Música con grandeza para un cierre de temporada

Cultura

Música con grandeza para un cierre de temporada
Música con grandeza para un cierre de temporada
Gonzalo Roldán Herencia

22 de mayo 2022 - 18:38

La Orquesta Ciudad de Granada recibió a su principal director invitado, Christian Zacharias, para cerrar este años su temporada con un concierto dedicado a Anton Bruckner y Michael Haydn. Con este repertorio, dos obras llenas de grandeza compositiva y belleza innata, nuestra orquesta puso el broche de oro a una programación que ha estado repleta de buena música y mejores interpretaciones, y en la que el público ha podido, progresivamente, redescubrir lo que es disfrutar plenamente de la experiencia de asistir a un concierto sin las limitaciones que desde hace dos años nos imponía la prudencia ante una pandemia

que ha marcado nuestra actividad.

El Auditorio Manuel de Falla volvió a llenarse de sonrisas, ya no solo en los ojos, sino también en el resto de los rostros de una audiencia que por fin tenía la opción de mostrase como antes de la pandemia, y de una orquesta orgullosa de su público que este fin de semana nos regalaba un concierto de cierre de temporada digno de las mejores salas de conciertos. Y es que no ha sido fácil llegar hasta aquí, pero lo hemos conseguido. No estamos todos los que debiéramos ser, y tardaremos todavía en recuperar la completa normalidad y en enterrar los malos recuerdos; pero una cosa es segura, y es que la música ha sido y sigue siendo una experiencia terapéutica que puede sanar el alma y devolver la sonrisa al espíritu.

Con estos sentimientos de reconciliación con la vida, con la felicidad que reside en las pequeñas experiencias sensoriales y la generosidad que se muestra en los pequeños gestos, el Coro y Orquesta Ciudad de Granada nos brindaron un programa excepcional, bajo la experimentada e intuitiva batuta de Christian Zacharias. El propio director fue el responsable del arreglo para orquesta de cuerdas que se interpretó del Quinteto para cuerdas en Fa mayor de Anton Bruckner, una de las escasas piezas camerísticas del autor. Verdaderamente, la esencia melódica de Bruckner y su riqueza motívica subyacen fielmente en esta versión del quinteto, que sin embargo consigue potenciar su expresividad y sonoridad. Las cuerdas de la OCG sonaron perfectamente empastadas y equilibradas, respetando en todo momento el juego de diálogos y el discurso entrelazado característico de la escritura de Bruckner. De este modo, pudimos escuchar un claro ejemplo de cómo la buena música, cuando es arreglada e interpretada por quien la entiende, no puede más que engrandecerse aún más.

Como obra central del programa pudimos escuchar el Requiem en Do menor de Michael Haydn, hermano menor del genial Franz Joseph Haydn y hábil compositor que sin embargo desarrolló su productiva carrera ensombrecido por su prójimo. Muestra de su valía es este Requiem, que en vida de ambos tuvo considerable fama y reconocimiento, llegando a ser modelo para el propio Mozart y siendo interpretado en el solemne funeral de estado que Viena ofreció a su hermano en 1809. La obra recoge las partes fundamentales de la misa de difuntos, si bien obvia el Tracto, el Gradual y el Liberame. De factura extraordinaria, el equilibrio entre solistas, coro y orquesta es digno de mención, así como la belleza motívica de cada número; no en vano, Michael Haydn conocía bien la escritura para este tipo de formaciones, pues la mitad de sus más de ochocientas obras conocidas es música religiosa.

El introito Requiem Aeternam, enlazado sin solución de continuidad con el Kyrie Eleison, es un alarde de escritura imitativa en el coro, hábilmente reforzada por las cuerdas de la orquesta, y adornada por unos contundentes timbales y una rica sección de metales (trompetas y trombones). Como es habitual en la escritura religiosa del compositor, todavía se mantiene la presencia de un bajo armónico interpretado al órgano, si bien el peso de la parte instrumental recae en las cuerdas, que se mantienen a lo largo de la partitura en un equilibrado tono mesurado para potenciar la expresividad de las voces. La Sequentia ocupa el lugar central de la partitura, con diversos números para los distintos versos de la misma, esquema que también seguiría Mozart y que perpetuaría un tipo compositivo repetido en sublimes páginas durante el romanticismo; tras esta pieza la obra salta al Offertorium, para concluir tras las oraciones del común Sanctus y Agnus Dei, con el canto de comunión Lux Aeterna.

El Coro de la OCG, preparado por Héctor E. Márquez, sonó en cada una de sus intervenciones con un sonido rotundo y de la presencia adecuada a cada pasaje, aportando el balance oportuno para hacer perfectamente comprensible el discurso de la partitura. Hay que mencionar la elegancia interpretativa de esta formación,

renovada y reforzada en estos últimos años; así, se ha conseguido un sonido brillante y empastado, buena materia prima para la construcción de cualquier repertorio coral que la pasada noche destacó sobre el resto de los intérpretes.

Granada tiene suerte de tener un coro para repertorio sinfónico como este, pues su ductilidad y flexibilidad han sido sobradamente probadas en el pasado; confiemos que se le de el lugar de honor que se merece y podamos seguir disfrutando a través de sus voces del mejor repertorio coral por muchos años. Junto al coro, sustentando importantes pasajes de la obra, hay que mencionar al cuarteto solista, en general bien equilibrado. Contó en el registro agudo con las bellas y potentes voces de la soprano Lucía Millán y la alto Rachele Raggiotti; ambas brillaron con luz propia en sus interpretaciones, dentro de estilo y muy

oportunamente dirigidas por Zacharias. Completaron este conjunto solista en el registro grave el tenor Juan Antonio Sanabria y el barítono Günter Haumer, oportunos igualmente en su papel.

Y, como no, merece una especial mención la encomiable labor de Christian Zacharias al frente de una sutil y lúcida OCG, que desgranó los elementos tímbricos de la partitura y los puso al servicio de la compleja dialéctica y simbología musical que se encierra esta misa de difuntos. De este modo, con un Requiem que más que reflejar agriamente un sentimiento de pérdida se muestra sin embargo más lleno de serenidad y esperanza, se puso el colofón a la presente temporada, metáfora vívida de la realidad en estos tiempos de esperanza y reconstrucción de la tan deseada normalidad.

Orquesta Ciudad de Granada

Programa: Anton Bruckner, Quinteto para cuerdas en Fa mayor WAB 112; Michael

Haydn, Requiem en Do menor MH 155.

Solistas: Lucía Millán (soprano), Rachele Raggiotti (alto), Joan Antonio Sanabria

(tenor) y Günter Haumer (barítono)

Director: Christian Zacharias

Coro de la OCG: Héctor E. Márquez (director)

Fecha y lugar: Auditorio Manuel de Falla, 21 de mayo de 2022

Clasificación: 5 estrellas

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