María Lejárraga, la autora reducida al silencio detrás de los triunfos de Manuel de Falla

Publicación del libro 'Epistolario. Manuel de Falla-María Lejárraga y Gregorio Martínez Sierra (1913-1943)'

La UGR publica el epistolario entre la escritora y el compositor donde se demuestra la autoría de la primera de obras como 'El amor brujo' y se da cuenta de la estrecha amistad entre ambos

Manuel de Falla, Gregorio Martínez Sierra y María Lejárraga en la terraza del domicilio del matrimonio
Manuel de Falla, Gregorio Martínez Sierra y María Lejárraga en la terraza del domicilio del matrimonio / Fundación Archivo Manuel De Falla
Isabel Vargas

18 de noviembre 2020 - 00:00

Granada/Seguramente más de uno habrá escuchado hablar de El amor brujo y El corregidor y la molinera, pantomima convertido más tarde en un ballet de fama mundial titulado El sombrero de tres picos. Manuel de Falla; Sergei Diáguilev (el fundador de los Ballets Rusos); y hasta Picasso convergen en esta historia donde María de la O Lejárraga jugó un papel crucial. La escritora, "voluntariamente reducida al silencio y a la oscuridad", fue la autora de numerosas novelas, obras de teatro, ensayos, traducciones y artículos de éxito durante la Edad de Plata de la literatura española. Sin embargo, Lejárraga siempre vivió a la sombra de su marido, Gregorio Martínez Sierra, porque las obras aparecían firmadas con el nombre del empresario teatral. Él marchaba al teatro (y se llevaba los aplausos y las entrevistas) mientras ella se retiraba a sus habitaciones a descansar.

La Universidad de Granada publica el epistolario entre Lejárraga, Falla y Martínez Sierra donde se demuestra la autoría de la primera de la mayoría de títulos atribuidos al dramaturgo; y se da cuenta de la estrecha amistad entre la autora riojana y el músico gaditano. "No sólo es imposible escribir la historia completa del Modernismo literario español sin contar con sus valiosas contribuciones: tampoco la del mundo editorial de esos años, ni la del feminismo y asociacionismo femenino en los años 20 y 30 del pasado siglo, ni de la traducción literaria, ni de la Segunda República [...] ni, como veremos, la de la producción musical de Falla en uno de los momentos más creativos de su vida", aseguran María Luz González Peña y Juan Aguilera Sastre, los encargados de la completa edición epistolar.

Una conexión anterior a su presentación

La biografía de Antonia Rodrigo sobre la escritora
La biografía de Antonia Rodrigo sobre la escritora / G. H.

La fértil colaboración entre Lejárraga y Falla comenzó mucho antes de que se conocieran. "María, riojana, fue una enamorada de la Alhambra y de Granada, a la que dedicó su fascinante libro Granada, guía emocional, firmado por Gregorio, publicado en París por Garnier en 1910, con descripciones poéticas del agua de la Alhambra, así como de la ciudad, libro que adquirió Falla en París y fue fuente de inspiración para sus Noches en los jardines de España (o Nocturnas como ellos las llaman en la cartas)", confirman Antonio Martín y Joaquín López, directores del proyecto de edición del Epistolario Manuel de Falla en las primeras páginas del libro. Fue Joaquín Turina quien presentó a Lejárraga, Falla y Martínez Sierra en la París de 1913. "Ese encuentro fue trascendental para la superación de la crisis creativa que atravesaba el gaditano en esa época", reconocen Martín y López.

El libro reúne 164 documentos, entre cartas, postales, tarjetas de visita y notas varias, ordenados cronológicamente y proceden de dos archivos: el familiar de María Lejárraga, depositado en la casa de su sobrina Margarita Lejárraga en Madrid, y el Archivo Manuel de Falla de Granada. "Su novedad, por tanto, radica en presentarlo reunido por primera vez, contextualizado y cuidadosamente anotado", destacan González Peña y Aguilera Sastre.

La primera vez de Falla en Granada con Lejárraga como cicerone

Una de las primeras misivas del músico a la escritora recuerda su visita conjunta a la Alhambra. "¡Pienso mucho en las ventanas del Salón de Embajadores y en el Albaicín y en tantas cosas más!", exclama. María le descubrió la ciudad y lo convenció para que estableciese su residencia aquí. Así lo relató ella en Gregorio y yo: “Al llegar a las puertas de lo que fue palacio y fortaleza, dije: "Déme usted la mano, cierre los ojos y no vuelva a abrirlos hasta que yo le avise". Consintió en mi capricho, divertido como chiquillo juega a ser ciego. Condújele a la ventana central (de la Sala de Embajadores). "Mire usted", dije soltando la mano de mi compañero. Y él abrió los ojos. No se me olvida el ¡aah! que salió de su boca. Fue casi un grito".

