"Ahora reparten el amor encapsulado, igual que el gazpacho en bote de cartón"

Rafael Guillén | Poeta

El escritor granadino publica 'Últimos poemas (Lo que nunca sabré decirte)', un libro sobre el amor y el tiempo inspirado en teorías científicas donde pone punto y final a su longeva carrera

Rafael Guillén (Granada, 1933) esboza una sonrisa durante la entrevista en su casa, llena de libros, pinturas y recuerdos de sus muchos viajes.
Rafael Guillén (Granada, 1933) esboza una sonrisa durante la entrevista en su casa, llena de libros, pinturas y recuerdos de sus muchos viajes. / Antonio L Juárez / Photographers
Isabel Vargas

10 de octubre 2019 - 05:00

Granada/Rafael Guillén (Granada, 1933) es uno de los grandes poetas de este país y, quizá, el último granadino de su generación, la del 50, vivo en estos tiempos. Sin embargo, el escritor afronta su senectud con humor, un tacataca que le permite andar y un nuevo poemario bajo el brazo. En él, Guillén habla sobre el amor y el tiempo inspirado por los últimos descubrimientos científicos. La atracción que genera un agujero negro, donde nada escapa a su campo gravitatorio, se podría comparar con al magnetismo que produce el enamoramiento entre dos personas.

Lo descubrirá el lector en cuanto lea Últimos poemas (Fundación José Manuel Lara, 2019), donde el autor pone punto y final a su longeva carrera. De eso y muchos más asuntos hablamos con el poeta en su casa, llena de obras de arte, libros y recuerdos de sus numerosos viajes por medio mundo. La Biblioteca de Andalucía acogerá la presentación del libro el 28 de octubre a las 19:00 en presencia de su autor, el poeta y profesor de la UGR Álvaro Salvador y el crítico literario Ignacio F. Garmendia, colaborador habitual en la sección de Libros de Grupo Joly.

-Empieza su poemario con una estrofa que desprende un halo de nostalgia: "Todo lo bello deja un hueco / en el lugar en donde estuvo, como / queda la huella / de un cuadro en la pared en donde permaneció colgado un tiempo". ¿Qué echa de menos a su edad?

-Mis piernas (ríe). Este poema habla del instante. Y el instante no tiene edad. Diré algo sobre él, aunque los poemas no se pueden explicar. Sigue diciendo el poema: "Así, por donde pasas, vas dejando / sucesivas imágenes / que, aunque invisibles, / están ahí y que puedo / ver con los ojos del amor". Aquí entramos en algo de un tema del que he hablado en otro momento: pretendo que en la mayoría de mis poemas se reflejen bien hallazgos, bien intuiciones de las más recientes, posibles o imposibles, teorías científicas. Por ejemplo, el hecho de que todas nuestras acciones quedan grabadas en algún sitio; suponemos que del universo. La amada, al pasar, va dejando un rastro de sucesivas imágenes… y mi amor es tal que la amo en cada una de ellas. En fin, podía seguir porque el poema dice muchas más cosas. Ahora bien: aunque no tenga nada que ver con esto, a mi edad echo de menos todo lo que me falta; que se puede suponer cuando el que habla es un más que cumplido octogenario.

El escritor posa en su despacho mientras cuentas viejas anécdotas y chistes -aunque eso se lo guarda la entrevistadora-.
El escritor posa en su despacho mientras cuentas viejas anécdotas y chistes -aunque eso se lo guarda la entrevistadora-. / Antonio L Juárez / Photographers

-Usted cree en el asombro, que es la "creación constante". ¿Cuál es el motor de inspiración para usted? ¿Qué asombros de la vida cotidiana le han inspirado un poema?

-Si se cree en el misterio, hay que estar abierto siempre al asombro. Ya en mis años mozos dije que "la poesía nace del conocimiento y del asombro". Frase en que muchos críticos se han basado para situarme, entre otras consideraciones, en la parte de la generación del 50 que denominan "del conocimiento". El asombro no es la creación constante, aunque sí puede ser su fuente o su origen. Por otra parte, todo, al ser un continuo descubrimiento, es motivo de asombro si se va por la vida con los ojos abiertos.

-El amor protagoniza sus últimos versos publicados, pero también los primeros de una larga carrera. ¿Siente que cierra un círculo?

-El libro de sonetos de Pronuncio amor lo escribí con 22 años. Hay una teoría que dice que el tiempo es circular y claro, ahora yo, dando ya la vuelta, voy por la adolescencia. Y seguiré para abajo, hasta ser un niño, como todos los viejos. Además, hasta utilizo un tacataca (ríe).

-A pesar de su edad y sus achaques, ¿piensa que el amor todo lo puede?

-Claro. Ya he recorrido todas las etapas y he podido comprobar su poderío. Y siempre es el mismo, aunque va evolucionando. Lo que cambia con la edad es la situación, el contexto.

