La clarividencia de una pintura comprometida

Belén Mazuecos, artista granadina y profesora en la UGR, presenta su exposición La Cuarta Pared en el Centro de Arte Alcobendas

El Ayuntamiento de Granada impulsa el intercambio cultural con la ciudad italiana de Taranto con una exposición

Fotografía de la exposición de Belén Mazuecos.
Fotografía de la exposición de Belén Mazuecos. / G. H.

Granada/La realidad de la pintura andaluza se encuentra en un momento de suprema gloria. Días atrás escribíamos, sin intención hiperbólica alguna, que realmente parecía que se estaba en una nueva Edad de Oro. Pintores con sentido, abiertos de pensamiento, formados en la buena práctica y en el conocimiento; de intenciones claras, perspectivas diáfanas y conciencias lúcidas y serenas para aceptar y enfrentarse a un arte sin fronteras en el que cabe, sin restricciones, cualquier argumentación. Está claro, pues, que la pintura, en general, está más viva que nunca y su función actuante permanece en el más alto estamento creativo; sin querer entrar en polémica ni establecer absurdas injustificadas comparaciones, con parecida importancia a la de los momentos cumbres de la gran pintura histórica. Por tanto, aquellos que profetizaban su corta vida, estaban totalmente desorientados y fuera de la realidad.

El riesgo del retrato

Belén Mazuecos es artista grande; grande en grandeza creativa; grande en solvencia pictórica; grande en rigurosidad técnica, formal y plástica; grande, en definitiva, en verdad artística. Aunque en la actualidad es "pintora pintora", con todos los registros formales del pintor de acción, su estamento no se suscribe a un único camino sino que sabe y puede afrontar su intencionalidad artística desde diferentes argumentaciones, adentrándose en los abiertos desarrollos del concepto instalativo y en los desenlaces plásticos del arte expansivo. Pero, no cabe duda de que Belén Mazuecos es pintora de altura, de las que saben muy bien lo que hace, de las que realiza una pintura con los argumentos exactos de la representación definidos desde un concepto muy bien concebido y asimilado, de las que sustenta su trabajo en un dibujo poderosísimo y determinante -ella es dibujante en el mejor sentido- y en una técnica sin fisuras capaz de enfrentarse a cualquier situación. Por eso, su pintura puede con todo; se arriesga -el retrato siempre conlleva un riesgo superior- con retratos exigentes que van a quedar para la historia por la trascendencia de los representados, realizándolos con rigurosidad, exactitud, claridad y potencia plástica. Muy significativos son los de la que fue anterior rectora de la Universidad, Pilar Aranda, y el del exdecano de la Facultad de Bellas Artes, Víctor Medina. Centrándonos en su pintura, ella ha creado una especialísima ambientación iconográfica donde la realidad está suscrita dentro de unos iconos particulares que los hacen únicos e intransferibles por su propio planteamiento formal y por su dimensión conceptual. Con ellos, la artista cuestiona el propio sentido de la existencia, de la vida, de la naturaleza y, sobre todo, la situación de un arte con demasiadas derivas desvirtuantes.

Facultad de Bellas Artes

La artista granadina, que fue, no ha mucho, responsable de lo artístico en la Universidad de Granada y gestora de amplios posicionamientos, que es catedrática, a pesar de su aplastante juventud, en la Facultad de Bellas Artes y que actúa de dinámica hacedora de una pintura con nombre propio y denominación de origen, llega al importante Centro de Arte de Alcobendas, allí donde han expuesto importantes artistas de ese panorama pictórico nacional de tanta fuerza como Miguel Trillo, Ángel Alén, Ángeles Agrela, Miki Leal, Alejandro Botubol, Juan del Junco, José Guerrero, Carlos Aires, Paloma Gámez, Miguel Ángel Tornero, Ruth Morán o Javier Calleja, por citar sólo algunos andaluces. Lo hace con las alforjas llenas de muy buena pintura; esa que es protagonizada por un universo de imágenes donde se cuestiona el desarrollo inquietante de lo artístico. La exposición, presentada con el título de La Cuarta Pared, continúa indagando en ese proyecto de la artista en el que los entresijos del arte son los centros de interés.

Belén Mazuecos construye una pintura altamente metafórica. Los infinitos desajustes del arte actual, la posición del artista relegada a mero actor más que secundario u objeto que es transportado al arbitrio interesado de los manipuladores del arte, la supremacía de éstos -directores de museos o centros de arte, galeristas, críticos estrellas, gestores culturales...-, su ínfima consideración reducida a simple cosa, a objeto frágil, son algunos de los intereses conceptuales de la artista. Los creadores son convertidos en mercancías y transportados en cajas de embalaje de obras de arte de un lado para otro por esos santones manipuladores y embaucadores de lo artístico, que se disfrazan -sobre todo de cuidadores de osos panda- para intentar pasar desapercibidos en una vorágine creada por ellos mismos.

La pintura de Belén Mazuecos es personal e intransferible. Posee un desarrollo pictórico único que la diferencia y la sitúa en un estamento particular con marchamo indiscutible. Es pintura muy bien confeccionada, con aplastante seguridad creativa, conel uso de la tintas sin color apoyadas en la blancura de los soportes, con ese dibujo espectacular y con una estructura compositiva llena de recursos -guiños a obras imprescindibles del arte contemporáneo y a artistas de referencia-. En la exposición madrileña, de nuevo, la obra de la artista granadina se abre expansiva en un universo de medianías, aportando personalidad y solvencia creativa. Su pintura no ofrece la menor duda; deja una huella de calidad, seguridad, personalidad y clarividencia.

La muestra de Belén Mazuecos en el Centro de Arte Alcobendas es un paso adelante en una carrera segura dominada por el buen sentido y la solvencia de un arte abierto donde impera, sin reveses, la más absoluta verdad.

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