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"Urge justicia social, más humanidad y menos máquinas y tecnología"

manolo garcía. cantante y compositor

El artista llega con la gira de su último álbum 'Geometría del rayo' al Palacio de Congresos de Granada con dos conciertos, viernes y sábado, que colgaron el cartel de todo vendido hace tiempo

"Urge justicia social, más humanidad y menos máquinas y tecnología"
Tania Abril

19 de abril 2018 - 08:38

Granada/Pasan los años y Manolo García parece no inmutarse. Poético, emocional, mágico y sobre todo luminoso llega al Palacio de Congresos de Granada -viernes y sábado-, lleno de energía para deslumbrar a un público con sed de García. Con la experiencia de los años pero con la ilusión de un niño, el polifacético artista se sube a los escenarios españoles con su último disco Geometría del rayo, séptimo en solitario en una etapa que él mismo califica como "más tranquila y calmada" en la que no abandona ese mundo surrealista tan suyo que le da alas. "Me lo he pasado genial creando este disco, es muy alegre y está impregnado de mi vitalidad, de mi emoción y energía", comenta. Geometría del rayo "es un crisol de maneras y gustos míos, que luego surja la magia y la persona que lo oye se sienta arrebatada por una canción, es parte del milagro, que sólo existe si tú lo provocas. En mi mano está poner todo el cariño y todas las ganas", asegura. De este modo, parece preparado para lo que suceda.

-Comienza la gira con todo vendido y con el disco Geometría del rayo en el número uno de ventas durante tres semanas seguidas... ¿Cómo se siente?

-Estoy muy contento porque es como seguir en un sueño que comenzó cuando era jovencito, quería ser músico, y ahí sigo, todavía no he despertado [Risas].

-Manolo, seis años sin pasar por Granada. La ciudad parece que le espera con ganas...

-Las giras han cambiado muchísimo. Una persona como yo, que no he tenido nunca un afán de llegar y triunfar comercialmente hablando, sino que en mí hay una vocación de músico y que a la vez tomé la decisión de solo pisar escenarios del territorio español, no puedo abusar de él. No puedo quemarlo, porque sino se me acaba y me quedo sin mi oficio, el que más me gusta en el mundo, que es ser músico. He intentado no hacerme pesado, vale más que te echen en falta, que digan ¡qué pesao! Me he centrado en eso, en que tengan un buen recuerdo de mí en las ciudades por las que voy pasando, para que así quieran que vuelva.

-Y además los tiempos que corren...

-Claro. Los tiempos han cambiado, en la época de El Último de la Fila había una efervescencia, no habían llegado todos los avances tecnológicos que tenemos ahora y la gente salía a la calle; tampoco había llegado la famosa y denostada crisis... había una sensación de alegría. Eso ha cambiado mucho. El panorama y el espectro de posibilidades varían mucho cuando hay un horizonte luminoso o uno gris. En la actualidad, la realidad es que hay muchas familias en situación de pobreza extrema, que evidentemente han tenido que prescindir de las cosas menos necesarias. Comer es lo primero, y tener un techo para cobijarte, lo segundo. Del resto de cosas puedes privarte. Y precisamente ahí es donde la cultura se ha resentido, ha caído. Yo iría a todas las capitales de provincia. Antes era fácil hacer 80 o 90 conciertos en las giras. Ahora el artista que hace 30 está más que contento. Y no es por falta de ganas.

-¿Malos años para la cultura?

-Sí. También es cierto que nuestros dirigentes tampoco es que la cuiden mucho, más bien todo lo contrario. Ponen palos en las ruedas, es algo que todos sabemos. El mundo de la cultura podría dar trabajo a muchísimas familias también, pero bueno...

-En cierto modo este último álbum está dedicado a quienes "no pueden vivir sin arte en cualquiera de sus manifestaciones o modalidades, y que no se quieren conformar con la cultura del entretenimiento fácil de nuestro tiempo".

-Sí, porque como prosigue esa dedicatoria entiendo que ser humano sin cultura, sin arte, no es ser humano, es humano; es producir, trabajar, buscar comida y vivir como se pueda; pero el espíritu, el ser, queda anulado. Te conviertes en un algo físico que se dedica a buscarse la vida como buenamente puede. La cultura es muy importante en un mundo al que estamos abocados a lo tecnológico, lo industrial, con seres individualizados, donde los grupos humanos están desmembrados. En definitiva, un mundo cada vez más deshumanizado, por lo que para mí, cada vez más, sin arte no hay nada. Me conformo con el arte popular, el que está al alcance del pueblo llano como es un libro, una exposición, un disco, el teatro... porque es el alma de un país. Sin arte, sin cultura un país se convierte en una ruina, donde hay fantasmas vagando, buscando alimentarse pero con una vida interior muy empobrecida y esta existencia interna es vital.

-Usted cultiva mucho ese yo interior y en más de una ocasión se ha confesado un adicto a la poesía, es más, trata de buscarla en todo. ¿Hay algún lugar donde sea imposible encontrarla?

-Si hay seres humanos, seres vivos hay poesía. El ser humano siempre aporta un guiño de esperanza de luz. Esa manifestación de belleza por medio de la palabra está en todos lados, lo que pasa es que nuestra sociedad intenta banalizarlo y adocenarlo todo, cuando en la profundidad del arte hay vida, una vida infinita que nos hace mejores personas.

-Ha comentado usted en algún otro momento que el título de este disco es una licencia poética, ¿es de los que opina que un artista no debe explicar su obra?

