"El cante flamenco nace del sufrimiento y el dolor de un pueblo apaleado, el gitano"
Entrevista Nene de Santa Fe | Cantaor de flamenco
El artista granadino, decano del cante en Andalucía, será homenajeado este sábado en el Festival de Ogíjares donde actuará junto a Rancapino Chico
Granada/"El Nene de Santa Fe tiene la dulzura, la mesura, la serenidad, el intimismo de Ramón Medrano. Y el brío y el color de voz de Panseco". Así describe nuestro crítico Juan Vergillos a Manuel Carmona Heredia, alias El Nene de Santa Fe (Granada, 1949). El artista, decano del cante en Andalucía, lleva medio siglo en los escenarios defendiendo un flamenco que hunde sus raíces en referentes históricos y en las tradiciones más ancestrales. "Lo sé desde siempre. Te puedo enseñar fotos donde estoy cantando con siete u ocho años. A mí siempre me ha gustado cantar. Mi inclinación era esa", afirma cuando se le pregunta por el origen de su vocación.
Entre sus referentes están Antonio Mairena, "el maestro", y Fosforito. "Mairena ha sido cantaor, ha investigado los cantes y ha estudiado la historia. También lo ha hecho Fosforito", explica durante la entrevista donde se muestra humilde y risueño. El granadino dice llevar "bien" la pandemia. "Tengo precaución y no salgo demasiado. Me ha fastidiado muchos conciertos, eso sí. La cosa está mal", reconoce. El Festival de Ogíjares le premiará por su longeva carrera esta noche. Después actuará junto a Rancapino Chico, Antonio Higuero y Manuel Carmona al toque.
-El Festival de Ogíjares le rinde homenaje en esta edición. ¿Esta profesión le ha dado más alegrías que dolores de cabeza?
-He tenido la suerte de haber nacido así. Dolores de cabeza ninguno (ríe). Al revés, me ha traído gloria. He visto mucho mundo y me he podido ganar la vida bien con mi profesión.
-Usted es un cantaor con una larga trayectoria. ¿Cómo se aprende a cantar con ese pellizco?
-Eso no se aprende. Hay que nacer así, no se puede aprender. Se aprende la técnica. Para cantar o ser artista hay que nacer así. Una vez naces, con la técnica se puede ir avanzando muchísimo.
-Vaya, que uno tiene que nacer con estrella.
-Sí, eso es indiscutible. Uno puede aprender a tocar la guitarra o a bailar, pero para cantar es más difícil. Hay muchísimos guitarristas que aprenden la técnica, pero se nota cuando es un guitarrista de pellizco. La música hay que llevarla en la sangre. Hay que nacer con esto.
-Hace unos días entrevisté a Dolores Agujetas. Me dijo que ella no era flamenca, que ella era gitana y cantaba gitano. ¿Siente usted lo mismo?
-Te lo voy a explicar. A partir de 1950, se ha venido cambiando las palabras cante gitano por cante flamenco. Hay una letra que dice: “Que mala flamenca eres que haces llorar a tu madre tanto como ella te quiere”. Flamenca quiere decir gitana. La palabra gitano se cambió por flamenco a principios de 1800. Carlos III nos dio la nacionalidad española a los gitanos y nos prohibió que habláramos nuestra lengua, que vistiéramos nuestra ropa y que entráramos a las aldeas, entre otras cosas. Éramos españoles con unas normas muy estrictas. Nosotros mismos, al no poder hablar nuestro idioma, para poder identificarnos decíamos flamencos. En aquel momento por Triana pasaban muchas culturas. El gitano en esos momentos no se quería identificar como gitano. Porque ser gitano estaba mal visto.
-¿Hoy día los gitanos siguen cargando con ese estigma?
-Sí. Estamos mal vistos. En los trabajos no cogen a gitanos. Si un chico o una chica va a un supermercado a buscar trabajo y es gitano no lo cogen. Es complicado. Existe todavía bastante racismo hacia nuestro colectivo.
-El hermano de Dolores, Antonio, le comentó a Quintero que "el cante tiene que ser sufrimiento". ¿Esa es la verdad del cante?
-El cante sale a través del sufrimiento. El cante flamenco, esa perla preciosa, nace a través del sufrimiento y el dolor de un pueblo apaleado, el gitano. Las raíces del flamenco ya las traía los gitanos en sus orígenes. El cante primitivo que traía consigo los gitanos era la alboreá, el cante primitivo de los gitanos que se desarrolla en Andalucía. Una vez los gitanos aprenden español y al cantar la musicalidad sale el flamenco. Yo he investigado y he estudiado mucho a lo largo de mi carrera. Ahora hay mucha juventud que me estudia porque he dejado una pautas en los cánones del cante. Me ha costado bastante. He tenido a un maestro, Antonio Mairena.
-Usted se ha curtido en peñas y tablaos. ¿Qué se aprende en esos lugares?
-En las peñas no se aprende nada. Ahí te reúnes con tus amigos y según como sean puedes aprender algo. Uno aprende flamencos es escarbando en las raíces. En el entorno de tu familia. El tablao te pule para estar más ágil o estar al día de ritmos. Si estás aprendiendo a cantar y quieres estar más suelto el tablao te ayuda mucho. Por mucho que ritmo que tengas, si no tienes pellizco, no cantas bien y no tienes modulación, aunque estés 40.000 años en un tablao nada.
-Vivió en la Barcelona cosmopolita y contracultural de los años 70 y de los 80. ¿Qué recuerda de aquella época?
-Andalucía estaba fatal en ese momento. Los andaluces tuvimos que emigrar para buscar trabajo. Mis padres eran fragüeros. Entró la forja mecánica y ya la fragua no servía para nada. Tuvimos que irnos para buscarnos la vida porque nos moríamos de hambre aquí. Nosotros llevamos nuestra cultura allí y nos juntamos para desarrollar la cultura andaluza. El flamenco es andaluz. Allí no había nada. Como estábamos fuera de nuestro sitio de origen eso nos animaba a defender nuestra cultura. En nuestro rato de ocio íbamos a las peñas. Cuando yo llegué a finales de los 60 había solo dos peñas. Mis padres vendían ropa en el mercadillo. Yo me busqué un ballet y empecé a actuar en el extranjero con él. Ahí empecé a trabajar de lo mío.
-¿Volvería a vivir allí con todo el lío del independentismo catalán?
-Ahora no estaría yo en Barcelona ni un segundo.
-En 2021 se cumplirán 35 años de la muerte del Chocolate de Santa Fe. ¿Qué se perdió con él?
-Era mi primo. Se perdió un barroquismo de eco gitano. Se perdió algo enorme.
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