Meryem El Mehdati: "Vivimos en un mundo que funciona de un modo esclavista, es terrorífico"

Entrevista

La autora debuta en el mundo de la novela con ‘Supersaurio’, en la que reflexiona sobre la precariedad laboral, el feminismo y la dependencia económica del turismo

La autora posa junto a su libro en su visita a la Feria.
La autora posa junto a su libro en su visita a la Feria. / Jesús Jiménez/ Photographerssports
Miguel Navas

23 de mayo 2022 - 01:10

Nacer, crecer, reproducirse (con suerte), trabajar, trabajar, trabajar, trabajar y morir. Así interpreta Meryem El Mehdati (Rabat, 1991) el ciclo vital de todo ser humano en una época en la que, dice, el trabajo se ha convertido en el eje sobre el que pivota la personalidad humana. Esa omnipresencia de lo laboral es tal que ha llegado incluso a permear su primera novela, Supersaurio (Blackie Books), centrada en una cadena de supermercados –ubicada en Canarias, pero que podría ser cualquier otro lugar– y protagonizada por una joven –que tiene mucho de la autora, incluido su nombre, pero también de otras muchas– que empieza a adentrarse en el mercado laboral gracias a un contrato de prácticas (remuneradas).

Página a página, el alter ego de la autora descubrirá que el sistema es, como sostiene su creadora, “bastante terrorífico”, pero que debe “aguantar para conseguir lo que quiere”.

–El libro empieza con una cita de una canción de Bad Bunny. No es algo que suela verse muy a menudo.

–(Risas). Es una broma porque Bad Bunny es de Puerto Rico y yo soy de Puerto Rico [de Gran Canaria] y pensé que sería divertido y justo a la estrofa que sale de la canción le tengo mucho cariño porque me siento así al ser de Puerto Rico, siempre hace sol, siempre te alumbra. Es simplemente una broma, no tiene ningún significado profundo.

–La novela también está llena de referencias millennials, citas a series como Los Simpsons o The Office, incluso hay varios fan fictions. ¿La considera un libro generacional?

–No tanto generacional como de clase. El corte de clase es muy evidente, el personaje del libro es muy consciente de la clase a la que pertenece y se lo repite a sí misma constantemente. Aunque sí es verdad que las referencias las uso para ubicarla en ese espacio temporal y puede que a lo mejor una persona de 50 años no las reconozca, aunque de la misma forma en la que yo leo una novela del sigo pasado tengo dificultades para ubicar todas las referencias. El escritor en el fondo está ajustado por todo lo que le rodea, es muy difícil no transmitir eso cuando escribes.

–El tema central del libro es la precarización de los jóvenes, eso no tiene mucho de ‘ficción’.

–(Risas).Realmente es ficción porque el personaje me lo inventé casi todo, el supermercado no es real, pero ella es una chica del 91 y la mayoría de las chicas viven las mismas situaciones que ella, la gente que la rodea es de extracción obrera,.... Si hubiese hecho que todo le viniese dado no hubiera sido muy creíble.

–La Meryem del libro se pasa la mayor parte de la historia molesta con su trabajo y sus compañeras, pero no da ningún paso adelante ¿los jóvenes han perdido la capacidad de protesta?

–Realmente Meryem no hace nada porque interioriza que tiene que aguantar hasta conseguir lo que quiere. Mucha gente de nuestra edad se comporta así y tiene como cierto temor a quedarse sola en la protesta, aunque sabe que casi todos están igual de cansados y lo que pasa es un reflejo de eso. Si participas en el sistema y sigues sus reglas, el sistema te recompensa; pero si rompes con él, el castigo va a ser muy duro.

–”Aguantar hasta conseguir lo que quieres” podría ser interpretado como un alegato en favor de la meritocracia.

–En absoluto. El libro entero es una crítica a la meritocracia, pero si quieres seguir trabajando en una empresa tienes que tragar, a pesar de ser muy consciente de que estás viviendo situaciones con las que no estás cómodo.

–¿Qué opinaría Meryem del nuevo estatuto del becario?

–Obviamente estaría de acuerdo. El tema de los becarios muchas veces es una esclavitud, además muchas empresas meten a becarios porque reciben una ayuda. ¿Si el becario está haciendo su trabajo por qué no le pagas? ¿Por qué cuando termina su contrato de prácticas le echas y traes a otro? ¿No es eso esclavitud? Vivimos en un mundo que funciona de un modo bastante esclavista y horrible, el sistema es terrorífico.

