Manuscritos del Fondo Kati
En los márgenes
Toledo, Granada y Tombuctú, un triángulo cultural que ha formado uno de los legados más importantes a nivel internacional, constituido por 12.714 manuscritos de al-Andalus, el Magreb y Oriente, con una cronología que va desde el año 1198 al año 1893
Recientemente la revista phc, n.º 35 (2023) del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, dedicó este número a diversos artículos sobre los Manuscritos del Fondo Kati. Investigación y análisis.
El Fondo Kati fue varias veces en su historia dispersado y reunificado. Declarado por la UNESCO Patrimonio mundial en 1988. Ismael Diadié Haïdara, historiador, poeta, filósofo y experto en cooperación maliense y descendiente de al-Kati ha sido el alma y el responsable de su última reunificación.
Este gran archivo y biblioteca fue creado por Mahmud Kati, hijo de Alí ben Ziyab al-Quti (al-Kati) al-Tulaytuli al-Andalusí, habitante de Toledo que,tras ser expulsado de la ciudad en 1468, pasó a instalarse en Tombuctú con sus valiosos manuscritos, y de Kadiya bint Abu Bakr Sylla, sobrina del rey sunni Ali y hermana mayor del futuro emperador Askia Muhammad Sylla (1492-1528). Mahmud Kati reunió a princípìos del siglo XVI los manuscritos de su padre, procedentes de Toledo, y los de su tío materno, el emperador Askia Muhammad.
La ciudad de Tombuctú fue un auténtico taller de manuscritos o scriptorium, mencionar el llamado Oul Elhaj que estaba instalado en una casa grande y organizado en seis talleres.
Las colecciones privadas de manuscritos africanos fueron mencionadas por León el Africano y por Ahmed Baba. En 1964 la UNESCO celebró una conferencia internacional en Tombuctú para debatir sobre este patrimonio. En 1973 se inauguró el IHRRIAB, encargado de la catalogación, estudio y edición de parte de estos legados. Una de las primeras bibliotecas que abrió sus puertas fue la de Mamma Haidara, organizada y dirigida por Abdel Kader Haidara, con unos 5.000 manuscritos, publicados por la Fundación al-Furqan. En la actualidad hay unas 21 bibliotecas privadas en Tombuctú.
Anteriormente, es necesario recordar a otro granadino, también de la familia materna de al-Quti, al-Sahili (Granada ca. 1290, Tombuctú 1346) quién dejará su impronta como poeta y arquitecto en la mítica Tombuctú.
Al-Sahili es un gentilicio que significa “el de la Costa” que le vino de su abuelo materno y al-Tuwayyin es un apodo: “el Perolico”. Su mejor biógrafo es Ibn al-Jatib en la Ihata. Especialista de la poesía de este autor es el arabista Fernando Nicolás Velázquez Basanta que la recogió en su libro: Un matanabbi andaluz (Cádiz, 1999).
De familia acomodada, su padre fue un alfaquí, experto en partición de herencias, ejerciendo en el gremio de los perfumistas en el zoco de las especias de Granada.
Al-Sahili ejerció en el arrabal de los comerciantes ricos de la ciudad, en la Alcaicería de Granada. Desempeñó funciones judiciales y administrativas. Destacado orador, poeta y brillante hombre de letras. De joven se introdujo en el mundo de las drogas, concretamente del anacardo, que le traería muchos problemas.
Su salida de Granada ¿fue un exilio?, ¿por problemas económicos o judiciales?, ¿para peregrinar a la Meca?. Al-Sahili hace un largo periplo por el norte de África para llegar a el Cairo y Damasco, donde sus conocimientos jurídicos y literarios le hacen estar muy cerca de los altos funcionarios de la corte mameluca, a Yemen y a la Meca, donde en 1324 conoce al emperador de los mandingos Gongo Musà, con incalculables riquezas del África negra, incorporándose a su corte.
De forma documentada sabemos que construyó y decoró la qubba (salón abovedado) del rey Gongo Musà, aunque algunos autores le atribuyen su participación en otras construcciones como la famosa Mezquita de Tombuctú. Manuel Pimentel Siles escribió una interesante novela en 2008 titulada: El arquitecto de Tombuctú. Es Saheli, el Granadino.
Como embajador del emperador mandingo fue a visitar al sultán meriní Abu l-Hasan en Fez, quien le ofreció un importante cargo al que renunció para regresar a Tombuctú. En su viaje de vuelta fue atacado por unos ladrones. En tierras africanas de la cuenca del rio Níger mantuvo diversas relaciones con amas negras, con las que tuvo descendencia.
Su legado lo ha conservado y difundido Ismael Diadié Haidara. Desde 2013 hasta 2018 se ha celebrado “La noche Sahiliana” de poesía y música, cada 15 de octubre en la Alhambra. Posteriormente se ha seguido realiznado de forma virtual, para recordar a ese ilustre granadino, enlace cultural entre al-Andalus y el África negra, poco conocido pese a ser una de las figuras más relevantes de la Edad de Oro de las letras del Reino Nazarí de Granada.
La Junta de Andalucía colaboró edificando una biblioteca-archivo en Tombuctú para albergar estos fondos en 2003, la compañía de seguros DKV ha patrocinado diversas actuaciones de digitalización de los mismos y el Instituto Andaluz de Patrimoion Histórico ha restaurado una parte importante de la colección. En 2012 los independentistas tuaregs y los islamistas ocuparon Tombuctú, lo que obligo a Ismael a dispersar nuevamente la biblioteca en diversos lugares del mundo e iniciar su exilio en Andalucía.
Posteriormente, tras la derrota de la rebelión de los moriscos del Albayzin y la Apujarra, el morisco Yuder Pachá en 1591 conquistó la Curva del Níger, con 4000 andaluces, reforzando los lazos históricos con estos territorios. Ortega y Gasset en su artículo titulado “Las ideas de Frobenius”, aparecido en El Sol en 1924, cuenta los avatares de esta conquista.
Este gran archivo-biblioteca del Fondo Kati tiene la singularidad de anclar sus orígenes en
al-Andalus y de haber continuado a lo largo del tiempo su interés por las huellas andalusíes en la Curva del Níger, siendo un magnífico puente que hermana a África con Europa en uno de los aspectos fundamentales del ser humano: en la cultura.
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