Marisa Mancilla, con toda la verdad

Artistas de Granada | Marisa Mancilla

Instructora lúcida y motivadora convincente; formadora exigente y docente rigurosa; se ha convertido en alguien muy importante en el mundo artístico granadino

Marisa Mancilla. Con toda la verdad / R. G.
Bernardo Palomo

15 de octubre 2020 - 05:00

Granada/Su nombre es pura referencia para varias de las últimas generaciones de estudiantes de Bellas Artes en Granada. Ella ha sido instructora lúcida y motivadora convincente; formadora exigente y docente rigurosa; ha sido profesora, pero, sobre todo, ha sido maestra. Seria en el aula, trabajadora en el taller, cercana en la calle. Ella es amiga, compañera, colaboradora... es Marisa. Su nombre no ofrece la menor duda; no se necesita más para saber quién es y lo que es; alguien muy importante en el mundo artístico de Granada.

Marisa Mancilla, que es veterana en la Facultad, es todavía joven; una joven madura en quien confiar porque ella lo da todo por el arte, para el arte y por y para los artistas. Marisa se desvive por sus alumnos y por los que no lo son; trabaja denodadamente para que éstos encuentren el camino sin demasiadas dificultades. Les hace ver que la profesión tiene muchos recovecos; que hay que saber descubrirlos y sortear aquellos que no estén claros, hagan resbalar, confundir y atrasar.

Empezó a caminar en el paisaje artístico cuando sus ilustres compañeros de estudios, algo mayores que ella, ya, estaban placeándose en los más selectos ambientes. Marisa los tuvo como imagen donde mirar y continuó sus esclarecedoras estelas, siempre, con un lenguaje que ofrecía, a pesar de estar en los inicios, muchas particularidades, profundidad y clarividencia. Muy pronto empieza a sonar en comparecencias de entidad; gana afectos y suma reconocimientos. Nosotros la conocimos cuando obtuvo el Premio del Segundo Certamen de Artes Plásticas de la Confederación de Empresarios de la Provincia de Cádiz; por entonces, uno de los más valorados y hasta donde llegaron y encabezaron otros artistas importantes granadinos.

Su poderosa posición artística, su conocimiento del oficio, su calidad técnica y su dimensión pictórica no pasó desapercibida y hacía augurar el estamento de una artista con diáfanas perspectivas. Desde entonces, su carrera ha sido compacta, sin fisuras, con mucha entidad y siendo vivida con ilusión. Aunque está en posesión de unos planteamientos prácticos mejor asimilados y su bagaje técnico es contundente y determinante, nunca se quedó en una sola postura creativa, abrazando un credo artístico amplio, variado y con muchísimos registros.

Marisa Mancilla ha dejado constancia en las dos vertientes de la profesión, la docente y la creativa, una seriedad, una determinación y una amplitud de miras absolutamente apasionante y apasionada. Su carrera está muy bien sustentada y, tanto como Profesora en la Facultad, como artista en ejercicio, sirve de modelo a casi todos y es respetada y admirada por su dedicación y por sus formas llenas de entidad y trascendencia.

Si la artista granadina empezó su discurrir como pintora -para ello tenía una formación muy bien estructurada y unas dotes que la hubieran llevado a poder enfrentarse a cualquier situación por difícil que ésta fuera-, pronto dio muestras que podía establecerse en cualquier otra dimensión artística. De hecho la hemos visto afrontar, con decisión y sabia disposición, otras realidades creativas; siempre, haciendo partícipes de una definitiva capacidad. Así la hemos encontrado realizando actuaciones intervencionistas muy bien planteadas conceptual y plásticamente, sin caer en los fáciles y erróneos esquemas de algunos que sólo mantienen el desarrollo espacial de la instalación. Marisa interviene los espacios, realiza acciones, graba o fotografía pero, también, concede importantes espacios al dibujo y a la pintura que completa y potencia cada una de las actividades que desarrolla.

'Broza y reflejo 3' y 'Broza y reflejo 4' / R. G.

En estos años, Marisa Mancilla nos ha dado muestras de una fértil carrera con registros artísticos diferentes en los que, siempre, ha primado una voluntad creativa inmensa, un conocimiento del medio definido conscientemente y sin circunstancias vacías y ajenas a la realidad que ella enseñaba en las aulas. Sus series han sido realizadas sin economía de medios; todo lo contrario, cada intervención estaba sustentada por un conjunto de elementos a la consecución clara del objetivo final. En su conocida serie de Emplumados, la artistas realizaba todo un extraordinario compendio de muchas circunstancias reunidas en una realidad superior, siempre planteando situaciones generadas desde una base conceptual poderosa - aquella realidad histórica que consistía en emplumar a las personas como cruel castigo - y que eclosionaba en variados planteamientos artísticos, fotografías, dibujos, muy bien acondicionados en fondo y forma y que, al final, se dejaba constancia de todo ello en una feliz videoinstalación que recogía todo el proceso.

Porque el arte debe estar sustentado en bases constitutivas claras, bien formuladas y con desenlaces artísticos cuidados y no dejados a un azar que distorsione. Marisa Mancilla es una artista pulcra, rigurosa y consciente. Su amplios recursos formales le permiten acceder a cualquier tipo de manifestación cuyo denominador común siempre va a ser la seriedad y el justo argumento para, desde ahí, trascender con planteamientos válidos que sustenten una obra siempre marcada por el conocimiento, el entusiasmo y la pasión creativa.

En el trabajo de Marisa Mancilla, tanto en la labor docente como cuando actúa directamente en el estudio, no existen fisuras estructurales. La conciencia es la misma. A sus alumnos capta por lo que les oferta: claridad, sabiduría y conciencia práctica. En el momento de la creación, tales argumentaciones son las mismas. No hay engaños ni a sus alumnos ni a los futuros observantes de sus obras. Por eso, la obra de Marisa Mancilla no engaña a nadie; son retazos de ella misma; aquellos que se deja en las aulas mostrando a los alumnos la verdad del arte y que ella en sus obras nos hace participar abiertamente en la misma línea argumental de claridad, conocimiento y autenticidad.

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