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El mundo de la música y el del periodismo estuvieron este miércoles más unidos que nunca en el sepelio del músico y periodista granadino Jesús Arias, que fue incinerado en el Cementerio de San José después de una corta ceremonia que los asistentes, amigos y familiares, cerraron con una ovación.
Periodistas de medios impresos, digitales, radios, televisiones, gabinetes de prensa... toda la prensa de la ciudad se dio cita en la despedida de un compañero, en la que también destacaba la multitudinaria presencia de músicos que compartieron conciertos, anécdotas y proyectos.
Por eso no extrañaba la presencia de las hermanas Morente, Estrella y Soleá, ya que esta última fue la protagonista del último proyecto de Arias, la cantata Mater Lux, que se estrenó este mismo año y en la que trabajó junto con otros artistas como Arturo Cid y Juan Pinilla, que acudieron ayer al cementerio para acompañar a la familia, que quiso que se escuchara un fragmento de la composición en la ceremonia.
Entre los asistentes había representantes de todos los ámbitos musicales. Cantantes, músicos de rock, clásicos, grupos al completo, promotores musicales, cantautores... Y otros que, como Arias, cabalgan entre el periodismo y la música, como Sagrario Luna, a la que se puede considerar la primera periodista musical granadina.
De Jesús Arias se ha dicho casi todo desde que se conoció la noticia de su fallecimiento. Su amor por la música y su dedicación al periodismo con su particular forma de ver las cosas, características que ayer comentaban los asistentes y entre los que se colaba la idea de ir organizando un homenaje en su memoria.
Y la periodista que esto escribe ha perdido a un colega, un compañero; no puedo decir que Jesús fuera mi amigo, pero compartí con él algunas risas, bastantes broncas y algunas (pocas) cervezas. Lo empecé a tratar cuando llegué a Granada hace sólo doce años y fui conociendo su pasado con las anécdotas que explicaba a cuenta de alguna página que escribía para este periódico sobre aquellos míticos años 80, la visita de Joe Strummer o la esperada vuelta de 091 que, casualidades de la vida, se anunció, por fin, hace un par de meses.
Por eso, porque sólo lo conocí durante la última década, lo recuerdo en los inicios de un nuevo proyecto periodístico, cuando le recriminaba que había entregado una página sin corregir y me decía "a mí no me gusta ser jefe". Y era verdad, nunca le gustó la rutina, los protocolos o seguir horarios, como hombre libre que era.
Lo único que le hacía madrugar eran las retransmisiones de las carreras de Fórmula 1 en televisión, deporte en el que era gran experto y que luego comentaba con los compañeros de la sección de Deportes, donde se acercaba con su particular manera de caminar, se sentaba en una silla y decía: "Vengo a leer la prensa canalla", y dedicaba un rato a los periódicos deportivos.
Y esta compañera, a pesar de no ser del todo joven, será la primera vez que tenga que borrar un número de teléfono de los contactos del móvil. Y sabe que ha perdido a un compañero. Y sabe también que ya no volverá a escuchar aquella frase que repetía cada noche cuando entregaba la última página: "Apagando la máquina informativa".
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