Valores, simpatía y explosión musical
Lakecia sonríe en el escenario, y habla mucho, siempre impregnada de valores, optimismo y amabilidad
El Festival de Jazz llenará granada de ritmos cubanos, hip hop y funk del 1 al 9 de noviembre
Granada/Veníamos de flotar con la música electrónica del primer concierto, y Lakecia Benjamin, la joven saxofonista y vocalista que fue invitada por Prince o Steve Wonder, enamorados de sus solos, nos despertó a la intensidad que tiene el jazz. Sobre el escenario, un saxo alto que rememoraba el espíritu de Coltrane, al que dedicó ya un disco. Un clima sonoro que nos dio un paseo por la pulsión afroamericana del siglo XXI, con ritmos de funky y, sobre todo, con momentos de hip hop, donde esta artista demostraba su capacidad como cantante e improvisadora. Gracias a esa voz recorrimos su Manhattan natal.
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44 Festival Internacional de Jazz de Granada
Lakecia Benjamin, saxo y voz; Michael King, piano; Elias Bailey; contrabajo; Dorian Phelps, batería. Fecha y lugar: miércoles, 6 de noviembre, Teatro Isabel La Católica.
PUESTA EN ESCENA
Lakecia sonríe en el escenario, y habla mucho, siempre impregnada de valores, optimismo y amabilidad con Granada, que ya conoció en el Festival Jazz en la Costa. También, trae ese sentir crítico y contracultural norteamericano, el mismo día en el que Trump ha vuelto a los escenarios del poder. Su fuerza y el sonido de su instrumento no deja a nadie indiferente. No es un bop refinado, seguramente porque es algo que tiene superado y lo demuestra en determinados momentos. Su música es más bien un grito de libertad y resistencia, un juego con patrones, propio del tipo de jazz que hizo, de los que sale siempre muy bien, encontrado una vía creativa tras la repetición, como me recordaba Javi en la primera fila. Se nota, en cualquier caso, su esencia neoyorkina, además de su formación escénica y teatral, su saber estar en un teatro que se iluminó varias veces, metafórica y literalmente, para terminar bajando al patio de butacas, cogiéndome la mano para preguntarme si me había salido bien la foto, dispuesta a volver a posar. Qué bien viene, además de la técnica, ser simpática y buena gente. Eso suma en cualquier género artístico. Debería ser un requisito para liderar cualquier formación.
MUSICALIDAD
En la profundidad de su música se nota también la impronta de un mentor como el trompetista Clark Terry. No es casual que haya sido nominada a tres Grammys y, como ella misma dijo, lo va a conseguir muy pronto, en un impulso realista de optimismo. Merece esa alfombra roja con la que sueña. La asociación norteamericana de periodistas de jazz la ha nombrado saxofonista del año en 2024, conscientes de que se trata del enlace entre el clasicismo y la posmodernidad que habitamos, ya que no todo el mundo sabe navegar en la hibridación de músicas de nuestro tiempo. Grita al público que hace falta construir un mundo mejor y, a partir de ahí, se entiende a la perfección su fuerza, su sonido y sus sobreagudos. De su formación, impresionó algún solo del pianista Michael King, con tintes de lo clásico en sus desarrollos, pero que se encontró a sí mismo, definitivamente, en las esencias del blues, del gospel y de lo que se ha llamado siempre música espiritual. Es decir, en la esencia negra que es un sello de este combo, diferente al de Almuñécar.
Sin embargo, la lección magistral la dio el batería Dorian Phelps, que hubiera sacado matrícula de honor con aquel duro profe de la película Whiplash. Solo el arranque de sus improvisaciones ya provocaba esos pequeños gritos de emoción en la sala. Quién sabe si despertó una vocación y, mientras escribo esta crónica, alguien se ha apuntado a aprender percusión. Quien esté interesado, puede escuchar la versión que hace esta saxofonista del estándar My favorite Things, o disfrutar con su cierre habitual, que es Happy People, de Kenny Garret. Todo un lujo, en resumen, desde nuestro siglo, pero con una música profundamente respetuosa con lo que somos. Quiero decir con el jazz.
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