Pintar el cante jondo en el siglo XX
Artes plásticas
El artículo de la semana pasada estaba dedicado a "pintar el cante jondo en el siglo XIX" y hoy continuamos con la iconografía de lo jondo en el siglo XX
Granada/El artículo anterior estaba dedicado a "pintar el cante jondo en el siglo XIX", hoy continuamos con la iconografía de lo jondo en el siglo XX. Dado que son muy numerosos los artistas de esta etapa, en estas breves líneas solo daremos alguna pinceladas significativas para mostrar cuál era el ambiente en el que se desarrolló el Concurso de Cante Jondo de 1922. En el siglo XX tenemos a los grandes pintores del flamenco que difundieron y consolidaron internacionalmente la imagen de este arte, destaquemos a Joaquín Sorolla (1863-1923), Julio Romero de Torres (1874-1930), Hermenegildo Anglada Camarasa (1871-1959), e Ignacio Zuloaga (1870-1945).
Sorolla
Joaquín Sorolla, como vimos en el anterior articulo en el caso de Sargen, va a poner de relieve la importancia de los circuitos artísticos transatlánticos. Sus éxitos europeos en sus exposiciones en París (1906), Berlín (1907) y Londres (1908), van a culminar y a darle fama internacional en la exposición de la Hispanic Society de Huntington, en Nueva York en 1909. Huntington fue su gran mecenas y la exposición la contemplaron más de 170.000 personas.
Sorolla conocía el flamenco de los cabarets Alhambra y Andalucía en París en 1900 y otros lugares similares, y frente a esa imagen degradada Sorolla quiere dignificar el flamenco, llenando sus lienzos de luz y alegría, de erotismo, en una visión moderna. Sorolla transitará por diversos estilos, en concreto el impresionista, postimpresionista y luminista.
Julio Romero de Torres
Otro pintor icónico de esta etapa es sin duda Julio Romero de Torres. Su evolución va desde sus inicios con una mirada regionalista, participando de la estética de la generación del 98, hasta el modernismo y el simbolismo, del que fue un referente.
El Concurso de Cante Jondo, celebrado en Granada en 1922, promovido por artistas e intelectuales, entre otros, por Manuel de Falla y Federico García Lorca, le inspiró el cuadro Cante Jondo, que empezó en 1922 y terminó en 1924, siendo en ejemplo de los elementos de su simbolismo: la mujer, las pasiones, los celos y el amor, la fatalidad y la muerte. El erotismo de la mantilla en la figura de la mujer desnuda, la guitarra como soporte de la figura principal y el aullido de dolor del perro al horizonte, configuran este magnífico cuadro.
Música y danza tabernaria y de lupanares
Por otra parte en el siglo XX encontramos los movimientos de vanguardia. Su relación con el flamenco fue fundamental para su dignificación y difusión internacional. De una música y danza tabernaria y de lupanares a ocupar un lugar en las galerías de arte y en los museos, teniendo el respeto de artistas e intelectuales. Mencionar en este sentido a Pablo Picasso (1881-1973), Salvador Dalí (1904-1989), Joan Miró (1893-1983), Francis Picabia (1879-1953), Hermenegildo Lanz (1893-1949), Manuel Ángeles Ortiz (1895-1984), o Le Corbusier [Charles Édouard Jeanneret-Gris] (1887-1965), entre otros.
Fundamental será la labor de los Ballet Rusos de Diaghilev, uniendo vanguardias musicales, pintores y danza, siendo muy grande su impacto a nivel internacional. En Granada actuaron en el Teatro Isabel la Católica (antiguo) los días 19 y 20 de Mayo de 1918, haciendo una representación de Schéhérezade en la Alhambra. Momentos en los que Falla, Picasso, Diaghilev y Leónides Massine preparan Le Tricorne. Diversos componentes del ballet asisten a una velada en la casa de Antonio Barrios, en la que Ángel Barrios y Federico García Lorca tocan la guitarra, danzando como bacantes descalzas varias bailarinas, y donde Thamar Kasarvina se arrodilló junto al estanque y hundiendo sus brazos desnudos dijo: "Quiero tener entre mis manos el corazón de esta fuente, para transportar sus latidos a mis danzas". Los Ballet Rusos jugaran un papel muy importante en la renovación del exotismo romántico hacia una nueva visión de las vanguardias, con Picasso y Stravinsky, en donde Manuel de Falla descubrirá un nuevo mundo creativo en París.
Para el Concurso de Cante Jondo Falla le pide a su amigo Zuloaga que se adhiera a la iniciativa a lo que el pintor responde: “Siempre fino entusiasta del cante y toque jondo, chanelo y endiquelo bastante con ellos […]. Daré un premio de mil pesetas a la mejor seguiriya gitana que se cante”. La respuesta, atribuida a Federico García Lorca, pero firmada por todos los cooperantes del concurso (Falla, Vílchez, Fernando Giner de los Ríos, Jofré…) seguía la broma: “Maestro: su épico telegrama de Vd. lleno de jocundidad, ha alborozado lo más íntimo de nuestro desfallecido garlochí”. Es más Zuloaga propuso exponer, coincidiendo con el certamen y las fiestas del Corpus, “12 o 15 cuadros” suyos con el objetivo de apoyar a la exposición de pintores granadinos.
Importante en este sentido fue la exposición La noche española. Flamenco, vanguardia y cultura popular 1865-1936, en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de diciembre de 2007 a marzo de 2008, comisariada por Patricia Molins y Pedro G. Romero, con la edición de un interesante catálogo que recoge artículos de diversos especialistas.
Pedro G. Romero incide en la dualidad del flamenco entre lo moderno y lo antimoderno, la vanguardia y la tradición, lo delincuente y lo institucional, puro acontecimiento y rígido texto, lo pintoresco y lo subversivo, la pobreza y la libertad, lo exótico y por otra parte muy solidario, «caudal de memoria mientras se ajusta cronométricamente a su tiempo».
El Concurso de Cante Jondo de 1922 significó esa modernidad de intelectuales y artistas vanguardista que configuró una parte importante del flamenco del siglo XX, surgiendo figuras tan destacadas como el bailaor Vicente Escudero cuya danza se inspiraba en la obra de Picasso, como a él le gustaba decir, y que bailó acompañado por el ruido de un motor. Visiones en espejo de las distintas artes que se apoyan y refuerzan creando el devenir cultural.
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