Matías Costa refleja su soledad nómada en el espejo del Centro José Guerrero
Artes plásticas
La muestra del artista argentino y comisariada por Carlos Martín recoge trabajos fotográficos desde el año 1998 en los que reflexiona sobre la inadecuación como herramienta
Granada/“A consecuencia de un hecho actual, otro anterior cobra importancia. Poner en conexión hechos separados en el tiempo. Hacer esos saltos temporales”. Esta declaración condensa la doble intención de Matías Costa en la exposición que presenta que presenta desde hoy hasta el próximo 6 de junio en el Centro José Guerrero bajo el título Solo. Una retrospectiva de piezas realizadas desde 1998 que en palabras de Carlos Martín, comisario de la muestra, permiten a Costa establecer un juego en el que se aproxima a comunidades que han sido expulsadas de los grandes proyectos en cuyo seno nacieron.
La selección de imágenes, formada por 90 fotos enmarcadas en color y 79 en blanco y negro, ocupa las cuatro salas de exposiciones del Centro José Guerrero. Su intención, según el comisario, es la de "practicar la inadecuación como herramienta íntima y política. Por ello, trata de adivinar lo que esos seres humanos y lugares ajenos tienen de espejo. A lo largo de ese proceso, una paradójica pulsión de archivo y de destrucción le lleva a escribir en sus cuadernos, pegar, despegar, pintar, tachar para buscar aquello que reverbera, desde fenómenos aparentemente ajenos, en su propia vivencia del mundo”.
La exposición que puede verse en el centro de la Diputación de Granada presenta en opinión de Carlos Martín dos historias que se despliegan en paralelo. La que recorre el trabajo de Matías Costa a través de sus series fotográficas fijadas, desde el fotoperiodismo inicial a un trabajo más introspectivo; y la que señala “un proceso de autoconocimiento, autorreflexión y autoficción destilado de la búsqueda de unas raíces líquidas y evanescentes”.
Estas se dibujan en la serie que funciona como núcleo de la exposición, Cuaderno de campo, un trabajo de más de una década y aún en proceso. “A modo de intrusos, estos restos del discurso extraídos de centenares de cuadernos se insertan en la sala, desafían cronologías, lugares y lógicas narrativas para desvelar la génesis y evolución de cada proyecto”, explica el comisario. Así, Costa se convierte en un artista del proceso y su vida “en un transcurso marcado por todos los títulos de la otredad (exiliado, refugiado, migrante, solo, huérfano de una u otra manera) que lo convierten en el habitante, más que de un lugar, de un tránsito”.
Por ejemplo, en Cargo (2008-2017) Costa se ocupa de la concentración de antiguos barcos soviéticos varados en el puerto de Las Palmas de Gran Canaria, que, con la disolución de la URSS en 1991, que tal y como explica Martín “quedaron sumidos, junto a sus tripulaciones, en un limbo legal del que no han emergido décadas después”:
En Zonians (2011-2013) se detiene ante un fenómeno poscolonial escasamente conocido: el de la comunidad de estadounidenses expatriados a Panamá para administrar el canal durante los cien años que duró la administración por parte de Estados Unidos.
Mientras que The Family Project (2008 hasta la actualidad) recrea los escenarios de una familia, imágenes sugestivas y abstractas . “Lo más importante para nosotros era poder vincular toda esta serie entre sí, dándoles un mismo sentido y un origen común, que es mi propia biografía, mi propio recorrido a través de los temas que planteo, que es el desarraigo, la pérdida de identidad, el territorio, la memoria, todas estas temáticas que a mí siempre me han interesado”, afirmó ayer Costas durante el acto de presentación.
Tal y como destacó la diputada de Cultura, Fátima Gómez Abad, la muestra coincide con otras dos exposiciones que también pueden visitarse hasta el 6 de junio: la de Fito Conesa dentro de FACBA21 y el ensayo audiovisual Quedará el paisaje, de Ilan Serruya, que puede verse en la tercera planta del edificio.
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