Ron Wood: visiones de alcohol

El guitarrista de los Rolling Stones publica 'Memorias de un Rolling Stone', una autobiografía que cuenta desde dentro todos los entresijos del mundo del rock

1. Wood, durante la última gira de los Rolling Stones, cuando se mantenía sobrio 2. Ron Wood y Keith Richards, en El Ejido, en 2007.             3. Los Rolling Stones son la banda más incombustible del rock. 45 años en activo 4. El grupo, el pasado año, junto a Martin Scorsese en la presentación del documental 'Shine a light'. 5. Wood y Richards han sido inseperables en la música y en las juergas.  6. Wood, en 2006.                   7. Los Stones, en 2002.  8. Wood, con su esposa, Jo. FOTOS: Archivo.
1. Wood, durante la última gira de los Rolling Stones, cuando se mantenía sobrio 2. Ron Wood y Keith Richards, en El Ejido, en 2007. 3. Los Rolling Stones son la banda más incombustible del rock. 45 años en activo 4. El grupo, el pasado año, junto a Martin Scorsese en la presentación del documental 'Shine a light'. 5. Wood y Richards han sido inseperables en la música y en las juergas. 6. Wood, en 2006. 7. Los Stones, en 2002. 8. Wood, con su esposa, Jo. FOTOS: Archivo.
Jesús Arias / Granada

15 de enero 2009 - 05:00

No podían haberle puesto sus padres un nombre mejor: Ron. Aunque lo suyo es más el vodka. El más pequeño de los Rolling Stones, el hermano menor de Keith Richards en sus correrías y juergas, no oculta desde hace años su tremenda dependencia del alcohol. Lo había tenido a raya en los últimos cinco años pero ahora, a los 61, Ron Wood, guitarrista de la banda de rock más longeva y formidable de la historia, ha dado una vuelta más de tuerca: ha abandonado a su esposa tras tres décadas de matrimonio para irse con una camarera rusa de 19 años y regresar al vodka. Quienes le rodean dicen que está a punto de morirse. Él, en respuesta, ha escrito uno de los libros más sinceros del rock: Ron Wood. Memorias de un Rolling Stone. Una crónica desde dentro del infierno del rock.

El libro, de 340 páginas, está narrado de una forma intensa, rápida, efectiva, sincera, eficaz. Es como sentarse a escuchar frente a una hoguera el relato de un veterano de guerra recién llegado a casa tras el conflicto. Como hablar con un teniente coronel del rock y repasar los últimos cuarenta años de la historia de este género narrados por uno de sus protagonistas esenciales.

Wood, nacido en Yiewsley (Gran Bretaña), el 1 de junio de 1947, cuenta cómo tuvo una feliz infancia dentro de una familia tanto musical como juerguista. Su padre acostumbraba a aporrear el piano con la misma soltura con la que bebía cerveza Guinness. No es de extrañar que Wood pronto sintiera inquietudes musicales y cierta afición a la cerveza que se desbocó a los 17 años cuando cogió su primera borrachera tras enterarse de que su primera novia se había matado en un accidente de tráfico. A partir de ahí, su relación con el alcohol sería tan intensa como con el rock.

Wood fue testigo de la eclosión, en los años sesenta, del rock en Londres. Tocó con Jeff Beck y pronto conocería a todo el mundo del swinging London: Mick Jagger, John Lennon, Paul McCartney. Compartió piso con Jimi Hendrix y tocó como músico mercenario con multitud de grupos hasta que conoció a Rod Stewart y juntos formaron The Faces, una de las bandas más relevantes de los años sesenta.

Pero sería la llamada de los Rolling Stones, en 1975, la que pondría a Wood en la órbita de las mega-estrellas. Su vida de músico que habitaba en hoteles de mala muerte cambió radicalmente. Con los Stones llegaron las mansiones, la cocaína, las giras mundiales, el sexo loco, los aviones y la locura.

Wood relata con una sinceridad tremenda cómo era la vida en el seno de los Stones, la desquiciada dependencia de Keith Richards por la heroína y las pistolas, el tesón trabajador de Mick Jagger y el pánico a los aviones de Bill Wyman, por no hablar de la obsesiva pulcritud de Charlie Watts. Todo eso, aderezado con todas las personalidades que ha conocido a lo largo de su vida, desde Bo Diddley a Chuck Berry pasando por Bill Clinton, Andy Warhol o Martin Scorsese.

El libro está plagado de anécdotas que no tienen desperdicio y en las que resalta el humor sarcástico de Keith Richards: en cierta ocasión, estando Richards en casa de Wood, la esposa de éste, Jo, le advierte que tenga cuidado con su consumo de drogas porque la madre de ella está de visita. "Keith, por favor", le dice Jo. "Mi madre nunca ha visto cocaína, así que ve con cuidado". "No te preocupes", le responde sarcástico el guitarrista: "La introduciré poco a poco en el rollo".

El libro es también de enorme interés musical: Wood habla de todas sus guitarras, de cómo se construye el sonido de los Rolling Stones y hasta comenta las tonalidades de las canciones. Tampoco deja de lado su tremenda afición a la pintura y cómo se ha ido abriendo un nombre en el mercado del arte.

También es la historia de la lucha contra el alcoholismo y cómo creía haber vencido a la adicción pese a la sorna de su compañero de banda y de juergas: "Los que dejan el alcohol son unos gallinas", le espetó una vez Keith Richards. Se trata, en suma, de una biografía muy interesante de alguien que supuestamente no debería haber vivido tanto tiempo.

stats