Un acto que sepa a tierra, a pan y a manzanilla

fundación Archivo Manuel de Fallaf El compositor gaditano posa ocn bastón
fundación Archivo Manuel de Fallaf El compositor gaditano posa ocn bastón / Fundación Archivo Manuel de Falla

La primera referencia al proyecto de El corregidor y la molinera aparece en una carta fechada el 1 de junio de 1915. "Ya lo sabe usted: hay que ser feliz cueste lo que cueste: aunque sea escribiendo una zarzuela para Chicote. Desde que ando entre llamas de infierno, me ha entrado un deseo rabioso de planear para usted un acto optimista y alegre, que sepa a tierra, a pan y a manzanilla y que dé una burrada de dinero, como diría el maestro Turina", le confiesa María en una carta durante su estancia en Sevilla, "tierra de la calma y el acordeón donde la emoción no aparece por ninguna parte".

En sus diversas versiones (como pantomima y después ballet, con el nombre de El sombrero de tres picos), firman a pie de página los editores del volumen, "dio realmente una gran cantidad de dinero en concepto de derechos de autor". De hecho, Lejárraga, en una postal de 1919, le dice al músico: "Estoy deseando que vuelva usted a Londres, porque con los derechos del Corregidor quiero que me haga usted un montón de compras". Falla le acabaría trayendo de la capital de Inglaterra una blusa de grandes cuellos y puños. Años más tarde, María acabaría comprándose "un sombrero de tres picos... Que tiene cuatro picos: es chiquitito, como a mí me gusta, sencillísimo en honor a nuestro Corregidor". Sin olvidar el maravilloso tándem que formaron para crear El amor brujo. Gitanería en dos cuadros, cuyo estreno se produjo el 15 de abril de 1915 en el Teatro Lara de Madrid. Se hicieron 30 representaciones con la gran Pastora Imperio como primera actriz.

Querido Don Manué

La lectura del epistolario desvela la relación tan estrecha entre los dos a pesar de sus diferencias de carácter e ideología. "Falla era, como casi todos los hombres españoles, noctámbulo empedernido y aficionado a trabajar de noche. Yo, por el contrario, siempre he sido madrugadora y amiga de irme temprano a dormir", cuenta la escritora en sus memorias tituladas Gregorio y yo. Ambos se tuteaban en una época donde no era habitual que un hombre soltero y una mujer casado lo hicieran. María acabó llamándolo "mi Don Manué" y él "mi querida amiga".

A lo largo del epistolario hay espacio para la reflexión, las confidencias y la chanza. "Es usted un ángel con muy mala letra. Tan mala que no entiendo las despedidas de sus cartas, y tengo que figurarme, por fe, que quieren decir algo de cariño", le dice Lejárraga. La escritora encontró en Falla un amigo fiel. Con él se desahogaba cuando su marido inició un romance con la joven actriz Catalina Bárcena, con la que compartió hasta un viaje por Andalucía. "Madama (así llamaba a Catalina) estaba desatada y este hombre, ciego; a cada hazaña suya, me daba a mí un disgusto de quejas, como si yo tuviera la culpa de que ella me ofendiese; yo ya no sabía por dónde salir: cada disgusto mío, habilísimamente preparado por ella, era, naturalmente, un triunfo suyo... Y la alegría del triunfo la ha perdido".

Postal de Falla a Lejárraga donde incluye pentagramas de 'El pan de Ronda', obra de 'Pascua Florida’ en la que trabajaban
Postal de Falla a Lejárraga donde incluye pentagramas de 'El pan de Ronda', obra de 'Pascua Florida’ en la que trabajaban / Fundación Archivo Manuel de Falla

Sus diferencias ideológicas (ella adscrita a un "socialismo sobreagudo" y él católico) se materializaban en suspicaces comentarios como éstos de la riojana: "Por la mañana había estado en la Madeleine (en París) pero decididamente comprendo y siento más lo sobrenatural debajo de un árbol que dentro de una iglesia; el panteísmo de siempre, que a usted tanto le asombra, hombre atormentado y pascaliano"; "¿de verás no le ha gustado a usted la imagen serena y grave de nuestra amistad futura, cuando yo me haya convertido al misticismo, y usted la socialismo, y seamos ambos a dos un par de fortísimas columnas en el Reino de Dios?". Falla le respondía de manera conciliadora: "¿No hemos estado de acuerdo en no pocas ocasiones diciendo que la verdad y la justicia sin atenuaciones y componendas son el único camino posible para llegar a una relativa felicidad?".

La autoría de los textos queda aclarada en varias ocasiones. Una de ellas se pone de manifiesto cuando Manué le pregunta a María por dos artículos publicados en prensa sobre el tema. Ella lo desconoce e incluso le pide que le envíe urgentemente los recortes. "Veritas, en la sección Informaciones de Madrid, bajo el título Doña María de la O, escribe: "Un artículo de mi paisano Cejador, en la Revista Quincenal, trae a primer término cierta figura de mujer, voluntariamente reducida al silencio y a la oscuridad, que debe abandonar para recibir el homenaje de rendida admiración que el público español le debe", se lee en una anotación a pie de página. "Nada esencial encontré que fuese diferente a lo que Gregorio ha dicho -y yo he leído- en más de una ocasión", zanja el pianista. Ese homenaje ha llegado al fin. Que no vuelva a caer en el olvido la obra y la biografía de esta magnífica escritora que murió pobre y exiliada en Buenos Aires.

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