–¿Y eso ha sido siempre así? Se lo pregunto porque mucha gente cree que los jóvenes de ahora viven peor que sus padres.

–No sabría decirte. ¿Vivo yo mejor que mis padres?, creo que sí. Mis padres son inmigrantes y cuando llegaron tuvieron que sacrificar muchas cosas que yo a su edad ya tenía y que me vinieron dadas. Creo que es otro tipo de problema, que no tenemos los mismos problemas que nuestros padres, por ejemplo a mí me cuesta mucho encontrar alquileres asequibles, aunque he tenido la suerte de mantener el mismo trabajo durante seis años, pero siempre con el miedo de que me echen el próximo mes, creo que la problemática de cada generación son distinta, pero si somos de clase trabajadora no se vive peor.

–La ficción permite imaginar casi cualquier mundo posible, pero en todos ellos parece existir el trabajo. ¿Es imposible huir de él?

–Durante la pandemia, la primera preocupación era “¿voy a poder seguir trabajando?”, en esa época había que salvar la hostelería y los puestos de trabajo, pero sin medios de cuidarnos. ¿De verdad hay que ponerse en riesgo para ir al trabajo cuando hay miles de personas que están muriendo todos los días? Si en esa situación no nos hemos replanteado nada, ya no va a pasar, porque el trabajo está muy ligado a la identidad de uno y parece que solo eres útil si eres capaz de servir al capital. Pasas de niño a estudiante y de estudiante a trabajador y después, si tienes suerte, tienes dos opciones: o que te echen y ser un parado o te jubilas. Ser un parado es lo peor, nadie lo quiere, porque solo sirves si produces para el sistema y si utilizas el tiempo del paro para pensar, para ver qué hacer con tu vida, parece que eres un inútil; pero es que si te jubilas tampoco es la panacea, hace poco escuché al ministro de Seguridad Social hablar sobre la jubilación activa, que sería completar tu pensión trabajando porque el sistema ya no da para más. Como sintagma no tiene sentido ‘jubilación activa’, o trabajas o estás jubilada, yo quiero ser una jubilada con pensión, la que se ha ganado después de 30 años trabajando, no seguir desempeñando un trabajo después.

–Y mientras, los jóvenes, como Meryem, esperan una oportunidad laboral.

–Claro, pero además ¿quién va a poder jubilarse?, los ricos. El resto tendrá 62 años y seguirá de repartidor de Glovoo para completar tu pensión, o en la obra a los 67. Cada vez que pienso en esto, me imagino muriendo sobre el teclado o teniendo que competir por un puesto de trabajo con mis nietos. Sinceramente, creo que la gente que gobierna para nosotros, no vive como nosotros. Fabulan sobre una vida que nunca van a tener que sufrir.

–Ese es el típico mensaje que motiva el absentismo a la hora de votar.

–Sí, pero tienes que pensar que el voto es la única forma de expresar tu opinión libremente, puede que pienses que tu voto es marginal, pero tu voto junto al de otras personas ya empiezan a ser más y tener peso. Sinceramente creo que es necesario ir a votar.

Meryem El Mehdati durante la entrevista.
Meryem El Mehdati durante la entrevista. / Jesús Jiménez / Photographerssports

–Otro tema que trata en el libro es la crítica al modelo turístico. ¿Tampoco se puede escapar de esa situación?

–Es complicado. Si has basado todo tu modelo económico en el turismo, cuando desaparece, te mueres de hambre, que es lo que pasó en Canarias con la pandemia y la gente empezó a perder calidad de vida. De hecho tres de cada cuatro canarios entraron en riesgo de exclusión y pobreza ¿No teníamos que haber empezado a impulsar alternativas que no pasen por el turismo? No es turismofobia, es simplemente plantear una cuestión que a todo el mundo en Canarias le ronda por la cabeza. Pero realmente ese no es trabajo de los canarios, se supone que de eso se encarga la gente que votamos y nos gobierna, pero si tus únicos proyectos para Canarias son abrir un nuevo resort o un nuevo parque temático, pues es natural que la gente empiece a cuestionarse si sirve para tu trabajo o no.

–También se habla de feminismo. En un momento del libro defiende que es normal que las mujeres sean unas “histéricas” cuando tienen que soportar comportamientos machistas a diario.

