Voces contra la crisis

festival internacional de música y danza de granada

La versión escénica de 'Carmina Burana' de la Fura dels Baus pone el broche de originalidad a una edición rendida a la lírica Se incluye tributo a Falla, Guerrero, Barrios y Sorolla

Juan José Ruiz Molinero

01 de abril 2014 - 01:00

HE destacado en los últimos acercamientos críticos al Festival el esfuerzo imaginativo que han de hacer sus directores -hace poco Enrique Gámez, y en estas dos últimas ediciones Diego Martínez- para mantener, por encima de recortes económicos -muy ostensibles este año- el interés de un certamen sin rebajar su calidad. Ante la 63ª oferta hay que señalar el hilo conductor de la voz como sello envolvente de esta convocatoria eminentemente lírica, dentro de la variedad consustancial del Festival.

Empieza la edición con los bellísimos Vier letzte Lieder, op. 150 (Cuatro últimas canciones), de Richard Strauss -además de la Sinfonía Fantástica, de Berlioz-, por la Danish National Symphony Orchestra, dirigida por Rafael Frühbeck de Burgos que en su ochenta cumpleaños regresa al Festival donde tantas noches inolvidables nos ha hecho disfrutar, entre ellas el estreno en España de la Octava sinfonía, (de los mil), de Mahler, en 1970 y luego repetida en 1999. Un Frühbeck que en principio nos llegaron noticias de que interpretaría los Carmina Burana, de Carl Orff, obra que cerrará el festival, en la versión escénico-musical que hace más de tres años viene triunfando en España y Europa, desde que Carlos Padrissa y el Orfeón Pamplonés unieran criterios -San Petersburgo, Francia, Italia, dónde destaca el triunfo que obtuvo, junto a la dirección musical de Zubin Mehta en Florencia; Festival de Canarias, Gijón, el pasado mes de febrero en Almería, etc.- por la originalidad a que nos tiene acostumbrados La Fura, poniendo imágenes de gran fuerza a este retablo medieval de ideología nacionalsocialista, de la que fue epígono, como decía en la versión que nos ofreció Frühbeck, con la Runfunk Sinfonie Orchester Berlin y el Orfeón Donostiarra en 1995. Esperemos que los conjuntos corales granadinos y regionales que tienen la difícil papeleta de enaltecer la parte musical, junto a la Orquesta Joven de Andalucía, y el director musical Hernández Silva estén a la altura del reto.

Hablábamos de espacios líricos y escénicos en los que se aglutinará la representación conjunta de la zarzuela de Sorozábal, Black el payaso, y la ópera I Pagliacci, de Leoncavallo, con un destacado plantel de solistas -todo el mundo estará pendiente de la universal aria Ríe payaso-, el coro del Teatro de la Zarzuela y la Orquesta Ciudad de Granada.

Entre inicio y clausura, una sucesión variada de ofertas más o menos convencionales, muchas de ellas ya anunciadas. Comenzaré por los recuerdos a Falla, en el centenario de las Siete canciones españolas, que interpretará Ainhoa Arteta, en Los Arrayanes, junto con las encargadas a diversos compositores de hoy como Aracil, Cruz-Guevara, García Abril, Cristóbal Halffter, Pilar Jurado, Tomás Marco y Elena Mendoza que nos mostrarán hasta dónde llega la canción lírica española de hoy. Ainhoa dedicará la segunda parte del programa a canciones y arias diversas para mostrar sus cualidades vocales y talento y redimir al auditorio. También el Falla de El amor brujo, por la compañía de Gades, restaurando el espectáculo Fuego que hizo el genial bailarín, ya conocido aquí por el propio Gades. Y, entre homenajes a músicos, al granadino Ángel Barrios, en su estreno de la partitura de su ballet Preciosa y el viento, inspirado en el poema de García Lorca, Preciosa y el aire, con coreografía de Lola Greco.

Mariola Cantarero, en su recital, incluirá igualmente referencias al hijo de El Polinario, junto a obras de Arrieta, Donizetti, Ravel, Bizet, Delibes, Massenet y Turina. El amplio ciclo de recitales lo completa la soprano sueca Anne Sofie von Otter, la granadina Leticia Rodríguez, con evocaciones a las canciones coincidentes con el centenario de la primera guerra mundial, y el también granadino José Manuel Zapata, con obras de Gustavino, Ginastera, E. Halffter y Toldrá. En otro tipo de músicas, tenemos al pianista Philip Glass, en Carlos V, con su repertorio minimalista, amén del espectáculo en torno a los juegos malabares de la voz y sus mezclas que hará el norteamericano Bobby McFerrin, en el Generalife.

Homenaje como era de rigor a José Guerrero en su centenario -aparte del cartel y portada del programa con su lienzo Expansión azul-, con The Rothko Chapel, de Merton Felman, inspirada en la capilla ecuménica que alberga los lienzos del pintor norteamericano, y el estreno de Cinco Guerreros, del compositor granadino Sebastián Mariné, por el Taller Atlántico Contemporáneo (TAC), entre otras citas. Y homenaje a Sorolla, en su 150º aniversario, en el espectáculo inspirado en la serie pictórica Visión de España del pintor valenciano, por el Ballet Nacional.

La oferta sinfónica se limita, aparte del concierto inaugural mencionado, al de la BBB Symphony Orchestra, con un atractivo programa integrado por el Concierto para piano en Fa mayor núm. 5, 'Egpcio', de Saint-Saëns, en las manos de Rafael Perianes, y la Quinta Sinfonía, de Mahler -la del famoso adagio- bajo la dirección de Sakari Oramo, y dos actuaciones de la Joven Orquesta Nacional de España.

La danza clásica y romántica incide en la categoría de 'veladas', al no figurar en el programa la presencia orquestal. En ese tono menor que siempre he considerado a los espectáculos con música enlatada, el Asami Maki Ballet Tokyo abordará las estampas románticas de La bella durmiente o la Dama de las camelias, basada esta última en fragmentos de La Traviata, de Verdi. Cierra el ciclo de danza -al margen de los espectáculos flamencos- la gala que Tamara Rojo y la compañía que dirige English National Ballet abordará con diversas coreografías interpretadas por la propia bailarina y solistas de la compañía. Esperamos que ningún contratiempo de última hora nos robe el placer de admirar a la gran bailarina española, como ocurrió el pasado año.

Además del ciclo 'Música en Palacio', el de órgano, con importantes capítulos dedicados a Bach por Pedrero, Massaki Suzuki y Liobig, en conciertos gratuitos, como otros muchos; música de cámara, con el Goldmund Quartett; Nuevas voces búlgaras… Y, naturalmente el gran capítulo infantil, con El sastrecillo valiente, a cargo de las marionetas de la Compañia Etcétera, que dirige Enrique Lanz, que el año pasado nos emocionó con El Retablo de Maese Pedro. El flamenco vuelve a integrarse acertadamente dentro del programa. A los ya mencionados espectáculos, añadiremos a Esperanza Fernández cantando a Saramago, Marina Heredia o la guitarra de Tomatito.

Imaginación, como decía. Ausencia de figuras estelares, prohibitivas para presupuestos recortados, acudiendo a lo más próximo y asequible. Pero sobre todo, dignidad, dentro del tono discreto de un programa pensado para sortear esos nubarrones de crisis que esperemos no descarguen en la temida tormenta cuyos rayos pueden partir a un evento que lleva 63 años convertido en faro de la más importante oferta cultural de Granada, cosa que exige responsabilidad innovadora y generosidad a patrocinadores, organizadores y programadores.

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