-Sí, no hace falta explicarla mucho, porque entonces pierde gracia. La obra ha de funcionar por sí misma, si no es así pierde sentido. Y si aun así no funciona lo que expliques ¡qué más da! La obra una vez surge del creador tiene vida propia, esa capacidad ha de llegar al público. Yo en el poeta no busco la concreción, busco el sueño, el viaje, la libertad de la imaginación, de crear otros mundos a través de sus palabras. Por eso, yo quiero que la persona que escucha mis canciones cree su mundo y haga su viaje, si es posible, a través de mi pequeño y humilde discurso musical. Me permito licencias posibles porque me gusta el vuelo sin motor, planear y flotar... ¿explicar mucho? ¿Para qué? No me interesan las explicaciones de un crítico ante un cuadro... Déjame que vea lo que yo quiera. La interpretación de la obra la hace cada uno según su sensibilidad.

-Además de músico es pintor. Sus discos son también un regalo visual para quien los compra. ¿En este último se aprecia un cambio de color con respecto a Todo es ahora o Los días intactos?

-Sí, porque yo no soy el mismo de hace dos años. Ni yo, ni tú, ni nadie... vamos cambiando y entramos en nuevos territorios emocionales. Y en este caso, la música -que es lo que yo hago- es fruto de mi emoción, de mi pulso interior, y conforme pasa el tiempo eres al poco el que fuiste pero también empiezas a ser el que serás... y te va conformando todo lo que acontece a tu alrededor, todas tus vivencias, lo que te pasa a ti, a la gente que quieres, al planeta que habitas. Todo te va modelando.

- En referencia a una de las canciones de este disco, aunque Nunca es tarde para todo, también hay cosas que urgen en este momento ¿Por ejemplo?

-Urge vivir la vida, ser feliz, estar contento. Urge justicia social, es urgentísimo. Es vital que no se nos tome el pelo, que no se nos engañe al pueblo, a los trabajadores, a la masa social que se levanta cada día a las 6 de la mañana, que paga sus impuestos. O sea, urge que se trate con respeto y con justicia a toda esta gente... entiéndase jubilados o estudiantes universitarios. Urge que dejen estudiar y formase a la gente; urge que no sea necesario salir de este país para trabajar si eres joven, que te sientas bien tratado por los empresarios de aquí; urge menos máquinas y tecnología y más humanidad, más compasión. Somos un país que nunca ha dejado atrás el tema religioso... ¿y dónde está esa compasión? ¿Dónde tiene el cuerpo político -la gran mayoría aunque hay excepciones- ese pensar en los demás, en sus conciudadanos?; pero pensar de verdad, no con intereses partidistas... pensar en el día a día de la población, en esa parte importante que sufre. Urge, es urgente, esa justicia social. Urge no tener más miedos, vivir, meterle mano al cambio climático en serio... Pero por encima de todo, es urgente reír y ser feliz, porque con una predisposición a lo luminoso se pueden arreglar millones de cosas. En lo negativo, en lo gris, es difícil arreglar nada. El cuerpo no está para fiestas.

-Y volviendo a una de las canciones de este último disco, ¿cuál piensa que es la principal regla de la sabiduría?

-Desprenderse de uno mismo. Lo que dice el doctor Axel Munthé, en la canción, más que buscar satisfacer más necesidades, al contrario limar un poco las que tengo y quitarme alguna. La vida es sencilla, apremia que llevemos una vida más simple todos. Ahora bien, eso es imposible porque vivimos en un mundo neoliberal, proclive a todo lo contrario y me temo que no va a cambiar. El paradigma de la vida actual es: ¡sálvese el que pueda! La punta de la pirámide cada vez es más alta y allí cabe poca gente. ¿Qué os pensabais tontos del haba? Abajo todos a pringar [Risas].

-¿Considera que la música y el arte entienden de nacionalidad, títulos o máster?

-Por suerte no. El arte es un territorio sin fronteras, es un lenguaje sin idiomas, es patrimonio de toda la humanidad y nos pertenece a todos para uso y disfrute, para mejor caminar por la vida. Y a de ser así, si no mal viviríamos.

-¿Habrá alguna sorpresa para el público granadino?

-Puede. En esta gira estoy tocando muchas canciones del disco nuevo. Para el músico lo importante no sólo es complacer al público -que es lo primero-, también tengo que tocar canciones nuevas porque me cargan la batería, es un reto. Tienes que tocarlas bien, en directo van cogiendo nueva forma, van llevándote por vericuetos diferentes. Una canción muy trillada la tocas hasta dormido, sin embargo, con una nueva tienes que estar muy despierto en el escenario.

-Cuéntenos algo mágico...

-Crepúsculo creciente ( uno de los dos sencillos inéditos, incluidos en una edición preventa deluxe) me complace sobremanera tocarla en esta gira, no sé por qué. De hecho, el músico cuando termina un disco, después de componer, grabar, mezclar ha oído las canciones tres mil veces, las deja de lado. No quiere oírlas más porque al final las puedes aborrecer... pero no sé por qué con esta canción no he parado de escucharla desde que la grabé, me la pongo en el coche...y la sigo oyendo como si fuera de otro músico, como si no fuera mía. Me gusta mucho. Igual me estoy volviendo loco. Nunca me había pasado. Y bendita locura porque significa que la música me sigue apasionando. Y estoy infinitamente agradecido a los dioses o quien nos cuide porque me sigan enviando canciones y, sobre todo, ganas de crearlas, que es una cosa que en vez de menguar va a más, no sé por qué pero es así la vida. Perfecto.

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