Visto y Oído
Emperatriz
Aunque el nublado con el que amaneció el día podía ensombrecer algunas de las actividades de la Noche en Blanco, al final el tiempo respetó las más de 200 citas que había programadas. Las hubo de todos los gustos, para distintos bolsillos y para todas las edades: culturales, deportivas, turísticas, gastronómicas, infantiles... Siguiendo la estela de otras capitales europeas, el centro de Granada se convirtió en una fiesta en el que un río de participantes peregrinaban de plaza en plaza, de calle en calle, de tienda en tienda o de bar en bar.
Había estaciones casi en cada museo, en las sedes de cada fundación, en cada monumento o en multitud de centros públicos, como el Centro de Documentación Musical y la Biblioteca de Andalucía, o las facultades que se encuentran en el centro, como la Derecho. Más de 25 complejos museísticos, culturales y salas de exposiciones acogieron actuaciones relacionadas con el teatro, la danza, música, poesía, literatura, artes plásticas y proyecciones audiovisuales.
También muchas instituciones particulares se sumaron a la fiesta con todo tipo de actividades, como el Colegio de Arquitectos, que apostó por el arte urbano en distintas manifestaciones, o el de Aparejadores, con una muestra colectiva preparada para la ocasión.
Había conciertos de todo tipo, desde música barroca en el Auditorio Manuel de Falla a Batucada en la Plaza de las Pasiegas, convertida en uno de los epicentros musicales de la Noche en Blanco junto con Plaza Nueva y el Corral del Carbón.
Uno de los actos a los que la organización de la cita había dado más peso era la Cosmopoética que se desarrolló en un espacio menos céntrico pero también convertido en punto neurálgico de la Noche en Blanco: el Teatro de CajaGranada. Más de 150 poetas quisieron sumarse a la lectura del libro que se ha editado con motivo de la Noche en Blanco: La luna en verso. Al cierre de esta edición el acto seguía desarrollándose y estaba previsto que la velada en CajaGranada terminase a las cuatro de la madrugada.
Porque anoche todo estaba pensado para que Granada fuese como Nueva York, la ciudad que nunca duerme. Como el acontecimiento venía promovido por el Centro Comercial Abierto para incentivar las compras, las tiendas podían estar abiertas hasta la media noche, un aliciente extracultural que atrajo a muchos que con los horarios tradicionales andan más justos de tiempo.
Y entre concierto y exposición, entre representación y presentación de libro o entre compra y compra, lo que tocó fue hacer parada y fonda primero en los bares y luego en los pub, porque el Ayuntamiento de Granada permitió ampliar dos horas mas el cierre habitual de los negocios de hostelería.
El lema de esta primera Noche en Blanco o Granada sin hora era La Luna en verso porque la finalidad de la jornada era reivindica la ciudad como capital mundial de la poesía, reconocimiento propuesto ante la Unesco.
En la organización del evento colaboraron el Patronato de la Alhambra, el Consorcio del Milenio, el Parque de las Ciencias, Cetursa, o el Patronato Provincial de Turismo, entre otros, con el apoyo institucional del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, la Junta de Andalucía, la Diputación, el Ayuntamiento de Granada, la Universidad, el Arzobispado, la Cámara de Comercio y la Confederación Granadina de Empresarios.
Según la organización, el presupuesto previsto para el magno acontecimiento era de 250.000 euros, con los que se esperaban subvencionar los actos que atrajeran a más de 100.000 personas.
La Huerta de San Vicente acogió la mayoría de las actividades infantiles, que se desarrollaron entre la tarde y primera hora de la noche. Por las calles más emblemáticas discurrieron actuaciones variadas, talleres, bailes, pruebas y exhibiciones deportivas. La mayoría de estas últimas se concentraron en el Paseo del Salón y la Plaza del Carmen fue el lugar elegido para la movida granadina de la tercera edad.
Además hubo doce rutas guiadas a los lugares más desconocidos de la ciudad, los más panorámicos, los más rojiblancos o incluso los más siniestros.
Por ejemplo, Rafael Casares, autor del libro 13 historias de fantasmas, casas encantadas y fenómenos poltergeist, condujo a los participantes en grupos de 30 personas por la Ruta por las casas encantadas, con salida del Carmen de la Victoria y previo recital poético musical. Otra ruta guió a los visitantes por los interiores del Teatro Alhambra. El jardín de la Casa de los Tiros, como otros muchos lugares con encanto que permanecen normalmente cerrados al público, se abrió hasta casi la media noche. Hasta el Granada Club de Fútbol o la 'qubba nazarí' del palacete Alcázar Genil, sede de la fundación Francisco Ayala, se sumaron a la lista de propuestas de visitas guiadas.
También hubo una intensa programación de danza y las artes escénicas: el Teatro Alhambra y el Isabel la Católica no pararon de programar actividades desde media tarde hasta bien entrada la media noche y las colas para hacerse con una entrada por la mañana daban muestra del entusiasmo con el que el público esperaba la noche, confirmado luego por los atascos las calles del centro.
Pero en la amplia oferta tenían cabida también espectáculos de magia, flashmobs, teatro de sombras (en el Palacio de la Madraza), exposiciones de títeres en el Parque de las Ciencias, coros, bookcrossing, o tunas.
Su organización, basada en un modelo de gestión público-privado, supuso un esfuerzo de coordinación de los diferentes recursos humanos y medios materiales que originó algunos cambios de última hora y alguna 'caída' del cartel que causó contratiempos pero no impidió que las calles del centro consiguieran el lleno a una hora histórica.
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