Panorama expositivo: fin de temporada I

Arte en Granada

Una de las obras de Irene Sánchez. / R. G.
Bernardo Palomo

17 de junio 2024 - 14:29

Granada/Cuando la temporada artística está viendo su final, las muestras se suceden y son varias las que están llenando de entusiasmo creativo alguno de los espacios existentes en la ciudad; quizás con desarrollos más escasos de lo que sería lógico a lo largo del ejercicio expositivo que ahora está llegando a su fin. Porque hay que decir que los artistas granadinos, tan numerosos en cantidad y en calidad, no han encontrado una excesiva repercusión en las salas de la ciudad; como tampoco hemos asistido a la presencia de autores foráneos. Lo que indica que se ha presenciado un programa muy a medio gas para la importancia artística de una Granada que, sin solución de continuidad, saca a la luz importantes artistas que, en poco tiempo, acceden a lo mejor del panorama nacional. Habría que mirarse bien para no caer en una mediocridad que redundaría negativamente en la plataforma de la ciudad si ésta quiere llegar con éxito a la meta de la Capitalidad de la Cultura.

Salvo las exposiciones de Cristina Megía (Palacio de los Condes de Gabia), Belén Mazuecos (Centro Damián Bayón)Belén Mazuecos, Juan Manuel Brazam (Menfis Interiores), Alejandro Gorafe (Arrabal y Cia), Carmelo Trenado (Centro Gran Capitán y Ceferino Navarro), por citar sólo las cinco que, antes de este fin de temporada, me han parecido más sobresalientes. Sin embargo, artistas de Granada o vinculados a ella, sí han sobresalido en comparecencias fuera de la ciudad, como Mari Ángeles Díaz Barbado (C3A de Córdoba y Galería Fernando Santos de Oporto), Antonio Montalvo (Galería Espacio Mínimo de Madrid), Rosa María Aránega (Galería Berlín de Sevilla) y Rosa Brun (Galería Fernández Brasso de Madrid), entre otras.

Para concluir el programa expositivo granadino de esta temporada vamos a citar algunas de las muestras más importantes que se han desarrollado en los espacios de la ciudad. Como hay bastantes las vamos a llevar en varias entregas.

Helí García, en la Empírica

Cuando uno contempla la pintura de Helí García sabe positivamente que detrás hay un pintor serio, de los que pintan de verdad y está ajeno a los efluvios exagerados y mentirosos que tanto abundan en lo artístico. Esta exposición lo demuestra con absoluta determinación. En ella se observan dos circunstancias bien definidas. Por un lado nos posiciona ante un expresionismo figurativo acertadamente distribuido que garantiza una contundente manifestación plástica llena de sentido formal y creciente gestualidad. Poderosas pinceladas que dejan entrever la máxima dimensión de la expresión desde la fortaleza de la materia puesta en escena para que el propio concepto quede estructurado bajo el poder de la forma. Por otro, la muestra nos conduce por historias bien contadas y muy bien diseñadas para que revelen asuntos casi siempre emparentados con el paso del tiempo y sus infinitas circunstancias, la fugacidad de la existencia, el transcurrir inexorable de la misma , el sentido de la vanidad, sus cuestionables desenlaces; incluso, la muerte.

Cuadro de Helí García. / R. G.

A medio camino –es el título de la muestra- funciona como una especie de exposición pseudo retrospectiva que acoge trabajos realizados a lo largo de más de veinte años de ejercicio artístico; metáfora, por tanto, de la mitad de vida, artística y vital, de un autor de los llamados de media carrera que ejercen un desarrollo profesional llegado desde las distintas fórmulas creativas acontecidas a lo largo de un tiempo que se nos aparecen como escenificaciones de películas famosas que han tenido que ver con la muerte, con ese discurrir implacable de la vida que da lugar al último estamento natural.

La muestra nos sitúa en los muy buenos planteamientos artísticos de alguien que sabe manejar los espacios pictóricos para conformar una realidad conceptual sabiamente confeccionada desde el poder absoluto de la materia plástica. Helí García es un artista diferente, con un sello muy especial, al que hay que tener muy en cuenta.

Irene Sánchez, Galería Ruiz Linares

Esta artista, en plena joven madurez, es sabia ejecutora de una pintura poderosa, que sabe, de manera muy sutil, relatar asuntos y que desentraña sabias posiciones de una realidad que contrapone la fuerza de la naturaleza al condicionamiento que suscita una humanidad en permanente cuestionamiento. La obra de Irene Sánchez va asentándose en esa línea de contrastada personalidad. Su pintura nos muestra, ya, los justos enclaves de un lenguaje particularísimo, que no ofrece duda y que descubre a una artista sin discusión alguna. La céntrica galería granadina que comparte lo contemporáneo con los postulados eternos de las antigüedades se llena con esa naturaleza inquietante que es indiscutible realidad pictórica de la autora; un paisaje solitario, enigmático, de inquietudes manifiestas donde la presencia humana, ausente, se atisba para acentuar esa inestable realidad que convierte lo natural en una especie de incómodo escenario que suscita trampas imaginativas.

Cuadro de gran formato de Irene Sánchez. / R. G.

La realidad pintada, ese extenso escenario nevado, con claras ausencias humanas, nos hace circular por un espíritu de soledad, de misterio, de inmensidades. Una naturaleza que configura presencias y ausencias. La presencia infinita de sus horizontes inabarcables, que la artista pinta rigurosamente para recrear los espacios casi vírgenes que acentúan la inquietante emoción de una realidad natural de determinante contundencia. Al mismo tiempo, la ausencia de lo humano, que sólo se atisba mínimamente con ciertos elementos tangentes a la propia situación del hombre.

En la muestra el paisaje vuelve a ser protagonista especial; paisajes montañosos, casi siempre nevados, sin rastro humano, sólo una solitaria cabaña, un fuego inesperado, una gran roca que recibe los rayos de sol y que contrasta con la magnitud blanca de una naturaleza inhóspita y silente. Pintura poderosa, sin resquicios; ejecutada con solvencia técnica, sin efectismos ni guiños empáticos para la galería; que proyecta una realidad muy bien distribuida y mejor pensada.

La obra de Irene Sánchez nos vuelve a situar ante una naturaleza que se muestra en toda su rigurosa magnitud pero dejando entrever que el estricto paisaje, casi hostil, hace presentir lo humano. Todo ello en un escenario que descubre a una artista con un lenguaje personal e intransferible.

La Granada expositiva sigue llevándonos por muchas de las parcelas de una creación que, en la ciudad, está sobrada de argumentos. Vamos a ir posicionándolos y descubriéndolos en este segmento temporal que nos llena al fin de una temporada con muchos altibajos.

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