Luis Dueñas relata en su último libro el éxodo europeo que los cuadros del Museo del Prado sufrieron durante la Guerra
Luis Dueñas, abogado y escritor
Granada/En medio de la Guerra Civil, las valiosas obras del Museo del Prado tuvieron que recorrer miles de kilómetros sorteando peligros para luego regresar a Madrid a comienzos de la Segunda Guerra Mundial. Luis Dueñas, abogado y escritor, descubrió este hecho cuando se documentaba para su primer libro, una obra de ficción que traslada al lector a una docena de cuadros de la pinacoteca nacional. Esa odisea inesperada que desafió a la historia para preservar el patrimonio artístico fascinó al narrador que no encontró ningún libro de ficción que relatase el sorprendente periplo y decidió abordar el tema en su segunda novela. Un año de trabajo de documentación y escritura después ha visto la luz el libro, que este sábado presenta en el Centro Artístico y Literario de Granada a las 19:30 horas.
Las fuentes
¡Salvar los cuadros del Prado! es el título del libro, que ha visto la luz en la editorial Letrame. "Yo no sabía que los cuatros fueron sacados de Madrid y llegaron hasta Ginebra", comenta el autor, que tuvo que consultar numerosa bibliografía para reconstruir el periplo. A pesar de esa intensa labor de documentación de que la queda clara huella en el volumen, el escritor destaca fundamentalmente dos fuentes: El milagro del Prado (2018), de José Calvo Poyato; y Éxodo y exilio del arte (2008), de Arturo Colorado Castellary, profesor de Historia y Análisis del Arte Visual de la Universidad Complutense de Madrid al que el abogado granadino agradece "su sólida información documental".
La historia
El libro de Dueñas también es un compendio de erudición, trufado con numerosas digresiones sobre cuestiones históricas, arquitectónicas, artísticas, políticas, detalles de restauración artística... Pero el autor no ha querido hacer un ensayo sino una novela de ficción para ir guiando al lector en su recorrido por la peregrinación de los cuadros. Por ese motivo la obra arranca con la historia paralela de una familia en la que cada uno de sus integrantes sirve al narrador para construir su propio fresco de una contienda que dividió a la sociedad española, provocó cuantiosas perdidas vitales y patrimoniales, pero en la que Dueñas procura cuidadosamente no tomar partido.
Así consigue mostrar la barbarie de un enfrentamiento en el que el pueblo se quedó atrapado y en la muchos tomaron partido sin más criterio que una circunstancia geográfica, para salvar la vida posicionándose en uno u otro bando sólo por el color del territorio en el que vivían.
El relato
Roberto, un joven apasionado por el dibujo que ingresa en el Museo del Prado como una especie de aprendiz auspiciado por el dueño de la imprenta en la que trabaja su padre, da pie al autor para adentrarse en la intrahistoria de la pinacoteca y aquella salida forzosa, "que al principio se hizo de manera más metódica" hasta que un punto del recorrido desde Madrid hasta Francia pasando por Barcelona las circunstancias de la guerra forzaron a un traslado "descuidado". Una huida a la desesperada que obligó a bajar de los camiones a personas que tuvieron que ceder su sitio a los cuadros para cruzar a pie la frontera.
Una peregrinación en el que algunas obras también pagaron el peaje con algún desperfecto pero a la larga supuso un incremento de los fondos del Museo del Prado con piezas de otras pinacotecas españolas que también se vieron obligadas a emigrar a Europa. Un traslado del que Dueñas da cumplida cuenta en las más de 700 páginas de su obra y del seguro que la historiografía seguirá diciendo muchas más cosas.
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