14 años de pólvora sin Quisquete
Egea ha pasado de ser un desconocido, ignorado en antologías y manuales, a ser un referente literario
Quisquete , como era conocido Javier Egea por sus cercanos, decidió quitarse la vida durante la tarde del 29 de julio de 1999. Personaje y obra desaparecieron para dar lugar a años de silencio. Sus poemas vagaron por las fotocopias de libros descatalogados cuando aún olía a pólvora. Hay disparos que duelen más que otros, y luego está el éxito póstumo. La situación actual presenta un panorama mucho más optimista. La editorial Bartleby publicó en 2012 su poesía completa en el primer tomo de una serie de cuatro libros que se cuecen desde la sombra de Helena Capetillo, la heredera de Egea. Este año ha sido el turno de los poemas inéditos de Javier. Los diarios y la correspondencia serán protagonistas en los dos volúmenes que restan. Algo que, según ciertas voces, es puro morbo y va más allá de la sana labor de rescate que se realiza desde hace años. Tanto asociaciones como particulares de bandos contrariados y contrarios han salvado una obra fundamental, casi obligada, reivindicada lentamente. Se trata de un proceso catártico cuya máxima expresión se está gestando con los fascículos de Bartleby, pero que viene de largo. Y todo se encuentra íntimamente relacionado con las razones que dan unos y otros para el suicidio de Javier Egea. Durante años, ha existido un deseo imperante de cambiar la autoría de aquel tiro certero. Canal Sur rueda un documental sobre Egea La figura de Javier Egea, poco a poco, coge fuerza. Una prueba de ello es el documental que estas semanas graba Canal Sur sobre su vida. La pieza verá la luz a finales de este año y tendrá una hora duración. Han contado con la participación de numerosas personas, como Luis García Montero, Joaquín Sabina o algunos de los hermanos de Egea. La Isleta del Moro, donde escribió `Troppo Mare', y La Tertulia, el bar poético que siempre frecuentaba, han sido algunas de las localizaciones del rodaje, aunque también rodarán en ciudades como Sevilla o Madrid. Javier Egea también será analizado por expertos en su obra, como Jairo García Jaramillo, entre otros. "Montero, asesino de Javier Egea. Troppo Mare", reza la pintada que apareció hace pocas semanas en el monolito donde se encuentra el poema Contigo, de Luis García Montero, situado en el camino de la Fuente del Avellano. Según el propio poeta, son disparates de gente que no conoció a Egea: "No pensé ni sentí nada. Si alguien mató a Javier, fue Javier". Pocos lo conocieron como él, desde una juventud ya etílica. Luis García Montero, íntimo amigo de Egea, llega a la nuca cuando se refiere a su muerte: "Javier cometió la gilipollez de suicidarse". El alcohol, la soledad y la desazón de vivir en un mundo abocado al capitalismo fueron, entre otros, aspectos determinantes para su suicidio. "La gente olvida que él tenía una enfermedad", dice un familiar del poeta. Porque son constantes los intentos de juzgar aquello minimizando los motivos, estereotipando un móvil que no se entiende sin el todo. Han corrido ríos de saliva y tinta sobre aque paro. Egea se vio al final de un camino. Él había jugado con el suicidio antes de sujetar por última vez la escopeta de su hermano. En poemas, en noches acompañado, en coqueteos anteriores, en comentarios y en cartas. La idea del suicidio siempre estuvo presente, opositora al Quisquete vitalista que todos quieren recordar. Quisquete eran dos Egeas: el alcohólico rehabilitado y el alcohólico incontrolado. Javier siempre recurría a la familia, a unos hermanos que lo cuidaron para volver a una vida normal. Sus etapas en dique seco, de deporte y comer bien, tenían siempre fecha de caducidad. Y eso se veía reflejado en su obra. Montero y Egea, en compañía de Álvaro Salvador, capitanearon la otra sentimentalidad. Un periplo poético que nace con la publicación de un manifiesto homónimo donde los tres defendían la rebeldía frente a lo burgués, elaborando a una poesía sincera, aceptando la ficción, la realidad y la memoria como elementos que convergen. Una concepción cercana de los versos. La otra sentimentalidad no puede concebirse sin Egea, pero Egea es mucho más que la otra sentimentalidad. Jairo García Jaramillo, profesor y experto en la obra del poeta, reconoce Paseo de los tristes como el único libro de Javier Egea etiquetado dentro de la poesía de la experiencia, propiamente dicha. La escena poética granadina, tan ligada a la poesía de la experiencia, quedó huérfana con la marcha de Egea. A principios del siglo actual, emergió una generación de jóvenes poetas altamente influenciados por La otra sentimentalidad. Destacan muchos nombres, como el de Raúl Quinto, muy marcado por la obra de Egea: "Me enseñó el compromiso político y el literario". Quinto valora la capacidad que el poeta tenía para renovarse, a diferencia del panorama granadino, "que durante un tiempo se acomodó". Otra de las grandes firmas emergentes es la de Fernando Navarro, uno de los pocos jóvenes que llegó a conocer a Egea en persona. "Era inevitable que la escena granadina se encasillara en la poesía de la experiencia", afirma Navarro, sorprendido con la poca difusión que se le dio a Quisquete durante años: "Lo que ha sucedido con la poesía de Javier Egea es algo inaudito, un autor de su calidad que no se ha difundido ni considerado". También es importante para poetas con una producción más alejada de los versos de la experiencia. Es el caso de Salvador Galán, cuya obra se centra más en las vanguardias y en la escritura automática: "Egea es el último faro para que la poesía conserve un elemento de comunicación". Pero la pluma de Egea también ha sido determinante en las letras del cantautor Álvaro Iranzo: "Me cambió la perspectiva con la que veía la poesía, con temas como la soledad o el compromiso. Es lo que yo quería en mis letras". Más joven aún es Álvaro Holgado. Un gaditano de 19 años afincado en Granada que bebe de Egea, y también de los referentes clásicos de este: "Ningún poeta de su generación tenía unas herramientas tan amplias para simplificar la formación clásica que tenía. Es mucho menos superficial". Holgado se muestra crítico con la escena local: "Se ha estancado y eso es un problema. Se manifiesta en el academicismo. Pasa con el Festival Internacional de Poesía cada año, que tiene una programación repetitiva". Con los años, Egea ha pasado de ser un desconocido, ignorado en antologías y manuales, a ser un referente potencial que aparece desde la neblina, emergiendo en un amplio mar. Egea es irremediablemente un mito, construido a base de lengua y dientes, de habladurías sobre él sin él. Quisquete lo sabía: "Las historias se cuentan una vez y se pierden".
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