrá indicios al año siguiente".

Gibson también está convencido de que el personaje a quien van dirigidos los poemas de su libro póstumo Sonetos del amor oscuro era Rafael Rodríguez Rapún. "Yo estoy convencido y un gran experto en la obra de Lorca como Miguel García-Posada, también. Desgraciadamente, ha desaparecido la correspondencia entre ellos. Estamos muy parcos de documentación. Rafael Rodríguez Rapún fue una relación difícil para García Lorca, porque no era gay, o era bisexual. Le gustaban las mujeres. De hecho, la famosa noche en Barcelona en que Lorca revela a Cipriano Rivas Chérif su condición de homosexual fue a causa de que Rodríguez Rapún se había ido con una gitana y no había vuelto en toda la noche. Lorca no pudo vivir su homosexualidad abiertamente. Aunque eso no lo convertía en un personaje angustiado. Más bien creo que era una persona maniaco-depresiva. Cuando estaba deprimido, desaparecía del mapa, nadie lo veía, no salía. Y cuando estaba bien, estaba a tope de alegría".

"Lorca debía tener una gran pena en su interior. Era la misma pena cantando detrás de una sonrisa. Sabía convertir la pena en arte, como el flamenco. Su obra no existiría sin esa pena".

Para ilustrar el libro, en cuyo prólogo Gibson ataca duramente a los estudiosos lorquianos que quisieron obviar o ignoraron abiertamente sus tendencias amorosas, el hispanista ha elegido una contraportada en la que aparece el ángel San Miguel de la iglesia de San Miguel el Alto en Granada, el patrón de los gays granadinos.

Gibson cree que este libro era absolutamente necesario en los tiempos que corren para rebatir las nuevas tendencias conservadoras que pretende proscribir la sexualidad abierta, las que se niegan a reconocer que el mejor poeta que tuvo España en el siglo XX era, sencillamente, gay.

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