La contabilidad que hizo posible el Concurso de Cante Jondo de Granada

El profesor Marco Antonio de la Ossa-Martínez ha publicado una investigación con la contabilidad detrás de la celebración del certamen

Granada, todos a una con el Cante Jondo

Entrada del Concurso exhibida en la exposición con motivo del centenario. / Photographerssports

Granada/2022 fue el año del Concurso de Cante Jondo en Granada. Igual que ahora todas las administraciones aúnan esfuerzos por conquistar la Capitalidad Cultural o, ya en pasado, la celebración de los Goya, aquel año la ciudad entera se volcó con la celebración del centenario del Concurso organizado, entre otros, por Manuel de Falla y Federico García Lorca, en la plaza de los Aljibes de la Alhambra en 1922. Aunque ya en 2025 la llama ha bajado de intensidad, aún sigue ardiendo y son varios los ejemplos que muestran el interés sobre aquel evento, la mayoría de ellos procedentes del ámbito académico, como es el caso de la investigación publicada en Música oral del sur por el profesor Marco Antonio de la Ossa-Martínez, que se ha sumergido en el Archivo Histórico Municipal para analizar la contabilidad del certamen.

La investigación realizada por De la Ossa-Martínez aporta una perspectiva más mundana al Concurso, alejada del ámbito cultural destacando elementos como que la partida destinada a cantaores, tocaores y bailaoras profesionales fue mayor, concretamente 2.123,55 pesetas, que la dirigida a los concursantes, todo ello en medio de una polémica en prensa por la ausencia de artistas profesionales –aquellos que “canten públicamente, contratados o pagados por empresas de espectáculos o particulares”–.

Así, entre gastos de hospedaje, desplazamiento, y el propio caché de los artistas, el gasto para los profesionales ascendió a más de 7.300 pesetas, mientras que el dinero para premios se quedó en 5.520, aunque las estimaciones iniciales reservaron para esto una partida de 8.000 pesetas, que fue menguando al quedar varias categorías (como el Premio de Honor, de 2.000 pesetas) desiertas, aunque al mismo tiempo se entregaron varios que no estaban previstos inicialmente.

Entre los que se llevaron un premio la investigación de De la Ossa-Martínez se detiene en Francisco Gálvez, más conocido como Frasquito Yerbabuena, un maestro guitarrista granadino del que se hizo una excepción para participar, pese a superar la veintena que fijaba como límite las bases, y finalmente conquistó el segundo premio. También se mencionan el de Antonio Chacón, quien ejercería como presidente del jurado y acabaría metiéndose en el bolsillo mil pesetas (la cifra más alta junto a la de Ramón Montoya).

Pero más allá de nombres, la investigación de De la Ossa-Martínez está repleta de números que ayudan a dar una nueva dimensión al Concurso. Así, destaca que el Centro Artístico, Literario y Científico de Granada, que actuó como entidad oficial del certamen, fue el encargado de fiscalizar las cuentas en la persona de Rogelio Robles. Por otra parte, el presidente en aquella época del Centro, Antonio Ortega, fue el encargado de solicitar al Ayuntamiento de la capital una ayuda de 12.000 pesetas, a los que también habría que sumar la aportación de diez pesetas por los miembros de la Junta para sufragar “los gastos iniciales” del Concurso.

De este dinero se fueron descontando, aunque después se recuperaría con el ingreso por venta de entradas, las distintas partidas por premios y cachés ya mencionadas, pero también las ineludibles acciones publicitarias.

A este respecto, indica que parte de este trabajo recayó en la editorial Urania de Granada, que editó un folleto con las bases y el formulario del Concurso, que debían rellenar los interesados y remitirlo al Centro Artístico. Por esta tarea, además de por la elaboración de carteles, folletos e invitaciones (en francés e inglés), la editorial cobró de la hucha del festival cerca de 650 pesetas, según los datos aportados por De la Ossa-Martínez.

