Raúl Bernal: versos incendiados

Puesta de largo de la editorial Bandaáparte con la presentación de la obra del músico murciano autor de 'Breve Historia Universal'

La presentación del libro de Raúl Bernal correrá a cargo de José Ignacio Lapido.
Manuel C. Ferrón / Granada

26 de octubre 2012 - 05:00

Esta tarde a las 20 horas en la Corrala de Santiago, en pleno corazón del barrio del Realejo, tendrá lugar la presentación de una nueva editorial, la cordobesa Bandaàparte Editores que, con manifiesta vocación interdisciplinar (no en vano toma su nombre de una de las películas más destacadas de la nouvelle vague francesa, Bande à part, dirigida en 1964 por Jean-Luc Godard), pretende aportar al panorama editorial la mirada y la voz de creadores cuya carrera se fundamenta en un arte distinto a la poesía que cultivan.

Los autores que inauguran con sus poemarios el catálogo de Bandaàparte son músicos: El segoviano Santi Campos y el murciano Raúl Bernal, protagonista del acto de esta noche, cuya biografía está estrechamente ligada a la ciudad de Granada, donde reside hace años y donde puso en marcha su proyecto más personal, el grupo Jean Paul, con el que ha editado dos álbumes hasta la fecha, Breve historia universal y Manqué, y donde, además, ejerce como teclista del Grupo de expertos Solynieve y la banda de José Ignacio Lapido, el insigne músico granadino y colaborador habitual de este periódico que será el encargado de presentar Y mientras Roma ardía, el primer poemario de Raúl Bernal ilustrado con fotografías de Cristina Ferreiro.

Conversamos con Bernal sobre la creación, sobre el oficio de poeta. Recuerdo que en su elegía Pan y Vino, el poeta alemán Hölderlin (1770 - 1843) se preguntaba "¿para qué poetas en tiempos de penuria?". Casi dos siglos después, el grupo vigués Golpes Bajos tituló uno de sus más populares singles con la sentencia "malos tiempos para la lírica". Ambos ejemplos, solo dos de entre los millones posibles, ilustran el controvertido papel que la poesía ha desempeñado a lo largo de la historia. A pesar de todo, contra todo tal vez, el impulso de escribir, la necesidad de la poesía.

Raúl reflexiona: "Respeto muchísimo la profesión de poeta, el ser poeta. Siempre lo respeté, desde que empecé a leer a los grandes. Recuerdo el primer día que leí un poema de Rimbaud, cambió mi concepto de la vida, la forma de verla, de vivirla. Rimbaud me llevó a Verlaine, más tarde me interesé profundamente por la generación Beat, quizá ha sido el movimiento que más ha influido en mi forma de escribir. Más tarde me convertí en un enfermo de Rilke, un auténtico enfermo. Luego vendrían Thomas Mann, Dostoievski, Borges... y de Borges a todo lo demás".

Desde un respeto y un conocimiento profundos de la poesía, consciente de su complejidad, del riesgo que entraña la escritura, el lector se transforma en escritor: "Empecé a escribir este libro en Noviembre del año pasado, muy tranquilamente, por las noches, escuchando música y bebiendo vino. Sin saber en realidad que luego eso sería un libro que podría leer todo el mundo". ¿Una experiencia similar a la de escribir canciones? "Me enfrenté al libro desde diferentes posiciones. Una de ellas fue la de escritor de canciones que dispone de la música como bella protección para su discurso. La protección de parámetros de acentos, rima, instrumentación... Quería que mis poemas fueran pequeños motivos para hacer canciones, pequeñas ideas que dieran pie a otras ideas.

Entre poesía pura y canción, ¿convivieron las influencias literarias y las musicales en el proceso de escritura, se alternaron, lucharon entre sí? Bernal apunta: "Tuve muy presente a Roger Wolfe, que es uno de mis poetas vivos favoritos, y también a músicos que considero poetas: Cohen, Dylan, Brel. Tuve siempre presentes dos frases: Una de ellas, de Cohen, dice: "He visto a los cantantes confesándose en el sótano"; la otra, de Dylan, reza: "no hay nada interesante en hablar de la felicidad, todo el mundo puede ser feliz". Hablan por sí solas.

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