“Los sueños siempre tienen más expectativas que la realidad”
Entrevista a Isabel Ordaz, actriz y escritora
Isabel Ordaz llega el sábado al Isabel la Católica con una obra muy alejada de sus personajes televisivos: El beso, con texto de Ger Thijs y dirección de María Ruiz
Granada/Isabel Ordaz tiene un Goya por su interpretación en Chevrolet, ha trabajado con directores como Fenando Trueba o Colomo, y en las tablas ha dado vida a textos de Eurípides, Aristófanes, Calderón de la Barca o Lope de Vega, además de otros clásicos contemporáneos como Dulce Chacón. Sin embargo, para muchos de los que la paran por la calle siempre tendrá un hueco en la memoria colectiva como La Hierbas, el apodo de su personaje en la serie Aquí no hay quien vida. Es lo que tiene la televisión, una pantalla desde la que empezó a asomarse a los hogares españoles como Berta en Los mundos de Yupi y ha continuado apareciendo con algunas de las series más exitosas de las últimas décadas. Este fin de semana recala en el Teatro Isabel la Católica con un personaje alejado de esas comedias televisivas, una mujer en la madurez que va a recoger los resultados de una prueba de cáncer. Un texto tragicómico firmado por Ger Thijs que cuenta con María Ruiz como directora: El beso.
–”Son dos almas errantes que encuentran consuelo el uno en el otro. Como una conversación entre dos pasajeros en un avión”. Así resume el propio Thijs su pieza. Con una larguísima trayectoria en las tablas, ¿qué tiene este texto de especial para que se haya convertido en un clásico contemporáneo?
–La arquitectura de un texto es el río que te permite navegar con mayor o menor facilidad y creatividad. El beso me pareció que estaba extraordinariamente escrita, con una apariencia de muchísima sencillez. Es una obra con dos personajes muy dialogada pero que esconde un profundo escudriñar en los sentimientos de este hombre y esta mujer que están en un momento crepuscular de sus vidas en el que empiezan a hacerse los balances y comienza a pensarse en los fracasos y los aciertos de la existencia. Y todo está trazado con mucho talento, un gran pulso dramático y un profundo conocimiento de la condición humana.
–¿Cómo es el encuentro con ese hombre, un humorista en crisis al que da vida Santiago Molero?
–Es una propuesta tragicómica por el malentendido del encuentro entre estos dos desconocidos. Pero también es hermosísimo ver como se van abriendo poco a poco, como van disponiendo sus corazones ella hacia él y él más hacia el soporte de la confidencia. Vamos descubriendo esos dos universos que llegan a ser tiernos, misteriosos, a veces dan miedo... Pero poco a poco se van encandilando en el transcurso del paseo.
–Estos personajes se encuentran en esa etapa de la vida en la que los sueños caen y el amor se vuelve más agrio. ¿Ha llegado a esa etapa?
–No es mi caso, pero puede pasar. Es lo que propone: como hay que gestionar ese desencanto del vivir que nos compete a todos. Los sueños siempre tienen más expectativas que la realidad, en que se presenta con claroscuros. La vida es un para arriba y un para abajo y depende de uno gestionarlo para seguir alimentado la pasión o bien que entrar en el circuito de la amargura. Al final esas cosas terminamos eligiéndolas, más allá de que hay destinos fatales que no te dejan elección.
–¿El beso propone al espectador esa reflexión para no entrar en ese circuito de la amargura?
–El teatro es un espejo y la ceremonia de un encuentro en una propuesta artística. Pero yo considero que el arte –y el teatro es un arte– no debe tener como destino una respuesta sino abrir infinitas preguntas. Y en este caso, El beso es una propuesta de final abierto y el público puede pensar lo que quiera, que ella se muere o no, se encuentran o no... La historia se completa con la mirada del espectador que cierra el círculo con una reflexión o saboreando los momentos de belleza.
–El público que la conozca por sus personajes televisivos la asocia más con la comedia, aunque en este caso se trata de una obra tragicómica. ¿El contrapunto de comedia recae en el personaje del humorista?
–La comedia, cuando tiene calidad, recae en la situación. Son personajes antagónicos: ella es una pequeño burguesa, una farmacéutica en una zona rural de una comarca de un lugar entre Alemania y Holanda con una vida muy convencional; y él un cómico que se siente fracasado, con una vida más liberal, más bohemio y supuestamente más abierto. El choque de esos dos mundos provocan las situaciones más hilarantes. Es una comedia muy irónica pero por otro lado está el drama que a la amenaza a ella.
–Su lado más desconocido para el gran público quizá sea su faceta de escritora.
–Sí, la poesía me interesa mucho porque es un acto necesario para el espíritu. Hace tiempo que escribo y he publicado cinco o seis pequeños poemarios y un libro de relato corto. Recientemente publiqué El agua de la lluvia tiene algo, con Silial Pigmalión, que se está presentando ahora por la parada del COVID. Y estoy ya preparando otro que espero presentar a finales de año.
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