La absoluta realidad de una feria con mucho rigor

El Palacio de Ferias de Santander acoge las obras de más de cuarenta galerías y cuenta con artistas del más amplio espectro creativo

Obra de Ana Barriga en el encuentro de Santander. / G. H.
Bernardo Palomo

23 de julio 2018 - 02:33

La ficha

'Artesantander' Jesús Zurita y Marina Vargas, entre otros Palacio de Exposiciones, Santander

La Feria de Arte de Santander ha quedado como lo más atractivo que existe en la España artística después de los fastos que cada febrero se suceden en Madrid en lo que se da en IFEMA con ARCO y lo que ocurre fuera de los recintos del Campo de las Naciones. Esto lo llevamos constatando sin el menor género de dudas desde hace unos años. El proyecto de Feria que ideó Juan Riancho es atractivo de principio a fin y abre las perspectivas al trabajo de los buenos artistas que ven cómo sus ofertas pueden estar representadas, de forma individual, en un feria de prestigio. Así, cada galería presentaría un proyecto expositivo de un artista. Los elegidos ocuparían los stands del Palacio de Exposiciones de Santander, frente al estadio donde juega el Racing, uno de los equipos históricos del fútbol español. El comité seleccionador ha sido para esta edición: Susana Blas, Beatriz Espejo, José Manuel Navacerrada, Emilio Navarro y Moisés Pérez de Albéniz, que han elegido algo más de cuarenta y tres galerías con artistas del más amplio espectro creativo, que conforman un entramado abierto donde poco espacio queda para el aburrimiento, lo manido y adocenado ni para las vanas extravagancias a la búsqueda de miradas tontas e innecesarias.

Me gustó el formato de Solo Projects, me gustó lo que se presentaba y me gustó, como siempre, Santander. Por eso fue un auténtico placer los tres días que estuve en esta bella y elegantísima ciudad y que, además, me permitió el gran lujo de dormir tapado en mitad del mes de julio; verdadero placer de dioses para los que el calor es un horror y los meses estivales algo que pasa demasiado despacio.

ArteSantander es una feria consolidada en el panorama artístico internacional

La Feria se presentaba acogedora, abarcable, sin exuberancias. Todo era sencillo; incluso, quienes en otros lugares se travisten de falso divismo y se uniforman con impostados poses, en Santander se veían cercanos, asequibles, profesionales. Los stands eran espaciosos y la nitidez aparecía como nota imperante.

Después de cruzar el mapa era justo y necesario empezar el recorrido por los proyectos de artistas andaluces presentados por algunas de las galerías de aquí o presentes en otras de absoluta importancia. Así, dos autores granadinos, de esos todavía jóvenes que forman uno de los grupos más compactos y de mayor interés de los últimos tiempos, aquellos que salieron de las primeras promociones de la Facultad de Bellas Artes de Granada, deslumbraban por la potencia de sus obras. Se trata de Jesús Zurita y Marina Vargas, presentes el primero en la galería Gema Llamazares de Gijón y la segunda en Javier López & Fer Francés de Madrid. Zurita, espléndido como siempre, ofrecía el proyecto La noche cede, haciéndonos participar de ese paisaje hacia dentro, con vehementes fórmulas cromáticas que terminaban en unas exquisitas pinceladas trenzadas que surgen de la potencia visual de los azules y de los rojos. Marina Vargas, por su parte, seguía manteniendo ese interés por lo misterioso y esotérico que ocupa su actual trabajo. Unas cartas del tarot con una particularísima iconografía nos envolvían con su inquietante magia creativa.

