Carlos Ballesta rescata del anonimato al jesuita granadino Ignacio de las Casas
En su novela El proscrito de Granada trata sobre el papel del religioso en el engaño sobre los libros plúmbeos
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Granada/Carlos Ballesta, cirujano y escritor, acaba de publicar una novela que resulta imprescindible para todos aquellos que quieran conocer Granada, su historia y sus tradiciones. Al menos en una época en la que la ciudad de la Alhambra fue el centro de atención de la península ibérica. “He tratado de escribir una novela que creo que es necesaria para conocer la historia y parte de las tradiciones de Granada”, ha dicho el autor.
La novela, titulada El proscrito de Granada, nació en la cabeza de Carlos Ballesta a raíz de un documento manuscrito que encontró en el rastro de Madrid y que era uno de los memoriales del jesuita Ignacio de las Casas escribió en su día para defender la falsedad y toda la cadena de engaños que había detrás de los libros plúmbeos y las santas reliquias encontradas en el Sacromonte en 1595.
Ballesta mandó restaurar el memorial e inició una laboriosa investigación sobre su autor, Ignacio de las Casas, un niño granadino conocido como Lepillo (personaje histórico real), descendiente de moriscos y al que su padre, para protegerlo de los acontecimientos que anunciaban la discriminación y previsible expulsión del pueblo morisco, le hizo entrar en la Casa de la Doctrina del Albaicín.
Esta institución existió y el edificio en que estaba situada hoy sigue existiendo, y pasan junto a su puerta y su fachada cientos de turistas y granadinos cada año, sin tener la más mínima idea del papel que jugó en la historia de Granada y del pueblo morisco en aquella época. Allí, bajo las enseñanzas de su maestro y preceptor, el jesuita Juan Albotodo, inició su andadura en la Compañía de Jesús y adoptaría el nombre de Ignacio de las Casas. Dada su valía, los jesuitas envían al joven Ignacio a Roma, a su noviciado de San Andrés del Quirinal en 1573, donde estudia a los grandes teólogos y lenguas clásicas, además de perfeccionar el árabe, la lengua de sus padres. Sus amplios conocimientos y su visión del cristianismo y de cómo debía de ser anunciado a otros pueblos de religiones distintas le convirtieron en un hombre influyente de la Iglesia de su tiempo, que conoció personalmente a tres papas: Gregorio III, Sixto V y Clemente VIII; quienes le encargaron misiones por medio mundo: Alejandría, Siria, Líbano, Oran…
Historia
Cuando se produjeron los descubrimientos de Torre Turpiana en 1588 y de los libros plúmbeos y las santas reliquias del Sacromonte en 1595, el arzobispo de la Granada, Pedro de Castro, pedirá a Ignacio de las Casas que de por ciertos aquellos históricos descubrimientos. La veracidad de las reliquias de San Cecilio y Tesifón y de los libros plúmbeos interesaba, en primer lugar, a Pedro de Castro, quien pretendía que todo aquello sirviera para que Granada se convirtiese en la tercera ciudad primada de España, junto a Toledo y Santiago. Interesaba además a los moriscos que integraban los altos estamentos de la sociedad granadina, pues si los que se desprendía de la primera traducción de planchas de plomo realizada por el médico morisco Alonso del Castillo era cierto, se confirmaba a San Cecilio como Martir árabe que murió propagando la fe cristiana en esta tierra y autor de los libros. ¡Granada ya tenía su patrón y era de origen "árabe"!
Lejos de satisfacer los deseos del arzobispo, Ignacio de las Casas llevará a cabo una investigación que le hará sospechar que todo el descubrimiento pudiera ser en realidad un engaño. Su rectitud a la hora de defender las conclusiones de su investigación, le llevarán a enfrentarse a don Pedro de Castro y a tener que huir de Granada.
Esta novela nos ayuda a entender cómo fue la transformación de la sociedad granadina del siglo XVI tras haber sido musulmana durante ocho siglos. La ciudad que conquistaron los Reyes Católicos era una de las más prósperas y pobladas de Europa. Los musulmanes ricos que vivían en ella se convirtieron al cristianismo para mantener sus posesiones y su acomodada vida. Se trataba de una sociedad aparentemente cristiana, pero en la que las antiguas familias musulmanas ejercían un gran poder e influencia. A las clases altas moriscas de aquella Granada les convenía tanto como a los altos estamentos de la Iglesia que se demostrara que la ciudad había sido cristiana ya en el siglo I. Aquellos granadinos nos descubrieron un patrón y unas fiestas y tradiciones que hoy seguimos manteniendo.
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