-¿Cree que hay algún asunto que inspire más al poeta que el enamoramiento?

-Todo es materia poética, si bien mis temas principales, los que más he frecuentado, han sido el amor y el tiempo. Hablemos del tiempo, por ejemplo. Esta edición que me hizo Jenaro Talens (me muestra la tetralogía publicada hace un par de años), está dedica al tiempo, a la materia, al espacio y al movimiento. En cada libro subyace uno de los términos de la teoría de la relatividad de Einstein. Quizás pase desapercibido, pero hay poemas en los que se desarrolla, dentro de temas circunstanciales, la teoría del espectador, o la de los universos paralelos. En estos Últimos poemas que ahora se presentan hay, por ejemplo, un poema hondamente amoroso inspirado en los agujeros negros del espacio.

-Sí, sí, lo he percibido. Los agujeros negros generan tal campo gravitatorio que ninguna partícula material puede escapar de ellos. Igual ocurre cuando uno se enamora.

-Sí. El poema El centro de lo oscuro está inspirado en el libro Los agujeros negros del astrofísico Antxón Alberdi, director del Instituto de Astrofísica de Andalucía. Es un libro durísimo para mí. Y, sin embargo, el poema se ajusta a la naturaleza, origen, evolución y supuesto final de estas áreas del espacio, es decir, es un poema amoroso inspirado en un tema científico. No paro de decírselo a los jóvenes. Los últimos descubrimientos de la ciencia y de la técnica son tremendamente poéticos. No sólo hemos cambiado de siglo, sino de milenio, y apenas percibo un cambio en la forma de entender la poesía. Es posible que para ver ese cambio necesitemos que pase un siglo. Ahora se ve muy claro lo que era el romanticismo, el modernismo, las vanguardias o el postismo.

-¿Lee usted a poetas jóvenes? ¿Le gustan? Algunos hablan de la precariedad y la situación socio política, como ustedes durante la posguerra.

-Sí, los leo. Tengo poco contacto con ellos porque no estoy en situación de ir a reuniones. Un medio me preguntó el otro día que cómo veía el futuro para ellos. Yo tengo siete nietos y veo muy complicado el futuro a medio y a largo plazo. En la economía hay nubarrones. Estamos derritiendo los polos. ¿Y el plástico de los océanos? Van a pescar bacalao y se traen dos toneladas de plástico. Y una invasión de la que ya nos estamos dando cuenta es la invasión de las maquinitas.

La portada de 'Últimos poemas (Lo que nunca sabré decirte) de Rafael Guillén.
La portada de 'Últimos poemas (Lo que nunca sabré decirte) de Rafael Guillén. / G. H.

-Los móviles o smartphones.

-Como se llamen. Eso es una enfermedad, como la droga o el juego. De esa categoría. Crea una adicción de psiquiatra. Se ven a parejas jóvenes sentadas en un café, cada uno con su maquinita. Él con su máquina. Ella con la suya. ¿Es que nos hemos vuelto locos? Se está perdiendo la costumbre de charlar. En fin, tampoco pienso mucho en el futuro porque, como digo con frecuencia, "yo me bajo en la próxima".

-¿Qué le parece que los jóvenes puedan ligar a través de aplicaciones del móvil?

-Lo mismo que cuando te dan un gazpacho en botes de cartón. Ahora reparten el amor encapsulado. No siempre, por fortuna, pero lo que está ocurriendo es tremendo. Sé que el móvil es un adelanto de la técnica, un paso fenomenal; siempre que se controle y se utilice para que lo que es. ¡Las redes sociales! ¡Madre del amor hermoso, que decía mi abuela!

-Hay muchos artistas que se autocensuran por miedo a ser juzgados en estas redes sociales. ¿Usted se ha censurado alguna vez?

-Lo mío pertenece a otra escala. Yo escribí un libro llamado El gesto. Me dijeron que no lo podía publicar porque un poema no pasaba la censura. Lo conseguí publicar en Argentina. Nosotros nos jugábamos ir al calabozo. Nos jugábamos el tipo. Ahora hay otro tipo de autocensura.

-Muchos se autocensuran para agradar al público. ¿Ha tenido eso en la cabeza, lo de agradar a los lectores?

-No, no. Además, cada vez lee menos gente.

-Cada vez lee menos gente y se hace de forma muy literal.

-O muy superficial. Salvo excepciones, que son muy escasas. A mí me da mucha lástima que desaparezcan los libros en papel. Ya se hacen pocas segundas o terceras ediciones. Ahora los cuelgan en internet. A mí me gusta tocar el papel, ver la textura. E incluso olerlo. Algunos amigos escritores me mandan el libro en PDF. ¿Cómo vas a tener una biblioteca de PDFs? Son ectoplasmas. No son libros, son fantasmas. Muchos de mis libros hay que leerlos ya digitalizados. Yo defiendo el libro de librería.