La nómina de galerías andaluzas estaba compuesta por las sevillanas Rafael Ortiz y Espacio Olvera, así como por la de Javier Marín de Málaga y Yusto/Giner de Marbella. Fue para quien esto les escribe un auténtico placer volver a encontrarse con la obra de los años setenta de José María Báez. Fue un tiempo iniciático en lo artístico y, José María Báez uno de los autores que, por entonces, nos inundaba de modernidad. Rafael Ortiz, su galerista de siempre, nos ofrecía obras de aquellos años, con un especial sentido de lo geométrico y de lo racional, que se complementaban estética y artísticamente con unos limpios campos de color de la mejor abstracción, obras de los años noventa que antecedían a la etapa más conceptual de Báez, aquella en la que introducía inquietantes citas y textos. El Espacio Olvera que dirigen Óscar D. Olvera y Rubén Fernández y que tanta proyección están dando al arte más nuevo, ofrecía el proyecto de Arturo Comas Sobre todas las cosas. En él nos encontramos un canto al absurdo. Imágenes de escenas imposibles que posibilitan, no obstante, una realidad mediata donde la ironía y el guiño doble juegan un papel importante. Me pareció muy significativa la presencia en la Feria del malagueño Javier Marín, de la Galería JM; su trabajo apasionado y apasionante y su dedicación merecen toda recompensa. Su apuesta abierta por los artistas jóvenes y por aquellos otros que plantean una incondicional decantación hacia el arte nuevo vuelve a tener un reconocimiento. Si en la edición anterior fue esa escultura de imposibles posibles que llevaban la pareja Alegría y Piñero, para esta edición es la propuesta de Ramón David Morales, con ese reduccionismo cromático que advierte una realidad sutilmente evocada, la que ocupa su stand en la Feria. Su espléndido facistol colorista era toda una sabia consecuencia de todo cuanto decimos. Cuando el espectador sube la pequeña rampa interior que accede al amplio espacio donde se encuentran los stands expositivos se da frente a una gran pieza de Ana Barriga, Los Inadaptados, adquirida para una importante Colección. El resto de la obra de esta artista jerezana, en el espacio de la galería marbellí Yusto/Giner, nos sitúa en esa figuración canalla que rompe los esquemas y el hilo conductor de lo real, descontextualizando lo lineal y abriendo nuevas ofertas significativas que, además, la artista magnifica en un proceso lleno de intensidad creativa, osadía y frescura artística.

El conjunto de la Feria nos hace transitar por muchos aspectos de los que conforman ese multidisciplinar abanico de formas y conceptos del arte actual. Galerías de prestigio -Espacio Mínimo, Adora Calvo, Siboney, Juan Silió, La Caja Negra, Álvaro Alcázar, My name's Lolita, Carreras Múgica, Moisés Pérez de Albéniz, ATM, Guillermina Caicoya, entre otras - que aportaban, junto con las anteriormente citadas, rigurosidad a una Feria que desprendía mucha claridad y convencimiento hacia un Arte Contemporáneo que, en Santander, se hacía infinitamente más cercano y asequible a la mayoría de las miradas. El recorrido detenido ofrecía encuentros tremendamente agradables con obras que transcribían amplios desarrollos de un arte con infinitos perfiles. La galería Espacio Mínimo , cada año dando un paso más en lo mejor del Arte Contemporáneo, deslumbraba con obras de la portuguesa Ana Vidigal que indagan en el tiempo; concepto que también abordaba Joan Fontcuberta en el stand del santanderino Juan Silió; de lo más sugestivo eran las pinturas de arquitecturas urbanas de Illán Argüello en My Name's Lolita. Muy buenas las secuencias dibujísticas del onubense Manuel Antonio Domínguez en Ángeles Baños. La fuerza de la pintura abstracta la encontramos en la galería Siboney de Juan Riancho, con obras de absoluta contundencia formal -pastel sobre papel- de Vicky Uslé; asimismo atrapaba la fuerza del grafito muy bien acondicionado de Julio Blancas, en Artizar de La Laguna. Me deleitaron felizmente los papeles rasgados de Guillermo Mora en Moisés Pérez de Albéniz, buscando los espacios aéreos entre las capas de pintura. Y, así, una serie de artistas que proyectaban entusiasmo a un arte que en la Feria de Santander encuentra un fácil, determinante y atractivo acomodo.

ArteSantander es una feria totalmente consolidada en el panorama artístico nacional; una feria que se aparta de las extravagancias al uso y que aporta una dimensión seria y rigurosa a un arte necesitado de los buenos planteamientos que, en la capital cántabra, se daban cita. Lo que se contaba de un Director de Centro de Arte Contemporáneo y una artista, nosotros no lo vivimos. En la Feria indagamos y, o pasó desapercibido -estuvimos en el stand Javier López & Fer Francés, donde, al perecer tuvo lugar el incidente y nadie le dio importancia- o fue un desenlace más del transcurrir de lo artístico. Sea como fuere nosotros buscaremos e informaremos. Mientras tanto, decir que ArteSantander es todo un acontecimiento para seguir creyendo en el arte que se hace ahora y para siempre.

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