"No encuentro ninguna carencia artística en la OCG; a nivel musical es muy refinada"
Roberto Ugarte | Gerente de la Orquesta Ciudad de Granada (OCG)
El gestor cultural vasco aterriza en el Falla con un proyecto realista donde contempla fomentar el carácter social de la formación, la colaboración entre orquestas andaluzas y el talento español
Granada/A los cuatro años empezó a tocar la flauta y con cinco ya estaba sentado frente a un piano. Lo de Roberto Ugarte Alvarado (Vitoria-Gasteiz, 1962), nuevo gerente de la Orquesta Ciudad de Granada, fue pura vocación. El gestor cultural vasco hizo hasta octavo de piano y luego su carrera artística sufrió un impás al estudiar enfermería. "Eran otros tiempos. Decir en casa que te querías dedicar a la música no era fácil. Ahora se vive con naturalidad", reconoce. Durante varios años compatibilizó su profesión de enfermero con la de músico. Obtuvo el título superior, en la especialidad de guitarra clásica, en el Real Conservatorio de Música de Madrid donde fue becado. Al terreno de la gestión cultural llegó de la mano de la Escuela Municipal de Música Luis Arámburu de Vitoria-Gasteiz, donde fue director una década.
También ha sido cordinador artístico de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria y gerente de la Fundación Orquesta y Coro de Madrid. Entre sus aficiones figura el baloncesto y el fútbol. Ugarte llegó a jugar en categorías inferiores del Baskonia cuando estaba en el colegio, y por supuesto es "un seguidor acérrimo" del Deportivo Alavés. Durante la entrevista en su despacho con vistas se muestra cercano y humilde. "Me siento muy bien acogido y estoy realmente contento e ilusionado con el proyecto", afirma al preguntarle por su nueva andadura en la OCG. Hoy presentará la programación de la nueva temporada, de la que hay preparada dos opciones por si la crisis sanitaria empeorara y que coincide con el 30 aniversario del nacimiento de la formación.
-La OCG al fin tendrá un nuevo gerente tras dos años con uno interino, un concurso desierto y un aplazamiento del segundo por la pandemia. ¿En qué estado se encuentra la orquesta a nivel económico?
-El estado económico está bien. La situación económica de antes se saneó afortunadamente. Conozco bastante bien la orquesta porque llevo mucho tiempo en este campo y a los anteriores gerentes. He sido muy consciente de la situación tan complicada que han vivido. Todo el mundo ha sufrido muchísimo aquí: gerente, músicos y equipo. Quiero hacer una mención especial a Günter Vogl por su enorme y meritorio trabajo en una etapa muy complicada. Le estoy muy agradecido.
-Después de las manifestaciones, las deudas millonarias y la situación precaria, ¿empieza con usted una nueva etapa en la formación?
-Suena demasiado pretencioso. Yo me incorporo a un nuevo capítulo de la orquesta, en una nueva situación que se prevee más positiva. Y desde luego que voy a intentar ar lo mejor de mí. Me sumo porque yo no la he propiciado.
-Hoy presentan la nueva temporada, que coincide con el 30 cumpleaños de la OCG. ¿Qué tienen preparado?
-El 30 aniversario ha coincidido desgraciadamente con esta situación. Las cosas que habían previsto, en las que yo no tengo ningún mérito, no se han podido llevar a cabo. La situación no nos permite hacer algo verdaderamente especial. Por una razón muy simple: para hacer algo especial se podría pensar en un programa como el de la Misa Solemne de Beethoven.
Ni nos caben los músicos en el escenario manteniendo las distancias ni tampoco el coro. En lo que queda de 2020 no vamos a hacer específico para celebrar de una forma llamativa el aniversario. La mayor celebración que podemos hacer por el 30 aniversario es recuperar la actividad.
-¿Han previsto otras alternativas artísticas si la pandemia cerrara auditorios y salas?
-Nosotros ahora mismo estamos sujetos, como todo el mundo, a la normativa de la Junta. Lo vamos a hacer de la forma en que está regulado: respetando un aforo del 65%, conservando las distancias dejando asientos libres y cumpliendo con el número máximo de músicos en el escenario. Cuando hagamos algo con el coro pues también. Antes se repetían algunos conciertos en sábado y ahora vamos a hacer todos los conciertos dos días para que esa limitación del aforo no perjudique a los abonados. Y fundamentalmente tendremos mucha precaución. Los dos mensajes que hay que transmitir en estos momentos son: que hemos vuelto y con seguridad. Todo el mundo tiene sus miedos y sus desconfianzas. Tenemos plan A y plan B, que se llevará a cabo desde otoño. Si la situación mejora el resto de la temporada, de enero a mayo, podremos mantener el programa que tenemos previsto.
