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Artistas de Granada | Alejandro Gorafe
Granada/Cuando el arte que se hacía en Granada empezó a sonar con esa fuerza inusitada que, después, tanta trascendencia tendría y tantos horizontes cubriría con autores de capital importancia en el panorama artístico contemporáneo, el nombre de Alejandro Gorafe ya ocupaba un sitio en los ambientes creativos de la ciudad. Justo antes de que llegaran los nuevos valores recién salidos de la Facultad de Bellas Artes existía un conjunto de artistas de infinita consideración, entusiasmo y clarividencia como Juan Manuel Brazam, Juan Vida, Carmelo Trenado, Paco Lagares, Julio Juste, Vicente Brito, José Manuel Darro, Valentín Albardíaz, Maripi Martín Vivaldi, Agustín Ruiz de Almodóvar o el desaparecido prontamente Julio Espadafor, por citar sólo algunos. En aquel grupo, Gorafe era de los más jóvenes y, ya, demostraba, con suficiencia, que su posición en la nueva escultura hacía participar de sus mejores planteamientos.
Actualmente la escultura es de las expresiones artísticas con un menor desarrollo. Sus postulados creativos, en otro tiempo con tanto empuje y dimensión, están ahora muy bajo mínimos. La propia realidad del arte así lo ha querido y la escultura es, hoy, una manifestación con muy escasa proyección. Gorafe mantiene expectantes las circunstancias escultóricas de la modernidad con obras que, además, desentrañan una inquietante materialidad, concediendo suma potestad a materiales extraartísticos, de desecho, encontrados o de una muy nueva plasticidad.
Gorafe es granadino de 1962. Es de los importantes artistas de la gran última generación que no salió de la Facultad de Bellas Artes de Granada, no por ello su formación se vio menoscabada; todo lo contrario. Tras su paso por la Escuela de Artes y Oficios, estuvo cerca del gran Julio Espadafor, en cuyo taller estuvo un tiempo impregnándose de la magia abstracta del pintor granadino y donde conoció los entresijos de la obra gráfica. Pronto participó en las exposiciones de las galerías granadinas de aquellos iniciáticos momentos -Avellano, Sureste, Consisa Alarcón, Jesús Puerto, Laguada, Espacio D de Bubión-.
Sin embargo, sería Emilio Almagro y su gran trabajo, con quien Gorafe iniciara su gran definitiva proyección, participando en las muchas y significativas acciones gestadas en la Sandunga de la calle Arteaga. Con él hizo sus primeras importantes exposiciones y con él acudió a las grandes Ferias, dejando constancia de una obra distinta, nueva, personal y gestionada desde un lenguaje escultórico que descubría a un artista con una gramática plástica muy bien configurada para que pudiera transmitir un concepto que formulaba una realidad artística sugestiva, sutil y diferente, donde los más imprevisibles materiales estructuraban una poderosa iconografía objetual que no dejaba lugar para la indiferencia.
Desde un primer momento, su obra tuvo como base sustentante materiales extraídos del entorno inmediato, cosas que se encuentran cercanas y que el autor manipula hasta concederle nuevos estamentos; condiciones diferentes para que interpongan una realidad conceptual distinta y una significación de infinitas posibilidades. La obra de Gorafe resalta por su frescura, su agudeza, su descaro hacia posiciones sin encorsetamientos, su habilidad creativa y su fortaleza plástica. Son obras que atrapan, sin crear desasosiegos, que abren las perspectivas compositivas y que dejan en la mirada sutiles gestos de aceptación y complicidad.
Este creador ha sido siempre un artista diferente, un escultor a contracorriente, un hacedor de bellas y sabias inquietudes que patrocinan una obra diferente, convincente, asequible y llena del más absoluto encanto visual. Una obra que satisface a todos por su inmediatez, que abre caminos a la propia mirada y que deja un pozo de madurez creativa donde todos pueden apreciar la transparencia de sus posiciones y la solvencia artística de una obra que, dentro de sus amplias posiciones significativas, no necesita manuales interpretativos ni prospectos explicativos.
En las obras de Alejandro Gorafe los materiales escogidos conforman objetos nuevos que son como bellas metáforas que transportan a una parte feliz de la existencia; sus esculturas, a veces, como mínimos gestos sacados de la intimidad de su existencia, son guiños de fina complicidad, sutiles entretenimientos que suscriben, no obstante, apasionantes realidades; son como felices episodios de una historia muy bien contada; retazos de cosas que dejan de serlo para adquirir un mayor sentido; de mínima cosa a máximo objeto artístico.
El escultor se nos presenta como hacedor de bellas esencias; no es un constructor de esculturas ni un poderoso relator de exactitudes; es un alquimista de lo sencillo, un mago con los justos elementos que embaucan para acariciar la sonrisa que convence; sus obras son bellos versos bien rimados, justas melodías que rompen la linealidad de lo que se presiente.
También es un artista muy respetado en el contexto general del arte de Granada; y un trabajador nato por la cultura en general y por el arte en particular. Desde 1996 a la actualidad, es comisario y coordinador de exposiciones en El Museo Casa Natal de Federico García Lorca en Fuente-Vaqueros. Además es presidente y director de la Asociación Cultural Arrabal & Cía., espacio de arte fundado junto con Pepe Arrabal en el año 2005 y que actualmente es uno de los espacios expositivos más activo de la ciudad.
Como artista grande, de sabias estructuras creativas, escultor activo de feliz conciencia artística y modulador apasionado de una obra objetual de festivas consecuencias, Alejandro Gorafe es un artista con mayúsculas.
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