A modo de anécdota, la investigación permite también comprobar los ‘caprichos’ que se dieron los profesionales que acudieron a Granada al Concurso. Así, entre la documentación destaca la factura emitida por el guitarrista Amalio Cuenca, quien fue el beneficiario de una factura, emitida por la Gran Pensión Alhambra y en cuyo concepto se relatan la pensión de cuatro días para tres personas, en las que se descorcharon tres botellas de Solares, nueve cafés; se pidió una ración de jamón y se cargó también un coche a la estación, “una gratificación a la dependencia”, así como el envío de telegramas, entre otros.

Cuando el flamenco resonó en Gran Bretaña

El Concurso de Cante Jondo no solo tuvo repercusión en la prensa nacional, también en la internacional, y ello gracias a las figuras de los ingleses Henry Leigh y, especialmente, Ursula Greville, quienes visitaron Granada en 1922, invitados por Falla, para formar parte de las actividades en torno al certamen.

De la visita de ambos da buena cuenta Helena Martínez en otro artículo para la revista Música oral del sur, quien se centra en el papel de Greville (soprano) y la relaciones entre lo jondo y el folk que propició este encuentro, así como la repercusión internacional que se consiguió con él.

Falla, junto a Lorca, veía en los cantos populares andaluces, y en concreto en el cante jondo, el origen del arte musical español, una teoría que se compartía en las islas y que tiene su paralelismo en la música folclórica y en la figura de Greville, cuya figura “ha quedado prácticamente olvidada por la historiografía a pesar de su apasionante perfil”, afirma Martínez, vinculada a la UGR con un contrato predoctoral.

Greville, que además de a la música se dedicó al periodismo a través de la revista musical The Sackbut, entabló relación con varios especialistas del mundo de la música –con el interés nada velado de intentar ficharlos para su publicación– lo que le llevó a cruzar su camino con el de Manuel de Falla, con el que compartiría espacio en Londres, durante el estreno de una de las obras del gaditano, sostiene Martínez.

Por su parte, Leigh también contactó con Falla para el primer número de su revista, algo que continuaría posteriormente cuando el británico escribió una extensa noticia sobre las estrategias de internacionalización del Concurso. Finalmente, pocos días antes de celebrarse el Concurso, Falla remitió un telegrama a ambos para organizar una conferencia-recital “en torno a la música folk inglesa y en su ‘simpatía con el canto andaluz’”, explica Martínez.

Ambos llegaron a Granada el mismo día del Concurso, asistiendo además a las actividades que se organizaron alrededor del mismo, incluyendo una merienda en la sede de la Asociación de periodistas de Granada, donde Greville fue además la única mujer (la única de hecho en todo el concurso, puntualiza Martínez).

El teatro del Hotel Alhambra Palace acogió, el 20 de junio, la conferencia y el concierto de Henry y Greville, que gozó de tal éxito que, aunque de entrada gratuita en un principio, se requirió el cobro de entrada para asumir los costes.

La conferencia de Leigh destacó la canción británica destacando su “calidad espontánea”, relacionándola con los sonidos de la naturaleza, las emociones y la vida campestre de Gran Bretaña, algo en lo que Martínez ve paralelismos con el origen “natural y espontáneo” que Lorca atribuía al flamenco.

Por su parte, Greville dividió su recital en tres partes. La primera de ellas dedicada exclusivamente a arreglos de canciones tradicionales y con la presencia de Manuel de Falla acompañándola al piano, algo que la autora ve como una muestra de reconocimiento del gaditano a la inglesa; mientras que la segunda y tercera se centraron en los compositores “modernos” ingleses.

La jugada a Falla le salió bien, pues se llegó a pedir desde la prensa granadina un nuevo concierto “pues son muchísimas las personas que han quedado con deseos de presenciarlo”, escribió El Defensor de Granada en la época.

No pudo ser, pero la noticia también se replicó en la prensa extranjera, dejando constancia por escrito de la importancia de la vuelta a los cantos populares para la consecución de un estilo musical nacional, algo que buscaba Falla con la celebración del Concurso, concluye Martínez.

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