-¿Ese plan B contempla conciertos online?
-No. Lo que si vamos a hacer es posponer algunas cosas que teníamos previstas en otoño para la segunda parte de la temporada. Hay cosas que no se pueden hacer como los conciertos didácticos. Ya bastante lío tienen en los colegios. No se puede plantear ahora una programación pedagógica y traerte aquí a miles de niños. Es impensable. Lo hemos pospuesto. Se recuperarán si se puede más adelante.
-Este domingo en los Premios Max se reivindicó alto y claro un mensaje: la cultura es segura a pesar de algunos mensajes contradictorios. En Granada, por ejemplo, se desautorizó un directo de Izal, pero se van a permitir corridas de toros a finales de mes.
-Comparto plenamente esa opinión de que la cultura es segura. Desde que se reabrió el Teatro Real con La traviata, las orquesta han ido recuperando su actividad. Aquí mismo se realizó el Festival de Música y Danza sin ningún incidente y con todas las medidas de seguridad. Después se ha celebrado la Quincena Musical de San Sebastián, el Festival de Música de Santander y se ha reabierto el Teatro Real. El público ha respondido bien. Evidentemente todos tenemos miedo, pero la cultura es segura y los hechos lo demuestran. Las conciertos se hacen sin descaso para que no haya interacción por parte del público, se ordena la entrada y se escalona la salida. Esto tendría que ser trasladable a todos los ámbitos de la vida. ¿Por qué se trasladan esos mensajes contrapuestos? Pues no lo sé. El verano ha sido mucho más complicado de lo que esperábamos. Se han producido hechos en los ámbitos juveniles y que los propicia el propio verano que no son extrapolables a un concierto.
-Se confunde el ocio nocturno con la cultura.
-Efectivamente. Dadas las circunstancias, entiendo que las autoridades sanitarias trasladen esos mensajes que pueden resultar en ocasiones alarmantes pero que son necesarios. Lo que no puede ser es que se hagan botellones en la playa. No es comparable a la cultura. Tú vas a un cine y puede haber 20 personas en una sala para 300 espectadores. Eso es seguro al 100 por 100. Si están 20 individuos en una sala de 200 personas se cumplen las medidas de seguridad de lejos. Si vas a un concierto donde hay distancia prudencial entre el escenario y las primera filas de seis metros. Eso es segurísimo. Incluso en la danza, que hay una interacción física muy difícil de evitar. En los partidos de fútbol hay un continuo contacto físico. Es cierto que cada dos o tres días se hacen una PCR. La cultura es muy segura y lo está demostrando. Tenía mucha esperanza en ver cómo funcionaban los festivales. Eso iba a ser una piedra de toque para todos. Y ha funcionado muy bien. Ahora estamos con el susto en el cuerpo y no sabemos lo que va a pasar en otoño. El otoño va a ser definitivo. En noviembre tenemos que saber cómo estamos.
-Estaba previsto que en marzo actuará Josep Pons, director honorífico de la OCG. ¿Qué va a pasar?
-Algunas cosas que se pospusieron durante el confinamiento se pueden recuperar y otras no por la agenda del artista. Si no se puede cumplir esta temporada se hará en la siguiente. Ese compromiso con Pons lo vamos a mantener. Con él y con otros artistas.
-Andrea Marcon finaliza su contrato en noviembre. ¿Los cambios en el programa artístico se dejarán ver la próxima temporada?
-Claro. Pero antes vamos a esperar todos suavemente a que pase el otoño y a cruzar los dedos.
-Su proyecto de gestión de la orquesta es "muy realista", según dice Jaume Esteve, presidente del Comité de Empresa de la OCG. ¿En qué consiste?