–La mujer que no tenga una experiencia similar a la de ese pasaje, es porque ha crecido en una burbuja de cristal, nunca ha salido a la calle. Todas las chicas que han leído el libro, han vivido eso. En algún momento de sus vidas han vivido que un tío pasase a su lado y les dijese una asquerosidad. Hay veces que puedes girarte y decirle algo, pero si estás sola pueden hacerte daño, entonces las mujeres vivimos intentando esquivar situaciones desagradables y aceptamos otras que son un poco menos desagradables y consideramos que tienes suerte. Pero realmente no la hemos tenido, simplemente hemos normalizado comportamientos machistas y tóxicos.

–Se lo preguntaba por la representatividad y los referentes. ¿Es importante que las mujeres escriban sobre mujeres?¿Podía un hombre hacerlo?

–Podría, pero ¿lo ha vivido? Al final el personaje de Supersaurio es una chica de veintipico años que está escribiendo su vida y si ella está siendo honesta y es imposible que si narra su vida día a día no refleje esas situaciones que también son de su día a día. Las mujeres siempre han estado ahí y de repente hay un boom, pero cuando hay cinco tíos que escriben sobre lo mismo no es un boom, es lo normal. Además, ¿por qué la literatura de chicas es para mujeres y la de hombres es universal? Mi intención con Supersaurio no era un que fuese un libro para mujeres, un hombre podría leerlo y quizá no entendiese la situación de ser acosada en la calle, pero si ha sido becario o viene de familia trabajadora, puede llegar a entender de qué va el libro.

–Además de un diario, también hay varios fanfics de la propia Meryem. ¿Se puede considerar como una defensa de la baja cultura?

–(Risas) Hace unos días hablaba de esto con una amiga. Realmente no sé qué es alta y baja cultura, quién decide qué es cada cosa ¿la decisión de tres señores?

"Si has basado todo tu modelo económico en el turismo, cuando desaparece, te mueres de hambre, que es lo que pasó en Canarias con la pandemia"

–Es una cuestión de elitismo, quizá, cualquiera puede escribir un fanfic o un fanzine, pero no todo el mundo puede escribir una ópera.

–Uno de los motivos por los que se desprecia el fanfiction es porque lo hacen mayoritariamente mujeres, y todo lo que hacemos nosotras como que vale menos, pero si estuviese dominado por hombres, ya ahí sería diferente, tendría un gran valor cultural. Pero a mí, realmente la opinión de los tíos no me suele importar mucho para hacer nada.

–Volviendo al tema de Los Simpsons y The Office, esas referencias sirven también como válvula de escape, tanto para la protagonista, como el lector.

–Sí, claro. Sin todo eso el libro sería desesperante y muy triste y yo tengo una forma de ver las cosas en la que intento reírme de todo lo que me pasa, porque si no ya estaría tiesa en mi cama. Al final es un intento de no hundirme en la depresión.

–De hecho el personaje atraviesa por varios momentos de hundimiento.

–Claro, pero es que eso es normal. Creo que la sociedad ha patologizado un montón de emociones y sentimientos que son normales. Es normal estar enfadado, tener ansiedad ante situaciones que te sobrevienen.No es normal si te dura un año o dos, pero ella es un ser humano y a veces está contenta, a veces está triste, a veces está enrabietada,... Parece que muchas veces usamos la terapia como un parche, pero digamos, por ejemplo, que mi personaje va a terapia a tratar su ansiedad, ¿le darán un justificante para que deje de trabajar y tenga una renta universal? Le darán herramientas para solucionar un problema puntual, pero cuando vuelva al trabajo y vuelva a enfrentarse a esas situaciones, por muchas herramientas que ella tenga, va a seguir sintiéndose mal a veces. ¿Cuál es la solución? Abolir el trabajo (risas). Si tanta gente está mal por lo mismo ¿es un problema de nosotros o un problema del sistema?

–¿Necesitamos un sindicato antes que un psicólogo?

–Claro, pero luego acudes a un sindicato y te encuentras a una señora que te dice que flaco favor le estás haciendo tú a las mujeres si te pides una baja porque tienes reglas incapacitantes y te gustaría no estar desangrándote en tu puesto de trabajo, pero la señora de tu sindicato te dice que hacer eso está mal. Se supone que el sindicato defiende al trabajador, ¿por qué se pone entonces de lado del empresario?

–Ni partidos, ni sindicatos, ni psicólogos ¿cuál es entonces la solución?

–La solución sería reventar el sistema desde dentro, pero una vez que te traga, es complicado salir.

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