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Granada/El pasado 20 de diciembre se cumplió el cuarto centenario de la muerte del arzobispo de Granada Pedro de Castro Vaca y Quiñones (1534-1623). Hombre de fuerte personalidad poseyó una gran formación que lo convirtió en un profundo conocedor de distintas disciplinas unas por razones profesionales como la Jurisprudencia, Derecho, Procedimientos jurídicos. Otras derivadas de su vida eclesial, como la Teología, Patrística, Lenguas Clásicas y Sagradas Escrituras. Pero también se convirtió en experto en otras materias vinculadas a algunos de sus proyecto, como el árabe, la cultura oriental y la Mariología.
Ahora la exposición D. Pedro de Castro. Semblanza de un hombre polifacético, que puede verse desde este viernes en la Sala Zaida, adentra al publicó en su fascinante figura. La muestra forma parte de un programa conmemorativo más amplio. Planteado con motivo del IV Centenario de su muerte, la celebración incluye actos, conferencias y exposiciones que la Abadía celebra desde el pasado mes de diciembre hasta abril de 2024.
Hijo de un caballero de Santiago, fue arzobispo de Granada entre 1589 y 1610 y, tras declinar la sede compostelana, después fue designado arzobispo de Sevilla donde permaneció los trece años restantes de vida. Pero en su larga y fructífera trayectoria profesional, este auténtico prohombre de la sociedad del Siglo de Oro español ejerció numerosos cargos en muy distintos ámbitos: fue oidor de la real Chancillería de Valladolid y Granada, de las que llegó a ser presidente.
En el caso de la diócesis granadina, impulsó una serie de normas para la organización del clero. También tuvo una gran labor social, preocupándose de los más desfavorecidos y creando el Colegio de Niñas Nobles. Enamorado de la Inmaculada Concepción, propagó su culto en Granada por primera vez y luego lo extendió por toda Andalucía.
Pero la biografía de Pedro de Castro estará para siempre ligada a la historia de los libros plúmbeos y la Abadía del Sacromonte. Defendió siempre los restos martiriales encontrados en Valparaíso y para garantizar su culto fundó en 1609 este auténtico centro de peregrinación, en cuya cripta está enterrado junto a toda su familia.
La Fundación Caja Rural ha patrocinado esta muestra, que estará abierta hasta el 13 de abril. El objetivo es exhibir parte del rico patrimonio de esta institución, que cuenta con obras de autores como Pablo de Rojas, Ruiz del Peral, Calvete de Estrella o san Juan de la Cruz. En el acto de inauguración de este viernes se ha contado con la presencia de la responsable de Fundación Caja Rural Granada, Poli Servián; el arzobispo de Granada, José María Gil Tamayo; y el abad del Sacromonte, Antonio Fernández Siles.
Fundación Caja Rural Granada quiere también con esta muestra recordar su apoyo a la conservación y divulgación de los tesoros sacromontanos durante las últimas dos décadas, a través de acciones como la recuperación de varias joyas de su fondo bibliográfico, la restauración del retablo de la Iglesia de la Asunción, el montaje de exposiciones en la Sala Zaida y la edición de un libro sobre el patrimonio de la Abadía.
En 1595 se encontraron en el Sacromonte unas reliquias atribuidas a San Cecilio, discípulo del Apóstol Santiago, así como unas placas de plomo escritas en árabe, que han pasado a la historia como los famosos Libros Plúmbeos. La repercusión del descubrimiento fue enorme y pronto se comenzaron a elevar numerosas cruces, alrededor de unas 1200 levantadas por los gremios y artesanos, de las cuales actualmente sólo se han conservado cinco. Muchas de estas cruces fueron donadas a los franciscanos que realizaron en el camino que unía la ciudad al Sacromonte, un vía crucis que terminaba en una pequeña capilla dedicada al Santo Sepulcro, convertida en centro de peregrinación.
Entre 1595 y 1597 se acometieron las primeras obras y el conjunto de las cuevas fue delimitado por un muro de ladrillo con almenas curvilíneas y decorado con estrellas, círculos, flores y el escudo del fundador, así como el año de su construcción (1598). A comienzos del siglo XVII se edificó una abadía ordenada construir por Pedro Castro, una construcción que tuvo gran importancia como complejo cultural y religioso y cuya sucesiva decadencia provocó también la desaparición del Sacromonte del que se conserva, como único testimonio, la cruz erigida por los franciscanos. El encargo al hermano jesuita y arquitecto Pedro Sánchez tenía como referente El Escorial, aunque no llegó a verse terminado pues tras la muerte del religioso la financiación se vio recortada. En la biblioteca del edificio se conservan los planos de la obra. El claustro es el elemento más destacado del conjunto. El edificio principal se construyó entre 1600 y 1610, año en que el arzobispo de Granada fundó una universidad privada en la que se estudiaba Derecho, Teología y Filosofía. Esta universidad pasó a ser solo colegio de Secundaria desde principios del siglo xx hasta 1975, año en el que cerró para pasar a ser residencia de sacerdotes y parroquia del barrio, aunque ahora es objeto de un proyecto de un ambicioso proyecto de restauración.
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