Alejandro Gorafe: por siempre y para siempre

Se ha ido un artista total, un hombre bueno, un humilde trabajador de la cultura

Fallece el artista granadino Alejandro Gorafe a los 62 años

El desaparecido Alejandro Gorafe. / Archivo
Bernardo Palomo

02 de diciembre 2024 - 14:17

Granada/Fue uno de los artistas importantes de aquella generación ilustre que, desde Sandunga, se extendió por toda España dejando una estela de poderosa creación contemporánea. Además, Alejandro Gorafe era el más distinto a los demás. Casi todos hacían una pintura valiente, bien desarrollada desde una técnica muy acertadamente consolidada en las aulas del antiguo Manicomio y sabiamente asimilada por unos jóvenes sensatos a la vez que atrevidos, brillantes y siempre abiertos a lo mejor de un arte nuevo que ellos debían mantener en sus coordenadas de estricta modernidad. Alejandro Gorafe, por su parte, era escultor. Autor de una obra diferente, con unos argumentos bien conformados pero llevados a la práctica con un lenguaje único donde la realidad asumía posiciones más abiertas que lo que la representación desarrollaba. Era escultor escultor; sabio mantenedor de lo que la materia oferta y sabedor de lo que a ésta se le podía extraer.

Trayectoria

Su concepto de la escultura pasaba; no obstante, por el establecimiento plástico de una idea llevada a cabo con la mayor solvencia creativa. Fue artista de lo mínimo que llegaba a lo máximo. Ejecutor de posiciones formales salidas de pequeños elementos que él magnificaba en unas obras llenas de la mayor enjundia artística. Quizás fue un escultor que debió ser considerado infinitamente más de lo que fue. Todo por esos fantasmas poderosos del arte que pululan espuriamente por los entresijos interesados de lo artístico, marcando esquivos territorios por los que sólo pasan los que ellos quieren. Alejandro Gorafe, sin duda alguna, debió estar entre los más grandes; su trabajo daba para ello y para todo. Sus comparecencias avalan una obra grande realizada con razón, con determinación, con rigor, con seriedad y, además, sin tener que pasar por el fielato impositivo de los que mandan en el arte. Fue artista humilde muy preocupado por los demás. La prueba la tenemos en los postulados de Arrabal y Cia; la galería que fundó con Pepe Arrabal para abrigar el arte que se hacía en Granada y que, quizás, no tenía la consideración que se requiere en ese arte oficial donde tantos desajustes imperan.

Alejandro Gorafe fue un artista a contracorriente; su obra estaba acondicionada desde una espectacular creatividad; estaba envuelta de una especialísima magia, la que ofertaba una materialidad sin límites, distinta y con un carácter visual lleno de la máxima intensidad. Alejandro Gorafe era autor de un nuevo concepto escultórico que podríamos llamar a lo Gorafe. Con su obra, conseguía una increíble capacidad de manipulación formal, llegando a un extremo total de consideración artística con la simple utilización de elementos encontrados. Sin embargo, sus obras no se quedaban únicamente en el determinante y contundente aspecto formal sino que abrían unas sutiles compuertas conceptuales que matizaban el potencial matérico y transportaban elegantemente a un nuevo horizonte donde se conjugaba, a la perfección, continente y contenido. Lo material y lo conceptual se daban la mano en un juego de bellas complicidades que atrapaban la mirada del espectador y la introducían en una amalgama de felicísima intensidad creativa.

Desde un primer momento me interesó la obra de Alejandro Gorafe. En ella había conocimiento, razón, poder creativo y dimensión artística; mucha dimensión artística. Fue, como muchos buenos, llanero solitario del arte: Estuvo al margen de lo que se cocía en las cocinas regentadas por los embaucadores y, desde su humildad, supo mostrar la inteligencia feliz del artista poderoso. Nada ni nadie lo desvió de su concepto plástico, de su formas inequívocas, del tratamiento contundente de la materia, del desenlace acertado, del juego sabio con la idea para que ésta tuviese un final más que trascendente.

Alejandro Gorafe nos ha dejado demasiado pronto. Se ha ido un artista total, un hombre bueno, un humilde trabajador de la cultura y luchador por un arte en el que creía. Nos deja un vacío grande. Sin él nada va a ser lo mismo. Alejandro Gorafe, por siempre y para siempre.

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