El parqué
Jaime Sicilia
Quinta sesión en verde
Llegó relajado y sonriente, repartiendo aquí y allá a los viejos conocidos saludos cómplices, exhibiendo un humor tan caluroso como el mediodía de ayer. Acostada en el hombro, como una divisa innegociable, una chaqueta de cuero que dejó a un lado para fotografiarse con el Guadalquivir y el Paseo Colón de fondo y que se enfundó inmediatamente después para presentar ante la prensa los dos conciertos que ofrecerá el viernes y el sábado de la próxima semana en el Auditorio de la Cartuja. Son los dos últimos de Bye Bye, Ríos: rock hasta el final, la gira de despedida -con muchos matices- del cantante granadino Miguel Ríos.
"Cuesta decir adiós. Han sido 50 años en un oficio que más que oficio es vocación. Pero estoy contento, porque más que una estrella he sido un currante. Probablemente las estrellas no se retiren, pero los currantes sí. Jubilarme será una liberación, no tener la obligación de estar en la vanguardia, o buscándola", dijo Miguel Ríos, que pasará a acomodarse en la "retaguardia activa", desde donde pueden emitirse "muchos mensajes hacia adelante diciendo: cuidado por donde vais, no os peguéis la hostia", todo ello gracias al "peso de la experiencia", que el rockero desea "seguir compartiendo".
Entre las razones que lo llevaron a tomar esta decisión hay "algunas" que no se pueden explicar "porque no son políticamente correctas", dijo, y zanjó acto seguido cualquier intento de satisfacer la curiosidad que él mismo había despertado: "Pero uno no está despidiéndose para ser incorrecto". "La razón explicable es que la gente no se merece no verte en tu mejor momento. Eso para mí ha sido un axioma. No creo que le debas dar a la gente gato por libre", continuó Ríos, que está convencido de que ir a contracorriente ha sido su "sino", y ni quiere caer en el "sentimentalismo" ni "ser el más rico del cementerio".
El día 17, fecha de su segundo concierto en el Auditorio, hará justo un año del comienzo de Bye Bye, Ríos en Granada, su ciudad natal. Desde entonces se han sucedido 18 espectáculos por todo el país con casi 150.000 asistentes en total. Y aunque desde el primero de todos se ha promocionado como un adiós, se trata más bien de un hasta luego. Una vez completado el tramo español de la gira, viajará a América, donde esta serie de conciertos terminará realmente.
En cualquier caso, "seguro" que no vendrá el silencio. "Estaría cortándome las venas si yo no fuera a cantar más", admitió Ríos. "Yo dejo de hacer giras, de ser un profesional del rock & roll, pero seguiré cantando". De ahora en adelante, eso sí, "en otro tipo de formatos", puntualizó en seguida. Conciertos "alrededor de la solidaridad", puso como ejemplo. "En el futuro quiero devolverle a la sociedad lo que me ha dado y al mismo tiempo aliviar ese mono tan grande que me va a entrar cuando baje el telón del auditorio y me de cuenta de que me he quedado solo", afirmó. El veterano rockero sospecha que entonces "empezarán a trabajar los tentáculos de la necesidad del aplauso y el cariño". "Y a los tres meses estaré cantando", aseguró Ríos, que de hecho ya tiene cerradas dos actuaciones, para la ONCE y Amnistía Internacional, en los meses de noviembre y diciembre respectivamente.
Según declaró, nada de esto rebaja la condición "especial" de esta visita a Sevilla, de la que dejará constancia un programa especial de Canal Sur Televisión. "Nunca más voy a tocar con tanto aparato, con tantos medios y tan grandes músicos, nunca voy a hacer un concierto donde haya pensado tanto el repertorio", afirmó el cantante, que por eso ha decidido no contar en estas dos fechas con invitados, como ha ocurrido en otras ocasiones durante esta gira. "Lo debatí muchísimo con mis compañeros y llegué a la conclusión de que estos dos me los quiero comer yo solo. Que no los quiero repartir con nadie. Es una emoción muy intensa, y si vienen [invitados] van a estar alrededor del escenario pero no arriba. Éstos son mis dos conciertos".
Miguel Ríos se declara "poco nostálgico", por lo que le agrada especialmente el hecho de que el público con el que se ha encontrado a lo largo de estos conciertos haya "entendido el mensaje", que era "una fiesta, no un velorio". "Me jode darle tan poco valor a la nostalgia, porque sé que si se aprovecha es algo que vende mucho. Pero es un truco muy facilón y me parece una pérdida de tiempo. Además, creo que la nostalgia es no estar muy contento con lo que tú puedes hacer todavía con tu vida, un salvavidas al que te agarras porque crees que no puedes hacer el tránsito que te queda para llegar".
"Voy a tener mucho tiempo, pero no iré a ver obras", garantiza. "No creo que haga nunca más 10 ó 15 canciones de golpe. Pero seguiré haciéndolas, no me cabe duda. Iré a tiro hecho: he tenido un barrunto, se me ha ocurrido este tema, lo voy a grabar y lo cuelgo [en internet]", explicó. No lo hará "por lo dinerario". Ha asumido que los discos -como el arte en general, apostilló- se "han depreciado hasta tal punto en esta sociedad que sólo sirven para tu propia satisfacción".
Por otro lado, ayer se pudo volver comprobar que el cantante, a sus 67 años, no deja de despertar pasiones. Desde los asientos de la prensa le preguntaron casi con fervor por "el secreto de la eterna juventud". "Tener la conciencia tranquila", respondió. "Al menos contribuye mucho. Pérez-Reverte decía que quien no tiene enemigos o es muy poco interesante o es un imbécil. Yo soy poco interesante y soy imbécil. Yo he trabajado para que la gente me quiera, hago todo lo posible para ello. Lo cual, yo creo, deja menos ojeras. Y aparte de eso, hombre, pues uno es guapo por naturaleza".
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