Chano-Esperanza Versus Lorca-Argentinita

La trianera presentó en el Palacio de Los Córdova un espectáculo intimista y creativo

Esperanza Fernández y el piano de Chano Domínguez enmudecen a la Alhambra: las imágenes

Presentación de Esperanza Fernández en el Festival de Música y Danza de Granada
Presentación de Esperanza Fernández en el Festival de Música y Danza de Granada / EFE/ Miguel Ángel Molina
Antonio Conde

04 de julio 2024 - 19:09

Se anticipaba un espectáculo completo, redondo y cargado de memoria cultural sonora. La música popular andaluza ha formado parte del flamenco y de aquellos que se han sentido atraído por él. No obstante, el folclore, como elemento rector, ha contaminado y dado alas al cante para que, conforme a las músicas de raíz, el flamenco evolucione y se convierta en género propio. Poetas, intelectuales, músicos, escritores, etc. han contribuido a que el rico folclore popular forme parte del paisanaje sonoro andaluz. Federico García Lorca, firme defensor del cante jondo, sin ser un experto, lo vivió y sintió apasionadamente y respetó, quiso y trató con devoción. En ese entramado literario y musical, dejó para la posteridad como una de sus más grandes aportaciones al cancionero andaluz unas grabaciones junto con La Argentinita, acompañándola al piano y recuperando canciones populares antiguas que han sido tratadas, recopiladas e interpretadas por multitud de artistas a lo largo del último siglo.

La trianera Esperanza Fernández presentó en el Palacio de Los Córdova lo que quiso ser un espectáculo intimista y creativo en el que recordaran aquellos momentos en los que se juntaron en un estudio de grabación Lorca y La Argentinita en 1931 para el sello La Voz de su Amo.

Las piezas seleccionadas para el recital fueron las más conocidas de aquellas históricas grabaciones. Con Chano Domínguez al piano y Miguel Fernández a la percusión, el aura necesario que pareció crearse esta noche no acabó de traspasar el espacio invisible que delimita el escenario y el público. Sin más aderezos que el cante y el toque pianístico, se acertó en la forma pero falló el fondo. Bien es cierto que se trató de un repertorio archiconocido y manido en las últimas décadas, de ahí que la exigencia a quien afronte el reto de actualizar y/o aflamencar las canciones populares se vea en la obligación de dar más o al menos diferente de lo que otros han aportado. Esperanza puso toda la intención, inspiración, personalidad y metal flamenco en su voz, pero no llegó a transmitir. Incluso ella misma parecía darse cuenta de este hecho. Es una excepcional cantaora y mejor artista, pero no hubo feeling ni transmisión. Y es una lástima porque todo estuvo diseñado para alcanzar el éxito.

Esperanza Fernández en el Festival de Música y Danza de Granada
Esperanza Fernández en el Festival de Música y Danza de Granada / EFE/ Miguel Ángel Molina

Comenzó Chano Domínguez en solitario con una composición personal, más cerca del jazz que del flamenco, aprovechando para introducir falsetas y juguetillos de alegrías. Cuando Esperanza subió al escenario, lo hizo con traje negro, talante serio y concentrada y abanico. Del repertorio popular lorquiano escogió Las tres morillas de Jaén, Café de Chinitas, Las tres hojas, Nana de Sevilla, Los cuatro muleros, Sevillanas del siglo XVIII, La Tarara, Zorongo gitano, Anda jaleo y El Vito. En el transcurso de la velada, la cantaora aprovechó que Chano se quedó solo ante su piano en una pieza con retazos de rumba cubana y cumbia para cambiar de traje, esta vez blanco brillante. En las notas musicales de parte del repertorio, se adivinaron fragmentos de colombinas, rumbas, tangos y guajiras.

Como decía, la forma fue la acertada. Fue una evocación fiel al encuentro Lorca-Argentinita exponiendo lo que pudo ser aquel encuentro. Sin embargo, casi un siglo después faltó el fondo lo que nos dejó despojados del disfrute no solo de un repertorio tradicional inmenso sino de una forma de entenderlo que dejara al público disfrutar de la melaza popular en forma de canciones antiguas.

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