-Usted ha donado su legado a la Biblioteca de Andalucía. ¿Se destinan suficientes recursos y personal a las bibliotecas?

-No conozco el problema; pero conozco el paño. Probablemente no.

-¿Irá a votar?

-Yo voto siempre porque, si no, no puedo protestar luego. El derecho al pataleo lo tiene uno cuando va a las urnas.

-El otro día fui a ver El crack zero de Garci. En la película uno de los personajes citaba a Valle-Inclán, que decía que "España tiene la fea costumbre de premiar a lo peor". ¿Piensa lo mismo?

-¿Se refería a la literatura o en general? A la hora de contratar a una persona a lo mejor no se contrata a la mejor. Respecto a la literatura, llevaba razón porque a mí me han dado muchos premios (ríe).

-¿Con el paso del tiempo, el ego sube o baja?

-En eso de la autoestima, siempre me digo: he hecho lo que he podido. A lo mejor se me tendría que haber exigido más.

-Hablábamos de amor. ¿Su relación con la poesía ha cambiado a lo largo de los años?

-No. Mi relación con la poesía no ha cambiado. Primero, no se puede dejar de trabajar. No trabajo de pico y pala. Me refiero a leer mucho, pensar, hablar con los amigos. La mala suerte es que la mayoría de amigos se me han muerto. Rafa Juárez, más joven que yo, falleció hace nada. Hace unos meses murió José Ladrón de Guevara. Hace un año falleció Julio Alfredo Egea. También Paco Izquierdo, Manolo Villar Raso, Cayetano Aníbal. Claudio Sánchez Muros, Gregorio Morales… Dentro de ese estar entregado a la poesía, me falta el poder cambiar opiniones, poder conversar. Ahora me es más difícil. Los de mi generación se han muerto.

Lúcido y con sentido del humor: así abraza Rafael su vejez.
Lúcido y con sentido del humor: así abraza Rafael su vejez. / Antonio L Juárez / Photographers

-¿Este libro va a ser lo último que publique?

-Sí, lo último. El año pasado escribí cuatro poemas. Éste, uno o dos. No quiero que se refleje la decadencia física en lo que escribo. Conozco muchos autores a los que se les nota. Incluso grandes autores. Ahora que escribo como a mí me ha gustado siempre, de aquí no paso. La vida te enseña mucho. También se me acabaron los viajes. En ellos se ven otras costumbres, otro tipo de sociedad. Se ve mucha miseria, las diferencias entre unos países y otros. Eso enriquece mucho. Yo atravesé el Sahara, Argelia, Mauritania, y a los tres meses me fui a los países nórdicos. Finlandia, Dinamarca. Menudo contraste. La vida es la que enriquece, sobre todo a un escritor.

-¿También su mujer?

-Sí, claro. Hace tres meses cumplimos 60 años casados. Las bodas de platino creo que son a los 75 años de casados. No creo que lleguemos. Al menos, yo.

-¿Envidia a los jóvenes que van de flor en flor?

-No. Puede ser que vayan de decepción en decepción. Hay mucho egoísmo. Es otra forma de vida. Es un amor sin futuro, sin proyección. Aquí te pillo, aquí te mato. Antes la pareja estaba más unida. Los hijos unen mucho. Si los empiezas a tener joven unen más todavía. Yo me casé con 26 años y Nina con 21. Me fijé en ella cuando iba paseando por la calle. Entonces estaba el tontódromo. Los jóvenes paseaban desde donde está ahora la Plaza de Isabel la Católica hasta Virgen de las Angustias. Y se daban la vuelta. Así se iban viendo. Me decidí a abordarla en el tontódromo.

-¿Granada se merece el título de capital cultural europea?

-Tenemos el capital humano suficiente, la historia, el paisaje, los monumentos.

-¿La clase política está a la altura?

-Hay políticos con vocación, que son buenos. Y hay quienes no dan la talla. Yo quiero creer que todos lo hacen de buena fe. Además, tengo una regla: o hablo bien de la gente o no hablo.

-¿Le inspira algún poema la situación socio política en España?

-No. ¿Quiere que le escriba un poema a Junts per Catalunya? ¿Cree que un partido político puede inspirar un poema? (ríe). Aunque nunca he participado en política, mis ideas han estado siempre claras: la verdad, la libertad y la justicia. Unos más y otros menos, los partidos pretenden ajustarse a esa idea. Más de palabra que de hecho, a veces. El problema es que su comportamiento, en el gobierno o en la oposición, nos afecta a todos. Tuve problemas en los tiempos de la dictadura. De eso no me gusta hablar. En alguno de mis libros lo cuento. Hay muchos que lo utilizan o hacen alarde de ello. Parece que les sirve para prosperar en determinados sectores. Yo por eso no escribo mejor ni peor. Lo que quiero es que mis libros se juzguen por su calidad literaria; no por mis vivencias extraliterarias.

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