Remiendo inventa su propio apocalipsis
teatro Este fin de semana en el Alhambra
l Hoy y mañana a las 21:00 horas y pasado, domingo, a las 19:00 horas.La compañía granadina recupera 'Un horizonte amarillo en los ojos', un texto de la dramaturga Gracia Morales · La obra, que invita a la reflexión, habla de un vagabundo errante
No se sabe bien si por lo visionarios que resultan a veces ciertos autores o porque la historia siempre se repite, hay obras que parecen escritas en presente continuo. Gracia Morales es uno de esos casos. La dramaturga granadina estrenó con Remiendo Teatro en 2004 Un horizonte amarillo en los ojos. Imaginen al personaje principal, único y protagonista: un hombre errante, un vagabundo -como Viggo Mortensen en The Road o Denzel Washington en El libro de Eli- que arrastra un carro lleno de sacos de arena por un mundo acabado, apocalíptico y aparentemente irreal. Ocho años después, la obra regresa al Teatro Alhambra con absoluta vigencia. En un mundo extremadamente poblado como el nuestro, pocos son dueños hoy de su propio trozo de tierra.
Un horizonte amarillo en los ojos "es un monólogo pero no un soliloquio". La autora, que presentó ayer el reestreno en Granada, explicó que el protagonista -interpretado de nuevo por Carlos Gil-, "no habla consigo mismo sino que habla con otro personaje que el público no ve, un muchacho que encuentra en su camino y al que le cuenta sus deseos, sus sueños, sus frustraciones en un mundo donde las relaciones sociales se han destruido completamente". En su camino hacia ninguna parte arrastra su propia tierra, la defiende de los ladrones, la extiende y la vuelve a recoger al día siguiente. La tierra es "su tradición, su memoria y su herencia". Subraya Morales que esa tierra es buena y mala a la vez. Por un lado, "representa su identidad", pero por otro, esa misma tierra que lleva a cuestas como si fuera su casa "no le deja ser libre".
Ese tipo de disyuntivas llevan a la "reflexión y la inquietud del público".
Este vagabundo contemporáneo es para el actor Carlos Gil la historia de muchas personas que han vivido y que viven guerras, nacionalismos, exilios o emigración en medio de tierras desoladas, devastadas y donde las leyes de la supervivencia han desaparecido por completo. "Es un vagabundo, un guerrero, un Mad Max..." que, sin embargo, ve luz al final del túnel. "Le espera un horizonte". Gil subrayó ayer la visión optimista de una obra que apunta a todo lo contrario por lo "inquietantemente posible" (como la define Morales) que parece.
Comprometido y trascendental por lo que cuenta, el montaje lo es también por su significado. Supuso en 2004 para Remiendo su primer paso como compañía profesional: "Se estrenó en 2004", contó ayer la dramaturga, "pero por circunstancias personales tuvimos que abandonarla muy pronto y queríamos que tuviera un recorrido más largo". Por eso el reestreno en el Teatro Alhambra, "el único de la ciudad que nos permite tener una programación estable y de calidad", dijo la autora.
Con una puesta en escena actualizada y mejorada "la reposición recoge los frutos de siete años de trayectoria". Tan importantes como el protagonista, son los papeles que cumplen en la escenografía las proyecciones, la música, el sonido y la iluminación. John Dickie, por ejemplo, ha sido el cámara encargado de acompañar el monólogo de imágenes reales. "Las grabaciones han sido rodadas en Súper 8 en diferentes partes del mundo y definen las vivencias del protagonista". La parte musical "recoge la locura y los recuerdos traumáticos que resuenan en la cabeza del personaje, pero también los ecos de la tierra". Los creadores de esta particular banda sonora, Mar Barea y Jaime Serradilla han utilizado instrumentos de diversas culturas como el acordeón, el clarinete, el koto, la kalimba, secciones de viento, de cuerda, guitarra y percusiones diversas, todas ellas, mezcladas con sonidos electrónicos, bases programadas y sintetizadores".
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