Todas las familias tristes

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'Lo que tú piensas' es el título de la nueva novela del escritor Pérez Zúñiga, en la que ahonda en el hogar como el fermentode la tragedia, un ejercicio visceral que coloca el listón un punto más alto

El autor granadino Jose María Pérez Zúñiga publica una novela que habla sobre el miedo, el silencio y la desconfianza.
José Abad

28 de febrero 2008 - 05:00

En su anterior novela, Rompecabezas (2006), José María Pérez Zúñiga introdujo una serie de cambios dentro de su quehacer literario, en beneficio de una mejor definición de éste, y no en detrimento de su coherencia, intachable desde su entrada en liza con Abraxas (y otros relatos), publicada en 1999, va ya para diez años. Con Rompecabezas, Pérez Zúñiga se impuso una renovación del utillaje narrativo, una mayor depuración escritural y un empleo más concienzudo de la trama como vehículo con el que guiar al lector a través de los meandros de sus reflexiones; la trama como trampa, no como sumisión. Rompecabezas se servía de una estructura dual para hacer una estimulante incursión en el tema del desdoblamiento; la historia era (muy freudiana) la de la muerte del padre, convertido éste en un doble incordiante del hijo. La novela, que barajaba bien las cartas marcadas del suspense, participaba una vez más, intensa y extensamente, del enfoque psicológico que vertebra la obra de Pérez Zúñiga, un autor convencido de que la mayor parte de las cosas suceden, siempre, en los altillos más recónditos del cerebro.

Todo ello, la estructura anómala, el psicologismo y el hogar como humus de la tragedia vuelven a citarse en su más reciente criatura, un ejercicio narrativo visceral que coloca el listón un punto más alto. Lo que tú piensas es la historia de una familia que pudo haber sido feliz y podría entenderse, salvando todas las distancias imaginables, como un aggiornamento de la famosa sentencia de Lev Tolstói: "Todas las familias felices se parecen unas a otras; cada familia desdichada lo es a su manera". La novela está dividida en tres partes, una por cada miembro del grupo familiar: Carlos, el marido y padre, Amparo, la esposa y madre, y Jacobo, el hijo de ambos. La propuesta responde a lo que algunos han llamado "efecto Rashomon" en honor de la película homónima de Akira Kurosawa (basada, no se olvide, en dos relatos de Ryunosuke Akutagawa); o sea, la narración de unos mismos hechos desde diferentes puntos de vista para demostrar, como dijera el clásico, que nada es verdad o mentira, ya saben; que todo tiene el color del cristal con que se mira.

En la primera parte, Carlos evocará cómo conoció a Amparo, también el nacimiento de su hijo y el modo en que éste, más que estrechar los lazos, se interpuso entre él y su esposa enrareciendo la relación de pareja. Además tendremos noticia de un accidente (¿Un intento de suicidio?) que añade una coda ominosa a la espiral de anhelos y resentimientos. Tal y como sucedía en Rompecabezas, la trama de Lo que tú piensas oscila entre la realidad y su ocultación. Carlos reconoce estar perdido en tierra de nadie, a medio camino de ambos extremos, confundido: "Los hechos no importan, o tal vez sí, pero uno nunca sabe ni la mitad de lo que le concierne, uno cree saber lo que recuerda o imagina, y un recuerdo se parece demasiado a un ensueño". La segunda parte, con Amparo en primer plano, vuelve a hacer recuento de cómo se conocieron, del nacimiento de Jacobo y de los celos del marido, de repente, arrinconado en esa relación única que se establece entre madre e hijo. Los hechos son los mismos; las miradas, opuestas. No obstante, el examen de Amparo coincide con el del marido en un extremo: ella, como él, responsabiliza del desastre al otro cónyuge, un típico síntoma del ensimismamiento del ciudadano actual, más preocupado en hallar coartadas para sus errores que en buscar soluciones a sus problemas. La tercera parte traería consigo respuestas a las preguntas más urgentes.

De las tres partes del libro, en la correspondiente a Carlos, en donde uno sospecha un exorcismo personal (y tiemblan palabras recurrentes, y tremendas, como extrañeza, odio, miedo o cansancioý), el autor ha conseguido seguramente las mejores páginas que ha escrito hasta ahora. Unas páginas, por momentos, vibrantes. Conocemos y confiamos en la capacidad de trabajo de José María Pérez Zúñiga. Conocemos su inquietud, confiamos asimismo en su talento. Y podemos afirmar que vendrán otras páginas aún mejores. Apostamos por ello.

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