-Presenté un proyecto con los pies en el suelo, algo que se pudiera llevar a cabo durante tres años y que fuese coherente con la posibilidades económicas y la situación actual. Las cosas que planteo, sencillas y que no conllevan un gasto económico importante, pueden dar frescura a esta orquesta, que es muy buena. El proyecto lo comencé hablando sobre la pandemia. Es necesario e inevitable. De ahí se sacan muchos objetivos nuevos que tenemos que reforzar. Hay que hacer hincapié en lo social porque la pandemia se ha llevado por delante muchas cosas. También hay que pensar en los artistas españoles porque se han quedado a dos velas. Las agendas se interrumpieron de repente. Un artista internacional de renombre tienen un colchón, pero muchos se han quedado sin recursos. De marzo a septiembre con cero ingresos. Con ellos tenemos una responsabilidad y hay que potenciar la presencia de artistas españoles y locales. Por otra parte, hablé de la colaboración entre las orquestas andaluzas. Es de sentido común. Puede ayudarnos mutuamente. Ver pasar por aquí a estas orquestas e ir nosotros allí. Uno de los anhelos de las orquestas es salir, las giras. Las giras internacionales son imposible se asumir. Hubo un tiempo aquí, en España, en que las orquestas pagaban por ir a China. Fue la fiebre amarilla. Ahora podrán moverse en el ámbito andaluz y puntualmente en el ámbito nacional. La OCG va a menudo a Bilbao y Santander. Hay que cuidar lo que se hace aquí: Baeza, Guadix y Cádiz. A mí me interesa la alianza de orquestas andaluzas.
-¿Cuáles son las necesidades y las virtudes de esta formación?
-Esta orquesta se ha cuidado mucho. Es muy refinada a nivel musical. Es una orquesta clásica de 49 músicos y han trabajado un repertorio muy limpio. Han tenido a maestros importantes. Aquí empezó Juan de Udaeta. Luego vino Pons e hizo un trabajo extraordinario. Cambió la orquesta de arriba a abajo. Luego llegó Salvador Mas, que es un director refinado. Jean-Jaques Kantorow, que es muy bueno, estuvo una etapa breve. El última fue el maestro Andrea Marcon. Se ha acercado al barroco y ha cuidado muchos los invitados que han venido. Tenemos como principales directores invitados a Giancarlo Andretta y a Joseph Swensen. La propia calidad de los músicos se da por hecho. Es una orquesta culta. Ha abordado un repertorio muy coherente. Lógicamente a ellos les gustaría hacer el ciclo completo de las sinfonías de Mahler. Para eso necesitaríamos una plantilla de 80 músicos que no la tenemos o contar con una gran cantidad de refuerzos, que no los podemos asumir económicamente. Puntualmente podemos abordar parte de ese repertorio, sí. Si contamos con los apoyos económicos suficientes para que en un concierto determinado podamos ampliar la plantilla. Eso es necesario y les apetece mucho. Respecto a la necesidades, me tengo que reunir con la representación artística, el comité de empresa y los músicos. Tengo que escuchar. Voy a intentar ser lo más receptivo posible a conocer y tratar de poder dar cabida a las necesidades que puedan plantear. No encuentro ninguna carencia artística. Tienen un nivel muy alto. Estaría bien salir un poquito más. Luego, a mí me llama la atención el alto número de abonados, más de 1.200. Esta ciudad tiene una identificación sorprendente con la orquesta. Nunca ha estado cuestionada por su ciudad ni en tiempos de crisis. Me refiero a la crisis de 2008. La gente estaba preocupada por la educación, la sanidad y pagar la letra. Ni siquiera en esos momentos, que en algunos sitios ocurrió, se cuestionó la existencia de la orquesta.
-El público y la crítica alaban la versatilidad de la formación.
-Sí, es una orquesta versátil. Ha frecuentado repertorio francés, italiano y alemán. Es una orquesta versátil con un sonido muy cuidado. Eso se percibe. Tiene una gran ventaja, que es este auditorio. Esta acústica es maravillosa. El hecho de que el Falla sea la sede de la orquesta y que en ella realice sus ensayos y sus conciertos es una de las cosas que hace mejorar una orquesta. Es una ventaja enorme.
-¿Qué aporta su visión como músico a la de gerente?
-Lo irán notando ellos. Como músico tengo conocimientos artísticos que quizá una persona que no lo sea no los tiene. Aporta poder compartir un espacio que te permite gestionar mejor esa faceta artística y no centrarte sólo en la faceta de gestión económica. También me ha permitido un entendimiento muy bueno con los directores, con los que tienes que trabajar codo con codo. Facilita mucho las cosas.
-Granada aspira a ser capital cultural europea en 2031. ¿Ve preparada esta ciudad para serlo?
-En general, para Granada o cualquier otra ciudad el ser capital europea es muy importante. Lo veo posible. Granada es una ciudad maravillosa. Tiene embrujo. Culturalmente es una ciudad muy rica. Yo soy un recién llegado. No hablemos de los lugares que todos conocemos: la Alhambra, la Catedral. Para la OCG sería extraordinario. Una capitalidad conlleva una inyección económica potente que se destina a la culturalidad de los proyectos. Nos permitiría hacer otras cosas muy diferentes y en unas condiciones brillantes.
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